Rituales: Entrevista al fotógrafo Bernardino Ávila

Entrevista: Pablo Soprano, Estela Colángelo, Gabriela Stoppelman
Fotografía: Rodolfo Rodríguez
Edición: Gabriela Stoppelman

                                    “Las nubes a lo lejos, el sol ausente, las madres gritando por sus hijos y los hijos ciegos sin ver la luz fatua de esa ciudad que transpiraba bajo el manto encarnizado, preparándose para recibir en la piel una profunda noche oscura”
“Los transparentes”, Ondjaki

A la orilla de la imagen, había una espera. No una de aguardar el transcurso de la sombra en el tiempo ni el devenir conversación de la palabra. Era esta una espera ovillada en un instante, un alerta de la mirada y del tacto, que enmarcaba en conos de luz las fugacidades de la niebla: un grito, la forma de un cuerpo deshabitado en un colchón, la silueta estallada de un edificio vil detrás de un vidrio, el rostro de una foto desfasado de sus contornos, la mueca triste de la ciudad sitiada por el saqueo, el temblor de una cámara ante el avance de la mano a punto de confiscarla.

Como toda orilla, desplegaba hacia el horizonte una inmensidad y, hacia el territorio, una infinitud. Esta vez el océano era de luz y el arenal, de historias. Paradita entre esas dos muchedumbres, la espera chapoteaba claroscuros entre espuma y caracoles. Una sensación de ola inminente le cosquilleaba el cuerpo y, al mismo tiempo, la retenía en la calma tensa de la marea aún baja.

Bernardino Ávila.
Bernardino Ávila.

En eso, una niebla, desgarrada de quien sabe dónde, arqueó su figura hacia el pavimento. La orilla resultó entonces una fila rígida de uniformes escudados en la oscuridad de sus géneros, una muralla de metal y borcegos, incapaz de ocultar la imagen. La niebla apostó por más y se probó en la consistencia de  muchísimos años de mujer, agachados sobre la soledad de una berenjena. Fue todo tan rápido, que se hizo necesario ensanchar el instante para poder narrarlo, levantar el registro por encima de la ola, dejar que un pájaro desafiara la disciplina gris de una cámara de seguridad, apoyar un farol de avenida a contraluz del día, destacar un ojo en  medio de una multitud.

Después, solo restó un lento restituirse del tiempo y sus transcursos. Un regreso de la espera a otra orilla. Y a otra.

Y ahí se la ve aún. Cada tanto, entre confianza y prudencia, se da un chapuzón dentro de lo inmenso, revuelve las ondas en los huecos de la luz, desencadena las nieblas. Y, cuando el sol está a punto, se sumerge en un cono de tiempo, en un pulso del instante, donde Bernardino Ávila moldea el teatro de las formas.

 

HISTORIAS DEL INSTANTE

                                                           “(…) había captado el instante a partir del cual la luz, habiendo tropezado con un acontecimiento verdadero, iba a apresurarse hacia su fin. Ya llega, me dije, el fin viene, algo sucede, el fin comienza. Estaba embargado por la alegría.

“La locura de la luz”, Maurice Blanchot

Bernardino Ávila.
Bernardino Ávila.

Muchos de tus retratos de funcionarios o presidentes sintetizan la historia política o pública de esos personajes: Menem, Alfonsín. Como si, en esas imágenes, hubiera una historia contada dentro de algo detenido: la fotos. Nos preguntábamos si se puede contar una historia con una sola foto.

¿En un retrato?

Sí.

En un solo retrato es, por ahí, más difícil, porque depende mucho del estado de ánimo de quien estás retratando. Pero, en una foto -en general-, no lo es. Se te tiene que presentar la situación y vos estar despierto para poder ver esa foto.

Bernardino Ávila.
Bernardino Ávila.

Entonces, ¿hay imágenes que concentran sucesiones?

Claro. Si estás acostumbrado a ver imágenes, ves la foto enseguida. Por suerte, eso me pasa. A veces vamos por la calle con Pato, mi pareja, y le digo “Mirá esa foto” en lugar de decirle “Mirá esa situación”.

¿Cómo es ese entrenamiento?

Es un vicio de la profesión. En el caso de una marcha, o en el de “El verdurazo”, vos buscás la foto, mirás qué hace el chico, qué hacen la señora o el policía. Y, si ves situaciones raras, apretás.

¿Raro es lo que concentra sentido?

Claro. Te despierta algo.

Bernardino Ávila.
Bernardino Ávila.


En el caso de esta foto, de entrada, yo no vi a la señora levantar las berenjenas, sólo la vi delante de la barrera de policías, parada con al changuito, sola, detrás del vallado, lo más tranquila. Eso ya me causó impresión. Cuando empezó a levantar las berenjenas, me completó la escena, obviamente.

Es interesante, porque no hay tiempo para la reflexión, parece como un pensamiento visual.

