Claroscuros: entrevista a Sergio Maldonado y a Andrea Antico
Entrevista: Pablo Soprano, Federico Cáceres, Fabio Pérez, Gabriela Stoppelman
Edición: Gabriela Stoppelman
Música: Federico Cáceres y Fabio Pérez, de “Mano a mano”
“En cada cielo fusilado/se abrirán mil banderas/
Lloverán mil poemas/ por cada libro que han quemado” (1)
Intentaron cercar el perímetro del infinito con cinta municipal. Habían planeado la asfixia del tiempo y del lenguaje, con la misma soberbia del olvido, ante el pulso de las cicatrices. Imaginaban a la palabra derrapar por la pendiente de la ausencia, derechito hacia el silencio, como quien marcha hacia un destino. En su delirio agrio, juraron incendiar la voz y agitar las cenizas hasta descomponer las sombras en colores. No vacilaron en coimas frente al esplendor de la aurora ni en afirmar que sería posible sobornar sin riesgo al curso del agua.
Entre tanta urgencia, perdieron las audacias de la orilla. Ahí, en esa zona anfibia entre el cielo y las raíces, pestañeaba un tizne de memoria. Apenas una pátina de tiempo alcanzó para tatuar la piel del río. Meneada entre los contornos de tinta, la piel se dejó mecer entre dos vertientes del Chubut. Chuvug, de origen teushen: para unos, filia con lo “transparente”; para otros, “con lo tortuoso”. Se enganchaba a las ramas la antigua palabra. Con un hilito de voz, resistía en un resto de su naufragio, en su obstinato ancestral.
Y quién se atreve a predecir lo que puede la persistencia de una huella, a puro alborotar el aire. Quién hubiera imaginado que una simple marca, una borroneada figura de la letra, se soltara de pronto de la mera muerte y se pusiera a agitar los rincones de las horas,
a completar los vuelos huérfanos de pájaros,
a reunir los escombros de los deudos,
a expandir la cintura de la Plaza más allá de las vallas y los drones,
a partir el lecho del grito en renovadas fuentes,
a preñar el aire con un nombre,
a alimentarlo con un rostro hasta hacerlo caminar la frontera del infinito.
Y, ahí, sí: emparentado con las multitudes, cortar de un tajo el perímetro del miedo, ver a qué poca cosa se reduce la altivez de la torpe y villana cinta municipal. Entonces, desbordar la prepotencia del desierto y asistir a la lluvia. Una lluvia entera, por cada libro que han quemado. Y, aunque lluevan mil poemas y no alcance, él insiste en las palabras de Sergio y de Andrea. Se entremezcla en las audacias de la orilla. Regresa en el temblor transparente y ensortijado de la voz que lo arraiga al lenguaje.
Santiago Maldonado, presente.
CUIDAR EL PILAR
“Quizás fue el viento sur/ quien impidió que te arrancaran/ Quizás es este azul/ que sobre el gris escampa”
Los actos por Santiago organizados en la Plaza, siempre tuvieron el apoyo de los Organismos de Derechos Humanos. Ellos te ampararon bastante, ¿no?
Sergio: Sí. Vos pensá que nosotros estábamos en Bariloche, nos íbamos a ir a Esquel y acá, por las suyas, los organismos ya se empezaron a juntar. Siempre que pasa algo, por suerte, primero reaccionan, salen los organismos por su cuenta. Después, bueno, si la familia no está, no pasa nada, con el tiempo, los reclamos se caen. En nuestro caso pasaron dos años y los organismos, entre muchos otros, continúan acompañando y la lucha sigue.
¿Qué sentís con ese acompañamiento?
