La Decisión: sobre las relaciones tóxicas.
Por Milena Penstop.
MOSTRAR LA HILACHA
Lo peor es que no te das cuenta. Sea la relación amistosa o amorosa, vos querés que funcione. Por eso no podes imaginar que esas personas queridas puedan hacer algo que a vos te envenene. Después, cuando te cae la ficha, te das cuenta de que, muchas veces, más que conocer a una persona uno la inventa. No siempre es así. Hay gente que, al principio te cae bien y, con el tiempo, no deja de sorprenderte cada vez para mejor. Y terminás por agradecer habértela encontrado en la vida. Pero esta nota es sobre las otras, sobres esas que, en un principio te fascinan, te atraen, incluso actúan ser lo que vos imaginás de ellas. Y, de golpe, zas: muestran la hilacha.
NO HACE FALTA VERIFICAR EL ESTADO DE LA FETA DE QUESO
Y une dale justificarlos. Porque no siempre muestran toda la hilacha. Lo peor es cuando empieza por notárseles una pelusita. Te miran mal sin motivo, te contestan mal sin razón aparente y, cuando les preguntás qué les pasa, contestan: “nada, por qué”. La trampa está en que ambas o ambos sabemos que no hay un contrato escrito que diga “está prohibido maltratar a gente querida”. Pero no es por cumplir un contrato que une cuida a les amigues, a les familiares y a les novies: les cuida por distintas formas del amor. Y eso no necesita reglas. Esta pobre gente tóxica, al contestar “nada, por qué” parece querer decir: ¿según qué ley debería pasarme algo para darme el gusto de despreciar, ser indiferente o violenta, de tanto en tanto, con quienes llamo “mis afectos”?
Ahora, es difícil sacar conclusiones de una pelusita. Difícil y hasta puede ser injusto. Porque el otre, de verdad, puede tener un mal día. Entonces, ahí vamos con las justificaciones: “algo le debe pasar”, “ya se disculpará”, “seguro no es conmigo”. O, peor que las justificaciones, comienzan las falsas autoacusaciones, “¿le habré hecho algo malo, sin darme cuenta?”, “¿será esa vez que le convidé una medialuna con queso?”, “¿habré comprado un queso en mal estado?”. Y, así, une empieza el caminito de asumir culpas que no tiene o de justificar a quien no se lo merece.
LA LUZ OSCURA
Pero hasta el más salame, a la cuarta horma de queso que convidó, se da cuenta de que es imposible que todas las medialunas que, con generosidad, comparte, traigan queso podrido. Así las cosas, empieza a hacerse la luz. Pero la luz es muy oscura. Porque la desilusión es muy dolorosa. Une quería que esa persona fuera amorosa, buena, sensible, porque quería quererla. Una está como enamorada de la imagen que tenía del otre. Y cada vez resulta más difícil sostener esa imagen en la realidad. El otre, poco a poco, la deteriora. Y une siente una soledad muy especial, porque perdiste dos cosas: tu ilusión del otre y al otre.
Y, cuando ya todo está así de podrido, viene la parte más difícil: hay que distanciarse. Acá no hay dos opciones, quedarse o irse. Si une no es un masoquista, solo le queda tomar una decisión: irse. Pero no es una cuestión solo de la voluntad. Como quien dice: “Bueno, después de razonarlo con una calculadora, firmemente, declaro, me voy”. Por empezar, es frecuente que esas personas tóxicas convivan con vos en ámbitos, donde vas muy seguido, como la escuela, el club, o algún curso. Por tanto, verlas las seguirás viendo. La distancia a tomar no es tanto física, como interna. Y nada se hace de un día para otro. Encima, si son compañeres de alguna actividad, deberán tener la madurez suficiente para no arruinar ese trabajo que hacen juntes y, a su vez, no sentirse en la obligación de continuar el vínculo afectivo, solo por coincidir en alguna tarea.
Sin embargo, cuando el tiempo pasa, la luz deja de ser oscura. Si une realmente hizo un corte lo que se siente es una liberación, un alivio. Y un orgullo y una alegría con une misme: porque pudiste salir de ahí. Es evidente que en una relación tóxica, vos tenías tu parte. Tu parte, no la culpa. No te dabas cuenta, no te podías dar cuenta, aunque otres te lo advirtieran, pero no tirabas veneno. Tal vez por eso pudiste salir. El tóxico está inmerso en su propio veneno. Ojalá un día se desintoxique, ojalá deje de ver la luz oscura, como la más brillante y maravillosa luz. Porque otra característica de alguna gente tóxica es que suele ser bastante arrogante y prepotente. Pero, como dije antes, de a dosis.
Y acá estamos, libres de la esclavitud. Y contenta, porque a la salida de todo esto, me abrazo con mis auténticos amigues y con elles me siento contenida, acompañada y feliz. Por eso le dedico esta nota a elles: mis amigues de teatro, del IVA y de la escuela.