Claro. Es instintivo. Yo busco la foto, es mi trabajo. Voy al fútbol, por ejemplo: en el instante en que veo al tipo pisar la pelota, aprieto. Tenés que estar despierto, ver, intuir, saber ver la jugada. Si conocés algo de fútbol, te das cuenta si el jugador está preparado para patear, entonces, vos estás preparado para apretar o no… Uno no está los 90 minutos concentradísimo, algunas cosas se te pasan. Son situaciones que se van dando en el mismo momento. Otro ejemplo: vas a un discurso presidencial, pero no mirás el discurso, sino al tipo, a los gestos que hace. Eso es lo que buscás.

Bernardino Ávila. Fotografía: Rodolfo Rodríguez.
Bernardino Ávila. Fotografía: Rodolfo Rodríguez.

Para llegar a esa evaluación, aunque sea intuitiva, estás construyendo rápidamente una historia.

Claro. Yo he hecho entrevistas de toda clase, a todo el arco político. Obviamente tengo una posición política tomada y mis fotos las saco de acuerdo a mi pensamiento político. Y al personaje lo  fotografío de acuerdo a eso. Por más que yo no quiera, sale así.

 

LA MARCA DEL BAUTIZO

Yo sé un canto sin nombre/que fructifica en el silencio./Una canción de aquellas que soldaban tus párpados/cuando la lámpara florecía/en los aposentos mojados de sombra.”
“Canto de otras vidas”, Leopoldo Marechal

Antes de Instagram, ¿habías pensado en armar una historia con una sucesión de fotos?

Sí, yo soy miembro de Argra donde, cada fin de año, se hace una muestra en la que siempre intento participar. Me parece importante que los reporteros gráficos mostremos nuestros trabajos. Allí se expone la foto que el fotógrafo quiere mostrar, no la que el editor del diario elige. En esa muestra, una de las cosas posibles es armar una historia con fotos sucesivas. No es tan fácil para mí, aunque conozco fotógrafos que lo hacen muy bien.

Bernardino Ávila.
Bernardino Ávila.

Ponerles nombre a las fotos es lo único que encontramos vinculado a la escritura en tus trabajos.

Bueno, el agregado de un nombre a ciertas fotos termina de cerrar la idea. Con ese título ayudás al observador de las fotos a que vea hacia dónde vas. En realidad, la foto sola debería bastar, pero igual sirve darle un guiño.

Y, cuando la nota ya viene con un título, ¿eso te quita una responsabilidad de encima?

Ah, bueno. Es la ventaja de ser sólo fotógrafo, dejarle el título a ellos. Sin embargo, cuando hago fotos para mí, para publicar en Instagram, me sirve a veces ponerles nombre.

Es interesante, porque ese nombre que ponés direcciona al lector, cierra sentido.

Claro, por eso a veces no quiero poner títulos, quiero que el observador busque su sentido. Si lo vio por determinado lugar, bueno, que siga por ahí…

Bernardino Ávila. "Cuando te cierran las puertas".
Bernardino Ávila. «Cuando te cierran las puertas».

¿Cómo es tu relación con la escritura?

Cero. Soy muy duro para eso. Si me pongo, algo hago, pero me gusta más la imagen. Las veces que acompañé con texto alguna imagen, copié de redactores que han hecho la nota conmigo. He hecho algunas cosas pero muy chiquitas, soy muy malo para eso.

¿Sos lector?

Sí, sí. Pero no me animo a escribir.

 

EL GRITO CHINO

                                                “La niña se salva por poco, /Gracias a una mano de niebla, /Una mano no divina que la ayuda. Grita: ¡Padre!/ ¡Padre! Levántate, regresemos: el mar no es como nosotros. / El padre, amortajado sobre su sombra, a merced de lo invisible, /no responde. /Sangre en las palmeras, sangre en las nubes. /La lleva en volandas la voz más alta y más lejana de /la playa. Grita en la noche desierta. /No hay eco en el eco. /Convierte el grito eterno en noticia /rápida que deja de ser noticia cuando /los aviones regresan para bombardear una casa”
“La niña/ el grito”, Mahmud Darwish

¿Qué es un buen lector de fotos? ¿Cómo se lee bien una foto?

Tengo un conflicto con eso: ¿qué es un buen lector, en realidad?

Pero ¿hay ciertos criterios para mirar y para producir sentido?

Bernardino Ávila.
Bernardino Ávila.

En la medida en que todo va modernizándose, los criterios se van rompiendo. Es más, las buenas fotos, a veces, salen porque se rompen esos criterios. Como en la pintura. Entonces, ¿cómo le decís a un fotógrafo que tal foto no va? Un fotógrafo profesional viene al diario, por ejemplo, y te muestra su carpeta, su currículum: vos ves fotos que no te gustan, pero sabés que es un fotógrafo profesional y las hizo con su ojo. Es difícil decir “esa foto es linda, esa foto es fea”. La de las berenjenas es una buena foto, pero si no hubiese sido en ese contexto y Argentina fuese un país maravilloso, por ahí pasa como una foto más.