S: Tiene su lado positivo, pero es también una mochila muy grande, porque te genera una imposibilidad de parar. Cuando estábamos buscando a Santiago, yo pensaba: aun si él aparecía, yo no me podía ir a mi casa y ya estaba todo resuelto. Desde ese momento, la cuestión fue que no le pasara nada a ninguna de todas esas personas que salieron a respaldar, que nos acompañan aún hoy como un pilar importante. Es decir, toda esta movida tiene su parte buena y también esa otra que no te permite quedarte. La primera sensación, al entrar el 11 de agosto de la mano de Nora Cortiñas, atravesar toda la Plaza, era que me iba a desmayar. Era un gran desafío nuevo: llegar a Buenos Aires, llegar a la Plaza, no saber qué iba a decir hasta que encontré un texto de Santiago y lo leí tal cual:
[button-lightblue url=»#» target=»_self»] Hola, querida población: somos el Gobierno. Somos tu Gobierno. Somos los que nos apoderamos de tu vida. A cada segundo. Cada minuto. Cada hora. Cada día. Cada instante que pasa por tu reloj y tu cabeza, te decimos cómo tenés que vivir. Nos apoderamos de tu vida a cada segundo. Cada minuto. Cada hora. Cada día. Cada instante que pasa. Somos los que premiamos a los represores, torturadores y explotadores. Y castigamos a los que no son como queremos que sean. Y, como si esto fuera poco, aparte de que existe la cárcel existe, la tortura, la represión y la explotación en la vida cotidiana perpetuada por las autoridades, ejército, jueces, policías, fiscales, políticos, y demás mequetrefes cómplices y mercenarios (como empresarios) que sustentan esta miseria y esclavitud instalándolas en todas las relaciones de nuestras vidas. Instalaremos muchas cámaras de vigilancia. Para no dejarte ser libre. A todos lados que vayas quedará tu grabación capturada. Te podemos ver cuando queramos, y comentar cualquier tema sobre ti. Si no eras libre hasta ahora, menos lo serás bajo el sistema Gran Hermano. Se dice que el problema es la inseguridad, que los delincuentes son el problema de todos nuestros males, pero nadie se cuestiona la raíz de los problemas. Es un mundo artificial, donde el valor de intercambio material es el dinero, que genera desigualdades. Porque hay distintos tipos de clases sociales y eso hace que empiecen a aparecer sometidos y sometidas, sometedores y sometedoras. El poder y el dinero corrompen a las personas, porque el dinero genera poder y el poder es respaldado por el dinero, y viceversa. Dejando atrás todo tipo de buenos valores, de verdaderas relaciones humanas y de sentimientos de honestidad[/button-lightblue]
Un texto que hablaba de la justicia, de persecución, que después se viralizó. Pero lograr hablar en la Plaza fue un gran paso. Después llegó otra marcha y otra y la lucha siguió y siguió. Todo eso no me daba tiempo a pensar. Anoche, conversábamos con Andrea y recordábamos cuando el 1° de septiembre Víctor Hugo Morales me preguntó qué era lo que yo más deseaba y yo le contesté “Quiero dormir”. Porque yo no dormía, ya no me importaba ni mi hermano en ese momento. Durante mucho tiempo todo fue hablar con una radio, con otra, sentarme un rato a mirar algo de la causa judicial. Nosotros no teníamos un equipo de gente, donde uno se ocupaba de la prensa, otro de leer los escritos judiciales y otros más, de otras cuestiones. No, éramos tres: Verónica, la abogada de la causa, Andrea y yo. Estábamos dele y dele con todo eso. Después se sumaba alguien que ayudaba. Pero, siempre, al final, la cosa terminaba en que yo tenía que estar para ver. Porque ni nosotros ni otros que nos ayudaban sabíamos del tema. Fuimos viendo.
¿Vos estudiaste un tiempo abogacía?
Fui a la facultad de La Plata, a una clase. Y no es que no me haya gustado. Pero, imaginate, yo venía de un pueblo donde, te llamaban por tu nombre. No me sentí cómodo, había un montón de gente, en fin… Quise estudiar dando las materias libres, pero no funcionó. A los pocos días, me di cuenta de que tampoco quería ser abogado. Hoy me hubiera servido, pero, bue.
LA VERDAD ARANCELADA
“En nuestra ley dispararemos mil canciones /por cada bala que tiraron/ en cada cielo fusilado/ se abrirán mil banderas/
que amarran nuestras venas / y detienen el sangrado”
En algunas declaraciones decías que estás muy sorprendido de que para el poder judicial la vida de determinadas personas valga mucho menos que la de otras. Esto, antes de lo de Santiago, ¿lo habías pensado?