Uno puede leer una foto interesante, incluso sin contexto, por una punta de poesía o de posible historia que le encuentre, más allá de lo técnico.

Sí. Y el contexto la hace más interesante aun. En el 2001, por ejemplo, hemos hecho muchísimas buenas fotos que no han repercutido como la de la berenjena. La foto del chino que grita mientras la gente le vacía el local es terrible.

Bernardino Ávila.
Bernardino Ávila.

Bueno, ahí tenés una sola foto que contiene toda la historia.

Sí. Y no repercutió como esta. Quién sabe por qué: si te ponés a ver los contextos, tienen cosas en común y podrían haber tenido la misma difusión, pero no.

¿Pensás que ésta la tuvo porque te llevaron preso?

No, porque la foto de las berenjenas ya se había viralizado en las redes antes de que me llevaran en cana. Creo que esta vez tuvo mucha importancia internet, en 2001 no había. No, al menos, en la dimensión de hoy. De haber habido esta posibilidad de difusión, en 2001, explotaban las redes, había fotos por todos lados, no sólo la del chino, fotos de los muertos…

 

ARRIBA LAS CÁMARAS

                                                                               “¡Oh, Dios!, / ¿no puedo salvar
ni uno, de la despiadada ola?”
“Un sueño dentro de un sueño”, Edgar Allan Poe


¿Quedaste un poco asustado de la situación del verdurazo?

Bernardino Ávila. "Verdurazo".
Bernardino Ávila. «Verdurazo».

No tanto de esa situación, si no de la posterior, cuando el policía me apunta, me empieza a perseguir y termina deteniéndome. Cuando me preguntan si creo que me detuvieron por la foto de la berenjena, yo prefiero pensar que no, que no fue por eso. Para mí, el policía se sacó porque se golpeó con mi cámara. Pensar que buscaron por foto haría muy difícil seguir trabajando. Obviamente, tengo temor.

¿Y cómo trabajás con eso?

Por el momento, hablé con los jefes del diario y les pedí un poco más de tranquilidad. Pero aunque no me manden a lugares con ese tipo de conflicto, después voy solo igual.

¿Nunca te había pasado que te marcaran?

Jamás. Hemos tenido roces con la policía, como puede tenerlos cualquier fotógrafo que cubre notas hace treinta años. Pero jamás nos han detenido.

Bernardino Ávila. "Verdurazo".
Bernardino Ávila. «Verdurazo».

¿En la dictadura tampoco?

No, porque no trabajé en dictadura. Pero he hecho notas arriesgadas y jamás he quedado detenido.

¿Qué cargos tenés?

Resistencia a la autoridad y lesiones leves. Según la policía, yo los agredí de entrada y después seguimos a los golpes, porque hay un policía con la nariz rota, otro que tiene no se qué. Según ellos, les pegamos como a cinco policías, ¡con las manos atadas! Desde el primer momento en que el tipo me entra a perseguir, están filmados de todos lados, hasta de arriba.

Bernardino Ávila.
Bernardino Ávila.

¿Alguna vez pensaste que te iba a tocar fotografiar a un agresor tuyo?

No, pero siempre estuve preparado. De hecho, en el verdurazo anterior, cuando un policía vino a tirarme gas pimienta en la cara, lo primero que hice fue fotografiarlo. Me aguanto el gas, pero la foto se la saco a él tirándome.


Y, a su vez, que alguien te fotografíe fotografiando a tu agresor…

Sí. Esa cadena es impresionante. Y muestra el compañerismo que tenemos en las coberturas, más allá del medio al que pertenezca cada uno. El simple hecho de tener una cámara te hace saber que otro, que también tiene la suya, te va a respaldar. Cuando nos encontramos en situaciones como estas, los fotógrafos lo primero que hacemos es levantar la cámara, para que no se rompa y para avisar a los otros compañeros que algo está pasando, que vengan a ver y a sacar fotos. Así fue que se me acercaron los otros colegas y por eso están todas sus fotos del hecho. Sin embargo, la policía no se detuvo en ningún momento. La doctora Paula Lagos, nuestra defensora pública, nos decía que es la primera vez que, en un caso, tiene tantas pruebas a favor. “Se nota que tocaron a un fotógrafo, porque sacaron fotos de todos lados”, nos dijo. En esas fotos, el tipo que me pone las esposas aparece con la nariz intacta y después va a declarar que le rompimos el tabique…

Bernardino  Ávila. 2001.
Bernardino Ávila. 2001.

¿Qué pensás de ese cinismo?

Los tipos están cebados. Probaron una vez y vieron que los dejaron. Igualmente, el peor momento que pasamos esa vez fue el del arresto. Después, ellos mismos estaban como asustados con nosotros. Como si, de repente, hubiesen caído en la cuenta de qué hacían. Quizás no tanto en relación a que “no está bueno detener a un fotógrafo”, sino a que el operativo que montaron fue malo. Porque, ponele que yo realmente le hubiera querido pegar al tipo con mi cámara, ¡no te me podés venir así! Incluso por vos mismo. Vos sos el agente policial, tenés que frenar la mano. Y ni siquiera los compañeros de él lo frenaron. No. Lo siguieron y se vinieron encima de mí. Yo sentí un choque, no te lo niego, pero lo que me preocupaba es que la cámara no había disparado cuando él se me venía encima, no pensaba que podía terminar en una cosa como la que se dio.

 

BERNARDINO, A TRAVÉS DEL ESPEJO
                                                                              “Bueno, en todo caso los libros se parecen a los nuestros, pero tienen las palabras escritas al revés: y eso lo sé porque una vez levanté uno de los nuestros al espejo y entonces los del otro cuarto me mostraron uno de los suyos”
“Alicia a través del espejo”, Lewis Caroll

 

Hay fotos anteriores en las que fotografiaste fotógrafos ¿qué tiene eso de singular?

No sé… La de Mario Quinteros, fotógrafo de Clarín, me gustó por el contraluz.

En otra te fotografían a vos.

Sí. Está buena esa foto porque muestra las condiciones de trabajo, aunque no me gusta que me fotografíen a mí.

Hay una cantidad de fotos en las que la imagen se ve a través de vidrios deformados, algunas de ellas, de 2001.

Bernardino  Ávila.
Bernardino Ávila.

¿Te referís a una foto del Banco Macro? Allí me interesó cómo se reflejaba el Banco de Boston en el espejo roto del Banco Macro, se veía como a punto de estallar. Y fijate, funciona como un autorretrato, donde mi cara es uno de esos agujeros estallados. Esos agujeros me dieron ese instante de estallidos, en ese momento del país estallado. Cuando vi ese espejo roto, conmigo reflejado en el ángulo de atrás, justo el banco de Boston y en el 2001, se armó la historia ¿te das cuenta cómo se me forman las historias? No las busco.

A quienes miramos las fotos, nos llamás intérpretes. Es encantador y, sin embargo, la foto es esa historia que vos viste primero.

Digamos que la veo a mi modo e intento reflejártela así. Tal vez, si vos pasabas por ahí, también la veías o veías otra cosa. Aparte, en 2001, tirabas la cámara para arriba y, cuando caía, venía con una foto. Era un caos total. Era Mad Max. Caminabas por Corrientes y veías columnas de humo. Un tipo que había roto una vidriera se llevaba un traje con la etiqueta colgando, entrabas al McDonald’s incendiado a tomar una Coca y te la servías vos mismo, a las seis o siete de la tarde, creo que ya había caído De la Rúa.

 

EL TEATRO DE LA LUZ

                                                            Ya la sombra es el nido cerrado, incandescente, /la visible ceguera puesta sobre quien ama; /ya provoca el abrazo cerrado, ciegamente, /ya recoge en sus cuevas cuanto la luz derrama.”
“Hijo de la luz y de la sombra”, Miguel Hernández

Bernardino Ávila.
Bernardino Ávila.


Hay muchas fotos de multitud donde vimos como paneos de todas las cabezas, en los que se destaca algo  singular: alguien, un número, un casco, una leyenda…

Claro. Siempre hay un punto, siempre hay algo. Aquí, encima, el tipo está mirando a la multitud…

La multitud hace de público en todas estas fotos, donde está destacado un texto. Después, en la del “Nunca más”, la multitud es parte del público.

Sí. Es un pañuelo más.

Bernardino Ávila.
Bernardino Ávila.

Es decir que el texto entra en una escena teatral ¿Te interesa lo teatral?

Sí. Me gusta porque en esas escenas manejamos nosotros la luz, como el iluminador lo hace en el teatro. Entonces, vos haces el encuadre tranquilo, porque sabés que la luz siempre va a caer bien. Sí, me gusta mucho.

Lo pictórico aparece bastante en tus fotos, a veces como un pleno azul, a veces en la figura teñida de luz roja de una mujer, casi como una mancha en medio de la oscuridad…

Bernardino Ávila.
Bernardino Ávila.

Fijate que le pega la luz del sol. Es un cono de sol. Eso es a mediodía, a media cuadra del Congreso. Una señora pide limosna en un estacionamiento. Ella estaba ahí, en ese cono. Yo sólo quería que me mirara un instante. La esperé, la esperé. Y, cuando se produjo la escena, apreté.

Estás muy atento a la luz y al contraluz.