S: Es como cuando dicen que la justicia es cuestión de plata, ¿no? Depende de a quién le toca y de cómo se dé, que algunos casos salgan más a la luz que otros. Incluso, algunos se hacen más mediáticos de lo que deberían ser. Hay cosas que ocurren todos los días, lo estamos viendo ahora con el Pepo: se muestra mucho porque se trata de alguien conocido, si no, sería distinto. Por otro lado, tenés un montón de casos de represiones o de gatillo fácil, en ocasiones, con víctimas que pertenecen a familias más vulnerables que otras y no pueden tener el acceso a seguir luchando. De hecho, en el caso de Santiago, si nosotros no hubiéramos estado viviendo en Bariloche, tan cercanos a Esquel, hubiera sido difícil movernos desde un lugar como 25 de Mayo hasta otro que no conocíamos. Por no mencionar el hecho de tener un trabajo fijo, donde podés pedir licencia, ¿pero hasta cuándo? Pasan unos días y después y no hay forma de continuar ausentándote. En nuestro caso, de no estar cerca, toda la situación hubiese quedado como lo que instalaba el gobierno: esa versión que decía que Santiago estaba extraviado. Aparte, al ver cómo se desenvuelve todo lo que nos pasa a nosotros, notamos la importancia de la cuestión económica. Si vos no tenés los recursos, no podés avanzar. Por cada apelación, debés hacer un depósito. Si no tenés esa plata, no podés seguir judicialmente, abandonás. En teoría, el Estado te provee, pero eso no es tan sencillo. En un momento hasta decían que el Estado nos daba plata. En enero, cuando teníamos que apelar, me cansé de todas esas cosas y me dije “¿sabés qué? Voy a pedir los pasajes”. Y pedí tres pasajes para viajar a Comodoro Rivadavia. Entonces, me pidieron que completara una declaración jurada y lo hice. El resultado fue que, como mis ingresos eran mayores a diecisiete mil pesos y no alquilaba, no me correspondían los pasajes. Les dije que me lo dijeran por escrito y, obviamente, no me respondieron más. Tal vez, en otra situación, otra familia lo pide y, por ahí, se lo dan. Me imagino que, incluso, sin distancias tan grandes, si a una familia le pasa algo en Moreno, ir y venir a Capital lleva días, tal vez en el trabajo no les dan permiso. Y, encima, si tenés un abogado que pertenece al propio Estado, aunque no seamalo, tiene otros intereses y un montón de causas que atender. Nosotros contamos con el acompañamiento de Verónica, nuestra abogada, que llegó a estar quince días de corrido con nosotros, pero eso no se da en todos los casos.
PURO RAM RAM
“Y nos fusilan/ simulando enfrentamientos/ pero no saben que tus venas
no terminan en tu cuerpo,/ ni que tu sangre hoy avanza por los ríos/
desbordando sus desiertos,/ por los arenales de memoria acumulados,/
por cada gramo de sal del mar”
Se fueron a vivir a Bariloche, después de un accidente, en busca de paz.
Tuvimos un accidente de auto en el 98 y ahí decidimos cambiar de vida y nos fuimos de Buenos Aires. Por un lado, pensamos que nos iba a ir mejor económicamente. Pero, sobre todo, estaba ese tema de la tranquilidad en nuestra vida. Ahora la situación es diferente, nos pasamos mucho tiempo en Buenos Aires porque es el lugar más visible para reclamar, forzados por las circunstancias.
Esa desigualdad de la que hablábamos se dio, en este caso, también en el plano de los medios y del poder ejecutivo.
Sí. Eso es lo que presentamos ante la CIDH: denunciamos cómo operaron en el caso de Santiago ministros, políticos y periodistas, más los influencers en las redes sociales. Nadie puede tramar esto solo, acá hubo participación del Estado. Aparte, lo de Santiago ocurre en un territorio donde Benetton tiene casi un millón de hectáreas en su poder. La Gendarmería tiene un puesto dentro de la estancia de Benetton, ahí le aprovisionan combustible y demás. De hecho, la operación se hizo desde ese lugar. Cuando fueron a rastrillar en esa estancia, no lo hicieron desde vehículos del Estado, de Gendarmería u otra fuerza de seguridad. Lo hicieron con las camionetas de Benetton.
ANDREA: Respecto de eso, hay una versión de que Gendarmería brindaría seguridad a Lewis y a Benetton, que son quienes tienen más tierras en el sur. Por eso construyeron el tema de la RAM. Para justificar el “te tenemos que cuidar porque hay unos terroristas que se quieren meter con tus tierras”. Pero es difícil poder probarlo. Incluso, relacionado a esto de la seguridad, hay un asunto más cercano en el tiempo. En el verano se hizo una marcha por el acceso al lago Escondido, en tierras de Lewis. Dos militantes sufrieron un ataque desde en gomón. Luego se comprobó que era el mismo gomón con el que vino la policía después. Pero claro, ¿qué hizo Lewis cuando compró esas tierras? Le compró una autobomba a los bomberos, patrulleros a la policía, una ambulancia… Tienen todo organizado. Llevan a los jubilados en tours a pasar el día, llevan contingentes de chicos, hacen un almuerzo muy copioso, todo para mostrar “Qué bueno que soy”. Lewis opera como las empresas petroleras en el norte de Estados Unidos: compran prácticamente el pueblo y se hacen cargo de la seguridad, de la salud pública, de la educación…
UN ABRAZO DE TÉ
“de este dolor estacado en la garganta/
porque el abrazo de Santiago nos hace falta”
Es curioso cómo se pone toda esa infraestructura estatal contra una familia que, hasta ese momento, no disputaba ningún poder, es curioso lo desmedido del ataque.
S: Yo ando todo el tiempo tirando piñas al aire, eso te cansa porque estás dele y dele y no llega nada, no le pego a ninguno. Pero, por otro lado, como te decía antes, está toda la gente que acompaña… Ahora estamos recopilando toda la información de estos dos años en una línea de tiempo y hay una cantidad de gente- desde nenes hasta viejos- sin una participación partidaria o un compromiso orgánico, digamos, que dicen “sí, bueno, yo andaba por ahí y me movilicé y fuimos. Yo a tu hermano no lo conocí, pero…” Todas esas cosas ayudan. En los peores momentos, cuando estás triste, encontrás a alguien que se solidariza.
A: Una vez, estábamos en Buenos Aires en un bar con Verónica y yo me puse a llorar. En eso, salió una señora del bar, me abrazó y me dijo: “No, no llores. Mirá, yo soy la dueña de este bar, ¿ves que la pizarra está en negro? Es que estamos de luto porque murió Santiago. Yo te vi entrar y pensé en invitarlas a las dos a que comieran algo rico, a que se tomaran un tecito. Así que ahora les tengo un lugarcito reservado, porque siempre pensé que iba a ser para ustedes”. Nos hizo pasar, nos sentamos a una mesita separada del resto y la señora nos presentó a los chicos de la cocina. Después, nos contó “Yo perdí un montón de clientes porque colgué la foto de Santiago en la pizarra. Me decían ‘¿pero qué hacés con esa foto?’ Y yo: ‘bueno, si no te gusta, no vengas más’. Y no vinieron más. Y no me importó que no vinieran más.”
No está todo perdido.
A:Yo tengo que volver a ese bar, porque fue tan amorosa esa señora… No fue el único caso. Otro día, vino una nena, me trajo dos chocolates y me dijo “Son para vos y para Sergio, para que no se pongan tristes”. Y estas situaciones pasan justo esos días en que estás para atrás y casi siempre vienen del quienes menos te lo esperás.
S: Sí. Hay artistas, famosos, mucha gente importante que nos da su apoyo y eso está bueno. Pero también es lindo esto otro que viene de quienes no conocés. Al famoso lo conocés y también a su ideología, a su forma de pensar. No esperás algo diferente a la línea que sabés que sostienen, va en tu misma línea y está buenísimo que lo tengas de tu lado. Pero que, cuando venís de no haber encontrado ninguna respuesta en un juzgado en Rawson, venga un nenito, te agarre en el aeropuerto y te diga “Vos extrañás mucho a tu hermano, ¿no?”, ¡eso es impagable!
¿Tenés como una especie de callo emocional respecto de los trolls, por ejemplo?
Los trolls… El 25 de julio, el cumpleaños de Santiago, estaban como endemoniados. Se ve que no sabían por dónde entrar, porque nosotros habíamos tomado ciertas medidas en las redes.
A: No pueden explayarse porque hay palabras que no pueden poner. Entonces ponen caritas de risa y cosas así, pavadas.
S: Son cuatro cosas las que dicen: “devolvé la guita”, “cincuenta y cinco peritos dijeron…”, “piden por Santiago y no piden por Nisman”, “piden por Santiago y no piden por Julio López”, cosas así, es como un formato que tienen y lo replican en distintas situaciones.