Sí. Así somos los fotógrafos siempre que tenemos tiempo de armar la escena. En esta foto del farol en Corrientes, por ejemplo, a mí me sorprendió el cielo y pude encuadrar a mi gusto. Es el tipo de foto que hago mientras estoy esperando otra cosa.

Bernardino Ávila.
Bernardino Ávila.

 

LAS ALAS DEL DIABLO

               “(…) y por instinto, para librarse del relente, el Demonio, meditabundo, se embozó en las alas.”
“La noche mala del diablo”; Leopoldo Alas Clarín

Bernardino Ávila.
Bernardino Ávila.

Esta cosa pictórica aparece también con ciertas nieblas en tus fotos. A veces de pólvora, a veces de humo y a veces de gotitas suspendidas, como en aquella de las Cataratas, que parece  cuadro de Turner ¿Te interesa especialmente esa cosa esfumada?

Sí. En esa me impresionó mucho el poder del agua cayendo. Y ese esfumado da otro ambiente, otra cosa. Te mete un poco más en la historia. Hacen ese juego más interesante.

¿Y los pájaros?

Libres. Como ellos.

Tenés una escena con un juego de contradicciones, la del pájaro y la cámara de seguridad.

Bernardino Ávila.
Bernardino Ávila.


Sí. Me gustó el cielo de ese momento. Como vos decís, a veces veo los contraluces y me gustan. Si aparece un pájaro, bien. No es que me guste especialmente fotografiar pájaros
.

Bueno, tenés el de la jaula, el del 666…

Bernardino Ávila.Sí, me impresionó ver el pajarito ahí encerrado. Me habían hecho un corte en la frente, en diciembre de 2017, cuando fue la protesta por la reforma previsional. Allí recibí un piedrazo y me tuvieron que dar cuatro puntos. La ART del diario me mandó a rehabilitación y era por Palermo. Allí lo vi al pajarito ese que me impresionó tanto. Otra vez, también en Palermo, me encontré un gallo. ¡Un gallo en una carpintería! Son esas cosas que, en la ciudad, llaman la atención.

 

NARRAR A CONTRALUZ

 “Por suerte, no había mayores motivos de inquietud: la impasibilidad soberana de ese jardín —una bolita de colores admirada a contraluz— nos incitaba a la confianza. Y en verdad, desde las primeras horas de la mañana hasta las últimas del atardecer, el sol entre esas plantas tenía un desplazarse de persona, se paseaba entre los canteros cariñosamente abovedados, elegía algún gajo donde demorarse unos instantes más de lo previsto en el protocolo.”
“Las señoritas del teléfono”, Arnaldo Calveyra


También vimos muchas fotos donde fotografias ojos. No en retratos, precisamente.

Bernardino Ávila.
Bernardino Ávila.

Bueno, es que los ojos llaman mucho la atención. Uno de los chicos que manejan Instagram en el diario me decía que una cara de frente llama mucho más la atención que cualquier otra imagen. Creo que es más la mirada que los ojos.

¿Hay alguna figura que busques por la ciudad? Pienso en las sombras, en los ojos y los pájaros. Uno no sabe si te los encontrás repetidamente o…

Generalmente me los encuentro, pero creo que también los estoy buscando. No puede ser que siempre aparezcan, ¿no? Como las fotos de la gente que duerme en la calle. No es que los busco, me los encuentro. En un principio empecé a hacerlo porque el diario me lo pidió: “Hacé fotos de la pobreza”. Es medio un bajón fotografiar a la gente en esa situación. Bueno, me empezaron a salir fotos interesantes, pero ahora esa imágenes las ves por todos lados. Así que ya empiezo a tomarme el trabajo de buscar otras escenas, una mejor luz, una mejor situación. Ya no el clásico del tipo que revuelve el tacho de basura, sino una situación que te diga más cosas.

Bernardino Ávila. "La casa propia."
Bernardino Ávila. «La casa propia.»

Esta semana hice una foto en el Mercado del Plata, en la 9 de Julio. Hay allí una gigantografía por el tema de la Villa Olímpica, que decía “Tenga su casa propia” y abajo estaba lleno de colchones tirados, eran de gente que duerme en la calle. Esa foto la busqué, porque ya tenía visto el cartel y a la gente en situación de calle que pulula por esa cuadra. Pero nunca se me había presentado el encuadre. La semana pasada, al cubrir una marcha, pasábamos justo por ahí y vi la situación.¡Me habían armado la escena de teatro! Lo único que necesité hacer fue encuadrar y apretar. Ya estaba.

Eso confirma nuestras sospechas de que los fotógrafos son narradores, sobre todo, si les das un rato. Es muy admirable ese pensamiento tan rápido con el que la narración se convierte en una imagen…

Bernadino Ávila. Fotografía: Rodolfo Rodríguez.
Bernadino Ávila. Fotografía: Rodolfo Rodríguez.