HA LUGAR
“Lo que no saben los marines del desaliento./ Esta vez son los molinos los que empujan al viento”
Hay muchas semejanzas con el caso Nisman, en la aceptación de lo ilógico de las explicaciones. La sociedad es muy lógica para todas las cosas, no admite poesía ni lógicas alternativas para nada. Pero para estos asuntos admite lo más ilógico posible. El otro día, en el programa ADN, demostraron que era absolutamente imposible que a Nisman lo hubieran matado. Ahora ustedes presentan pruebas como los billetes, el tema de la crioconservación y demás. ¿Cómo piensan esta aceptación de lo ilógico?
S: Todo eso que ahora presentamos nosotros, ya lo habíamos presentado ante la justicia en primera instancia y, sin embargo, se cerró la causa. Esas cosas fueron todas rechazadas, pero están en apelación.
A: Cuando salieron los resultados de la autopsia, la abogada vio que había cosas que no cerraban y se hizo la presentación ante el juez, quien a todo contestó con el “No ha lugar”. Cuando cerraron la causa, se volvió a insistir en la apelación. Alegamos que creíamos que la causa no se podía cerrar por todo lo ya requerido: por qué no peritaron los billetes, el llamado telefónico, por qué no nos dejaron presenciar los testimonios de Lucas Pilquiman y de Nicasio Luna. Por un lado, Nicasio dice que a él le tiraron con balas de 9mm. Lucas, supuestamente, quien había visto por última vez a Santiago, había dado una versión y, después, cuando le tomaron declaración testimonial en Epuyén, en un juzgado de paz, dijeron que él negó esa versión. Es importante aclarar que, cuando le tomaron declaración, no estaban ni su abogado ni un fiscal, solamente el juez y el secretario.
S: Eso fue un martes a la mañana, el 19 o 20 de diciembre. Acá había sucedido lo de la represión en el Congreso y había paro. El lunes, a las once de la noche, avisaron que, al día siguiente, a las nueve de la mañana, le tomaban declaración a Lucas en Epuyén. Nadie hacía tiempo a llegar, no había forma de ir. Y así fue que le tomaron una declaración en la cual queda claro que- si el testigo es realmente quien nosotros conocimos como Lucas Pilquiman-, las palabras de esa declaración no se corresponden con su forma de expresarse. En este caso se trataba de una versión que, a partir de la mitad, empieza con omisiones y con un cambio de vocabulario. Todo muy raro.
A: Otra cosa para agregar en este caso es que Loreley Gaffoglio, la periodista de La Nación, subió una nota donde decía que Lucas Pilquiman era el testigo y puso la foto de un chico que no era él. ¿Qué pasó? Este chico de la foto era amigo del hijo de un periodista conocido nuestro. Entonces él nos dijo “Miren, mis hijos me acaban de decir que ese chico sí se llama Lucas Pilquiman, pero no es mapuche y no tiene nada que ver con esto”. Claro, el Pilquiman que presenció los hechos, que tenía un miedo terrible, nunca salió a desmentirlo. Así, la periodista ya había construido ese personaje. Una mentira. Ni siquiera había confirmado la fuente. Entre paréntesis, el chico de la comunidad mapuche no se sabe dónde está, porque hizo la declaración y no apareció en ningún lado más. Como estas cosas, muchas otras: una semana antes de algún fallo que, obviamente iba a ser desfavorable para nosotros, sacaban una nota “Se estaría viendo que bla, bla, bla”. Y, a la semana, el sistema judicial, confirmaba ese “se estaría”. Pero Loreley Gaffoglio, primero en La Nación y después en Infobae, iba delineando la causa. Todo un mecanismo.
FOCO A LA PALABRA
“La canción es el silencio acobardado/ Es la brisa que anuncia el vendaval”
Andrea, vos tenés mucha relación con la lectura, ¿no?
S: Como yo tenía poca paciencia, Andrea me leía los libros y me los contaba. A raíz de lo sucedido con Santiago me empezaron a regalar muchos libros y empecé a leer.
Yo pensaba que ustedes tuvieron que adiestrarse en otra relación con el lenguaje, ante esta necesidad de escribir, de declarar, y demás.
S: Ahí hay un asunto que a mí me molestaba desde antes de lo que pasó con Santiago. Cuando yo veía en la tele que a alguien le preguntaban algo y contestaba otra cosa, me sacaba de quicio. Me molesta aun hoy ese modo de acomodar las cosas para un interés determinado que tienen los periodistas. Carrió es una porquería, pero si un día dice algo que a algún periodista le sirve, está bien. Melconián, que sube con este gobierno, es funcional a los fondos buitres, pero después sale y critica a Macri y, “Ah, está bien lo que dijo Melconián”. Me molestó y me va a seguir molestando. En base a eso es que yo trato de decir cosas que estén probadas. En esa línea, nosotros tratamos de tomarnos el tiempo para pensar antes de decir algo. Me preguntan “¿Qué pensás de la ley XXX, que dice que un chico de cuatro años no puede salir descalzo a la vereda?” No sé. No tengo ni idea, qué sé yo… Vos ves que la mayoría de la gente tiene una tremenda ansiedad de responder por más que no sepa. Entonces, y volviendo a lo que decías, esa lectura ya lo teníamos. Sí es cierto que, después, a mí me costó cuidarme. Porque, de repente, estás como ahora, sentado a una mesa, tomando mate y comiendo una factura, y tirás una opinión, algo simple. Sin embargo, depende de quién lo escucha, eso puede ser una bajada de línea. Y yo no quiero que sea tomado así. Pero te están grabando y hay gente que después se agarra de eso y lo replica. No quiero ser un formador de opinión. Quiero que las personas tengan su propio análisis en algunos temas. Qué sé yo, hay campañas de determinadas cosas y me dicen “¿Te ponés a favor de esto?” Y, no. “¿Y por qué no?” Yo no soy un periodista ni un formador de opinión. Yo no me puedo largar a opinar sobre la separación de la Iglesia del Estado, por ejemplo. Es decir, tengo mi opinión y hasta podría decir por qué no la expreso en una entrevista, pero eso implicaría avivar a otro sector para que se aproveche de eso y lo use para jugar en contra.
A: Aparte, dar opiniones de todo te saca de tu objetivo. El recurso de pedirte opinión sobre diez cosas lo usan para dejar relegado el tema de Santiago.
S: Le he negado notas a periodistas porque querían hablar de otros temas y no iba a estar el tema de Santiago. Si me llamás para hablar de Santiago, vamos, hablo de eso. Después, si realmente me corresponde, puedo contestar sobre otras cosas. Yo estoy acá por Santiago, no por ser un analista político. Además, si uno no tiene una buena formación y se larga a opinar, puede ir para cualquier lado. Tiene que ver con una formación, con una ideología y con un análisis propio de las cosas.
JUICIO A RUTA CORTADA
“o acaso la muerte no se animó a llevarte,/ a sostenerte la mirada.”
¿Cuál era tu relación con lo social antes de todo esto?
S: Lo mismo que ahora, pero a un nivel chiquito. No sé, ir a la ferretería y ponerme a hablar con otras personas de cuestiones sociales y políticas. Después, eso lo fui acotando, porque hay lugares donde ya no me interesa ir, donde hay gente desinteresada por estos temas, por más que vos les expliques. Yo sabía que lo de Macri iba a ser lo que es. No porque haya tenido la bola de cristal, sino porque es un empresario, cuya ideología habla de lo que él habló e hizo siempre. Entonces, las cosas no podían ser de otra manera. Me dicen: “Bueno, pero mintió”. No sé si mintió. Por un lado, sí: te dijo que no te iba a sacar y te sacó. Pero, por otro, te avisó que liberaría el dólar, que iba a dejar el libre comercio y a sacar las retenciones al campo. En ese marco, ¿vos le podés creer que no te va a sacar nada a vos? Igual, yo pensé que iba a ser más como en los 90, que iba a empezar con la flexibilización laboral, las privatizaciones, más un ajuste de tipo económico. Pero no imaginé que iba a ir tan rápido, tan drástico, ni tan de la mano con la represión. Sobre todo, con la figura de un detenido desaparecido, como en el caso de Santiago. Porque, aunque hubo otros casos de desaparecidos en democracia, no fueron directamente con el respaldo del propio gobierno.
¿Esperabas que el gobierno reaccionara como lo hizo desde el principio de la desaparición de Santiago?
S: Sí. Pero lo que me sorprendió es que gente que conozco, con la que fuimos juntos al jardín y a la escuela, tomara posición del otro lado. Por ejemplo, por tenerle odio al kirchnerismo. Y te estoy hablando de gente que estuvo cortando rutas en la época de la 125.