Una vez, también en el centro, en una escalera de la boca del subte vi un chico sentadito con un billete. “¿Qué hace este pibe con un billete?” Pedía guita, claro. Me bajé del subte y encuadré de abajo hacia arriba. El tipo que entraba al subte bajando la escalera y el pibe que pedía guita me quedaban a contraluz.

Nunca lo pensaste como una narración.

No, porque en ese momento ves el cuadro e intentás hacer una foto diferente. Si bien, por el ejercicio de mi profesión tengo que hacer la foto común para asegurar el registro, siempre busco la foto diferente.

 

 RITUALES IN FRAGANTI

                                    “Las palas rechinan en el suelo con graznidos de matracas. Hay veredas techadas por andamiajes tan bajos que súbitamente el caminante se siente transportado a las callejuelas moriscas de Tetuán.”
Los bares alegres del Paseo de Julio”, Roberto Arlt


El tema de este número es “rituales”. Lo pensamos como una sucesión de hechos que se repiten para generar un efecto distinto cada vez. ¿cuáles son tus rituales al trabajar?

No sé si los tengo. Si voy a una entrevista, mi ritual es googlear primero al entrevistado, informarme. En cuanto a componer una imagen, creo que no lo hago como un ritual, aunque quizás, ahora que me marcás estas recurrencias, creo que vine al psicólogo.

El día de tu detención, algo inesperado sucedió que cortó el ritual.

Sí. Casualmente ese día me había cruzado con un colega y le había dicho “Tené cuidado porque está lleno de policías”. Lo que sucedió cortó el ritual de hacer mi trabajo, sin duda.

Esta vez fue un suceso inesperado grave pero, en otras oportunidades, ¿cómo se da en tu trabajo lo inesperado?

Por ejemplo, si renuncia De la Rúa, vos vas a estar ahí, colgado en Casa de Gobierno, a la espera de que el helicóptero se eleve para hacer la foto. Eso es esperable. Pero también tenés que estar atento, porque abajo suceden otras cosas…

¿La foto de Alfonsín agarrándose la cabeza?

Bernardino Ávila. "Alfonsín."
Bernardino Ávila. «Alfonsín.»

Esa es de una entrevista que le hice después cuando ya no era presidente. Ese gesto lo vi mientras se preparaba para que yo le hiciera fotos. Esas posibilidades hay que aprovecharlas. Esas son las sorpresas, lo inesperado.

¿Y la de Mauricio?

Bernardino Ávila. "Mauricio Macri".
Bernardino Ávila. «Mauricio Macri».

Ese día había muchos fotógrafos. Puede ser mía o de otro la que viste. La que salió en tapa de la muestra de Agra es de Juan Roleri. Estábamos los dos en el mismo lugar, sólo que yo no presenté la mía, él sí y salió elegida para la tapa. Pero, bueno, en esas situaciones uno espera que el tipo haga algo, porque nosotros le veníamos siguiendo la campaña, veíamos que siempre bailaba, siempre con esa tontería. Entonces, te decís “Este, alguna va a hacer”.

Bernardino Ávila.
Bernardino Ávila.

¿Y lo más inesperado que te haya sucedido aparte de que te lleven en cana?

La señora de la berenjena. La del chino. Son cosas que, si bien las vas a buscar, no esperás que sean tan así, tan fuertes. De Angeli cortando la ruta, cuando se viene toda la gendarmería y lo saca.

 

 

 

LA LUZ DE DESPUÉS

 “¿Es, por ventura, presente, siquiera, / el acceder únicamente a las escamas de tus minutos, / bajo lo invisible, aún, / que pasa…/ o a las miradas de tus láminas / o de tus abismos, / en los vacíos o en las profundidades de la luz, / de tu luz?
“Al Paraná”, Juan L. Ortiz

Muchas fotos tuyas están enmarcadas en lo que nosotros llamamos ventanas.

Encuadres dentro de la misma foto. Es un recurso que te lleva a mirar ahí.

Bernardino Ávila. Primeros piquetes, 2001.
Bernardino Ávila. Primeros piquetes, 2001.

Como un zoom para el espectador.

Claro. Mirás toda la foto, pero el fotógrafo te muestra algo en particular.

¿Te pasó alguna vez de ver en la foto algo que no habías percibido con el ojo, al disparar?

Totalmente. Algo que yo no vi pero sí vio la cámara. Y, por ahí, lo descubre el editor. Hace poco, Joaquín Salguero hizo una tapa de Página/12, la del 24 de marzo, donde aparece de espaldas Estela y, adelante, entre la multitud, se ve la cabecita del juez Ramos Padilla. Todos lo felicitaban a Joaquín “Che, qué buena combinación”-  “¡Te juro que no lo vi!”, nos decía él. Otro ejemplo del 2001: un tipo apunta y, atrás, hay un gordo policía con una pistola. Eso no lo vi al momento de sacar la foto, sino cuando hice la ampliación. Eso fue en Av. De Mayo y 9 de Julio, donde hubo dos muertes y los policías fotografiados están bajo sospecha. Por eso, los negativos se los quedó el Cels. Pasa que yo estaba muy cerca de esos canas y, en el momento en que se quedan sin municiones, escuche que uno dijo, “Agarrá la Halcón”. Según lo que después me dijeron, la “Halcón” es un tipo de arma, una pistola 9 mm, de las que no usan balas de fogueo…

¿Alguna vez pensaste en dejar la fotografía y hacer otra cosa?

Últimamente, sí (risas). Pero mientras siga “Página/12”, seguiré haciendo fotos. No sé… Si se cae, se va a hacer difícil para nosotros.

Aguantaron estos tres años. Van a ser declarados sobrevivientes oficiales.

Cada vez que pensamos que está todo tranquilo, vuelven a sacudir el árbol, a ver quién se cae…

 

A LA SOMBRA DEL REVELADO

                                     “Si no hubiera sido por esa desgraciada, la catástrofe no habría sucedido. Adriana estaba a punto de desmayarse, cuando la fotografiaron de nuevo. Todos me lo agradecieron. Destaparon las botellas de sidra; las copas rebalsaban de espuma. Cortaron las dos tortas en tajadas grandotas, que se repartieron en cada plato. Estas cosas llevan tiempo y atención. Algunas copas se volcaron sobre el mantel: dicen que trae suerte. Con la punta de los dedos, nos humedecimos la frente. Algunos maleducados habían bebido ya la sidra antes del brindis. La desgraciada de Humberta dio el ejemplo, y le pasó la copa al rubio. No fue sino más tarde, cuando probamos la torta y brindamos a la salud de Adriana, que advertimos que estaba dormida. La cabeza colgaba de su cuello como un melón. No era extraño que siendo aquella su primera salida del hospital, el cansancio y la emoción la hubieran vencido.”
“Las fotografías”, Silvina Ocampo

¿Cómo empezaste?

Bernardino Ávila.
Bernardino Ávila.

Con una camarita que encontré en la casa de un amigo. Empecé a hacer fotos para mí. Después, me gustó mucho la foto deportiva. Comencé en una revista que se llamaba “A todo ciclismo”, con Emilio Guindón, un editor. Era una revista under, donde estuve cinco años. Me gustaba porque viajábamos por todas las provincias, detrás de las carreras de ciclismo. Era un trabajo muy manual, yo hacía fotos en blanco y negro, tenía que cubrir el evento, revelar, hacer las copias a papel…Estaba muy bueno para empezar. A esa altura, ya había dejado un laburo que hacía en Argencard, en el archivo de cupones. Obviamente, a la vez hacía fotos de casamientos y todas esas cosas que hacemos los fotógrafos para sobrevivir. Eso hasta que, una vez, la hija de un periodista de “El Gráfico” corría en bicicleta y salió campeona. Yo tenía una muy buena foto de la chica de frente, que llegaba con los brazos en alto. Entonces, hice la ampliación y se la llevé al padre “¡Qué buena! ¿qué te debo?”, me dijo. “No me debés nada. Lo único que te pido es que me presentes delante del jefe de fotografía de “El Gráfico”. Ese jefe de fotografía era el tano Forte. Dicho y hecho, me llevó a Atlántida, me presentó y me preguntó si yo tenía la credencial profesional de Agra. Le dije que no y entonces me dijo que volviera cuando la tuviese. Volví a los tres meses y me empezaron a llevar a la cancha. Me ponían atrás del arco con un lente de 50 mm. Me dijeron: “Cuando ves que la pelota viene, apretá”. Yo, contentísimo, imaginate. Ya pisaba un campo de fútbol, era tocar el cielo con las manos. En un River- Boca, apreté esa foto.
Entregué todo el material y, cuando fui a ver la revista publicada, me habían dado una doble página. Creo que era un gol de Ortega. Buenísima. Esos fueron mis primeros pasos.  Dejé de hacer fútbol en El Gráfico, creo que en el verano del ’94, cuando se cortaba el laburo en la revista. Entonces, me habían recomendado que fuera a ver al jefe de fotografía de «La Prensa», El «Bicho» Juarez. Ahí, el «Bicho» me tomó como fotógrafo. Estuve un año. Después, La Prensa cerró.

Pensaba en cómo cambiaron los rituales con el paso a lo digital en la fotografía.

Es terrible.  Los fotógrafos sacamos una foto y ya la queremos ver. Antes, con el negativo, imaginate, era una desesperación.

Pero había todo un misterio ¿no?

Íbamos a la cancha, hacíamos las fotos: ¡ta, ta, ta,ta! Y, hasta no volver al laboratorio y revelar, uno no sabía si tenía o no la foto del gol, si salió la pelota o no. Unos nervios… Nos peleábamos entre colegas para revelar. En cambio ahora, ya en la cancha ves la foto. Lo mismo para transmitir en manifestaciones o en cualquier evento, enviás el material al diario al toque.