A: Un conocido de Sergio, que cortó la ruta en el mismo pueblo de Santiago en la crisis del campo, opinaba que Santiago era un hippie y un terrorista…¡por cortar rutas!
Un piquetero antipiquetero.
Claro, como el diputado Olmedo, que dice: “hay que salvar las dos vidas” y después grita, “hay que matarlos a todos”. De Angelis cortó una ruta y le sirvió para hacer una carrera política. Como ve, hay distintas varas de cortes.
Tenemos un regalo para ustedes. Una canción que trajeron los chicos.
SER EN TODOS
“Quizás fue la vida enamorada/ que decidió multiplicarte/ para poder así arrancarse/ esta canción del pecho clavada”
Santiago tenía una relación con la escritura, con la poesía.
S: Sí. Antes me preguntabas si había en la familia algún antecedente y yo, lo único que recordaba era a un tío de mi abuela, un poeta, que murió joven también, a los veintiocho años. Cuando yo tenía doce o trece años, intenté transcribir las cosas de él a máquina y era un bodrio, porque tenía un montón de palabras que no se usaban más. A Santiago también le gustaba mucho eso de escribir cartas, por ejemplo, algo que ya no se estila.
¿Pudiste recuperar los videos del celular de él?
S: No. Lo que hay es lo que está dando vueltas. Tampoco textos, sólo algunas cosas que ya se conocen. Pero lo que se llevaron de donde él vivía no se recuperó. Tal vez haya escritos u otras cosas que tendrán conocidos de Santiago. La otra vez, en Bahía Blanca, un chico me regaló un dibujo que Santiago le había hecho a él. Son cosas que aparecen. Las fotos, por ejemplo: a Santiago no le gustaba sacarse fotos. De hecho, la última foto que tenía conmigo me había pedido que no la subiera a Facebook ni a ningún lado. Después, la tuve que subir para mostrar que la boina que él tenía en esa foto era la misma que se había encontrado en el lugar de su desaparición. Si no, no la hubiera mostrado. Me dio un poco de bronca que toda la gente que alguna vez se sacó una foto con él, subió todo a las redes. Es como desnudar a una persona a quien no le gustaba esa exposición. Igualmente, eso fue una etapa. A partir del 1° de agosto del año pasado, decidí que cada uno lo sintiera como le saliera y como quisiera. No es algo mío nada más. Al mismo tiempo, algunos que dicen ser anarquistas lo levantan como si él hubiera sido solo anarquista. Creo que no hay que encasillarlo en algo apropiándoselo. No es mío y no es de nadie, es del que lo siente y del que lo quiera. Es de ustedes que, sin conocerlo, le compusieron un tema y lo sienten de esa manera. La sensación de que Santiago era de todos la tuvimos el 11 de agosto de 2017. Nosotros salimos de Esquel a la mañana temprano, pasamos por El Bolsón y vimos unas fotos colgadas con la cara de Santiago. Andrea me dijo: “Mirá, pensar que no le gustaban las fotos y ahora su cara está en todos lados” Mi viejo también decía algo así “Yo no lo quiero ver en una bandera. Quiero verlo a él”.
Igual, es impresionante cómo ellos quisieron prohibirlo y se les volvió totalmente en contra. Un montón de gente, nosotros incluidos, nos sentimos tocados- primero- por la noticia fuerte de un desaparecido. Pero, además y aunque vos no aceptes pensarte como un referente, con tu figura. Todos estábamos pendientes de cada conferencia de prensa y nos sorprendía y nos identificaba la entereza con la que contestabas y decías “Bueno, pongan música”. Nosotros somos docentes y, a pesar de que nos lo prohibían, lo hablábamos en las escuelas. Incluso, un montón de compañeras y compañeros docentes que habían votado a este gobierno lo tomaron como bandera. Mismo los chicos de primaria querían hablar de eso, justamente, porque estaba prohibido.
S: A Esquel fueron unos cuantos referentes a apoyarnos: Baradel, Taty Almeida, Lita Boitano y varios más. Me dijeron “Vamos a hacer jornadas por Santiago en las escuelas”. Para mí era lo mismo a que me hubieras dicho que íbamos a conquistar Rusia. No me llegaba el agua al tanque, no dimensionaba las cosas… Yo estaba en ese mundo que sólo incluía arrancar a la mañana temprano a buscar a Santiago. Después, les seguí agradeciendo a todos los docentes. De hecho, he ido a distintas marchas a apoyarlos. Del lado de la docencia se generó toda una toma de conciencia y eso impulsó el modo en cómo empezaron a difundir todo los pibes… Con eso, vino el salir a defender a la educación pública, a reivindicar a Sandra y a Rubén, cuya muerte no fue una mera negligencia, el Estado ahí es responsable. Pero, volviendo a tu pregunta, la presencia de Santiago entre todo yo la terminé de comprobar el 7 de julio, la última vez que fui al cementerio. Y no sentí nada. Fuimos tres veces, la del entierro, otra y esta última. Me dije “Acá no hay nada. Él está en el aire.”
Esto que vos estás diciendo es lo que dicen Norita, Taty y tanta gente que ha pasado por estas cosas. Y me recuerda algo que, en el siglo XVII, un tal Spinoza dijo, y es que los muertos prematuros viven y se multiplican en los cuerpos de los sobrevivientes, lo cual era tremendamente herético en ese momento, porque iba contra todas las religiones.
S: Es que nosotros no vamos a estar el día de mañana y tampoco va a haber hijos de Santiago para que sigan. Entonces, la memoria la va a mantener la gente.
SER FAMILIA
“Para que el cielo no muera desangrado/ es este grito de dolor desesperado/ nos hace falta Santiago.”
A: Hay muchos casos de desapariciones forzadas de chicos con todos los gobiernos y, lamentablemente, las va a seguir habiendo. Creo que, si lo miramos desde la dimensión de la protesta por Santiago, lo veo muy parecido o equiparable al caso de Fuentealba. Hay un montón de casos de gatillo fácil, pero Santiago estaba protestando y despareció en la protesta. En Gral. Roca hay un caso, el de Daniel Solano, que también es un desaparecido pero en el marco de otra cosa.También Iván Torres, un caso en el que la CIDH falló en contra del Estado. Hay muchos. Nuestra abogada, Verónica, lleva tres: Santiago, Iván Torres y César Monsalve. Y, claro, a Rafa Nahuel también lo matan durante un reclamo, en medio de una represión. Son cosas que tienen un peso terrible. Estás reclamando y la respuesta es que te matan o te desaparecen. Hay gente que pregunta por qué no tiene la misma repercusión un caso que otro o por qué no salieron a pedir con la misma intensidad por el otro caso. Quizás, hay un montón de chicos que se identificaron más con Santiago. Muchos chicos jóvenes me decían “Yo me identifico con Santiago porque, en algún momento, se me cruzó por la cabeza hacer cosas. Después me dije, no, sigo en la mía, viviendo en el mismo lugar”. Es que hay gente que tiene sus preconceptos, su educación y no puede salir de ahí. Yo misma me di cuenta de que hay un montón de cosas que mis viejos me metieron en la cabeza -y a su vez sus viejos a ellos- y que me las empiezo a replantear a partir de lo que le pasó a Santiago. Y creo que a los chicos les debe pasar lo mismo. Ahora hay un problema cerca de Esquel, con otra comunidad. Es terrible y los medios no lo replican. Se unieron los terratenientes de ese pueblo y de Esquel para intentar sacar a la comunidad que está en esas tierras. Hasta la maestra de la escuela a la que van los chicos mapuches fue en la camioneta para echarlos…
S: También es cierto, insisto, que la identificación con Santiago es tan amplia porque él no estaba sólo en esa lucha con los mapuches. Ustedes, no es que componen un tema por todas las personas todos los días, hay una identificación. Mirá, Santiago fue a la Facultad de Bellas Artes y dejó cuando le faltaban cuatro materias porque él consideraba que no quería un título. Después, estuvo en diferentes luchas: contra Monsanto, a favor de los pescadores en Chile, contra la megaminería, contra el reactor nuclear, con los guaraníes en el norte. Otra cosa que me sorprendió es cómo se identificó la familia de León Ferrari con Santiago, y es que muchas de sus canciones, sus dibujos y sus escritos eran contra la iglesia y a su vez León tenía un hijo desaparecido. También, el día de nacimiento de Santiago coincide con la fecha de muerte de Ferrari. Hay muchas cosas. Entonces ellos lo ven a Santiago como alguien de su familia.
(1)Todos los epígrafes de esta nota son fragmentos de “El silencio acobardado”, de Federico Cáceres