Bernardino Ávila.
Bernardino Ávila.

¿Se perdió o se ganó?

Para mí se gana. Te tenés más confianza. Estás en la nota y sabés que la foto ya la tenés.

¿No te da nostalgia ese proceso lento?

Me da, sí. Era muy linda la magia de ver cómo se venía la imagen en el papel. Muy linda. Sobre todo, si lo podías hacer tranquilo, sin presión.

Algo que quizás no sienten las generaciones que “nacieron” en lo digital.

Bernardino Ávila.Fotografía: Rodolfo Rodríguez.
Bernardino Ávila.Fotografía: Rodolfo Rodríguez.

Claro. No le dan la importancia que le damos nosotros. Igual tienen otras cosas, manejan otros códigos. Están en otros temas, tienen otras urgencias. Esto de lo digital genera mucha competencia. Las agencias compiten entre ellas para meter primero la foto de la misma situación.

Me da la sensación de que, con lo digital, cualquiera tira trescientas fotos y una va a salir bien.

Sí. El tema está en lo profesional. La foto tiene que estar a las diez de la noche y son las diez menos cinco y vos tenés que revisar trescientas fotos ¿Cuál es la interesante? No te conviene tirar tantas, porque tenés que editar. Tenés que ser rápido.

 

FOTÓGRAFO EN LA OSCURIDAD

                                   “El lenguaje responde a lo que está dentro o detrás o escondido, a lo que, en otras palabras, no se mira fácilmente, dando a entender que tan oscuro es el nacimiento de la invención como luminosa es su conclusión. Por lo tanto, cuando la luz de la foto se dispersa, el poema se hace cargo.”
“Fantasía sobre las relaciones entre fotografía y poesía”, Mark Strand


En la era de lo analógico, en situaciones como la que te tocó vivir, de ir preso, el fotógrafo no tenía garantía de que el material llegara a la redacción, salvo que ocultara el rollo o lo salvara de alguna forma.

Bernardino Ávila (fotoperiodista de Página 12) y a Juan Pablo Barrientos (fotoperiodista de Cítrica), arrestados
Bernardino Ávila (fotoperiodista de Página 12) y a Juan Pablo Barrientos (fotoperiodista de Cítrica), arrestados

Bueno, cuando me empieza a perseguir el policía, para mí venían por mi cámara. Entonces, intenté alejarla de ellos, mientras me pegaban. Vi a Sebastián, un colega que conozco de la calle. No es mi amigo pero, en medio de la golpiza, le dije que me agarrase la cámara. Él se conectó conmigo, me manoteó la cámara, se la colgó y me siguió fotografiando. Cuando mi cámara estuvo con él, ya me relajé. Ahí me redujeron, me tiraron al piso, me pegaron, pero yo ya sabía que la cámara la tenía un colega, estaba a salvo. Te soy sincero, en ese momento fue en lo único que pensé: entregarle la cámara a alguien conocido. Ahí la tecnología no marcó la diferencia, tenía que salvar el material y el material estaba en la cámara. Luego, desde el piso, vi a Sebastián que todavía estaba por ahí y le dije que se fuera al diario.

¿Alguna vez te sentiste en riesgo de vida en tu trabajo?

No. En el 2001, estuve en situaciones en que los tipos sacaban sus armas y tiraban tiros, pero corrí el mismo riesgo de vida que cualquier manifestante en la marcha. Por suerte, nunca pasó que me apretaran puntualmente a mí.

¿Y cómo se juega ahí tu rol de laburante en relación al de quien va con una convicción política o ideológica?

Estamos en la misma situación. Ellos se cuidan, van en grupo y nosotros también. Además, generalmente, nosotros estamos con ellos.

Bernardino Ávila.
Bernardino Ávila.

A diferencia del 2001, hoy hay una actitud diferente de las fuerzas de seguridad con la gente de prensa.

Sí, sí. En 2001, en la 9 de Julio, donde está Bienestar Social, había un grupo de policías que estaban dándole palos a lo loco a un par de pibes tirados en la calle. Cuando nos acercamos nosotros, pararon. Les hicimos fotos, estaban llenos de sangre los pibes. Me acuerdo que yo los puteaba a los canas. Uno de los pibes nos dijo “Por favor, no se vayan”.

Ustedes operaban como protección.

Sí. En 2001. Ahora nos disparan a nosotros. A Pablo Pirovano en 2017, en la reforma previsional, lo fusilaron a dos metros con balas de goma. Sabemos que fue a esa distancia por los peritajes. Ya no les importa. Están cebados.

Fotografía: Rodolfo Rodríguez
Fotografía: Rodolfo Rodríguez

 

 

 

 

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