Deseantes: sobre equilibristas.
Por Cecilia Miano
EQUILIBRIO INESTABLE
Vivir en equilibrio.
Escuchamos tantos discursos donde el equilibrio es un fin, sinónimo de éxito. Si te desbandás, si te inclinás un poco de más hacia uno de los lados, serás castigada con frustración. Y no es que me guste andar tumbada o siempre a punto de caerme. Creo en un equilibrio como un horizonte, algo que nos hace caminar en medio de un campo lleno de obstáculos, remansos y desafíos. Este movimiento nos acerca también al vacío, al abismo de no saber qué viene, a no respetar la propuesta y seguir. A desequilibrar para lograr la trepada y también la caída. Los escasos momentos en que el equilibrio cobra estabilidad son sólo eso, instantes para volver a romperla y desafiar de nuevo: al aire, al suelo, a la vida.
DÍCESE DE
Equilibrista: Persona que practica ejercicios para mantenerse en equilibrio o mantener objetos en equilibrio, en especial, si se dedica a ello profesionalmente en el circo u otro espectáculo público. A través de múltiples ensayos, ellos consiguen desarrollar al máximo los reflejos del cuerpo. En sentido figurado es alguien que puede controlar los desbordes: “un verdadero equilibrista de la diplomacia”.
VIVIR EN LAS ALTURAS
Un lugar de encuentro cotidiano es el supermercado. Marta se mueve despacio, su bolsa sabe dónde ir. Las campanitas colgadas de la puerta anuncian su llegada, las palabras encuentran huecos y se filtran con el discurso repetido. La bolsa cobra cuerpo con las papas, las frutas al fondo y el arroz de hoy, que es de tamaño chico. Marta levanta su vista y todos los días se encuentra con las fotos de la pared posterior: son viejas, algunas han perdido el brillo, pero la luz de la mañana abanica los recuerdos. La mente se desdobla porque, ante memorias tan parecidas, el hilo del relato familiar se pierde un poco. En el frente del mostrador, el anuncio cambia su enfoque.
Las letras del anuncio pretenden llenar la vista de imágenes que se intuyen, a Marta la propuesta se le queda entre las arrugas. La foto que surge en su mente es ahora la de una bailarina musculosa, llena de fuerza, con determinación, colgada de una tela color furia. La idea se retuerce entre las esquinas de la memoria, ¿es ella?
CON MAR DE FONDO
Los acróbatas son personas disciplinadas para el control del cuerpo. En el aire, la vida es particular. Los escalones se construyen en la fuerza de los músculos. La mente se prepara para las piruetas que el cuerpo ejecuta con precisión. Las nenas son las más propensas a este tipo de disciplina, lo observo en el ensayo general del sábado 16. Todas las luces se disponen en colores cálidos. La luz principal destaca la figura ahora completa de la equilibrista, mientras las telas cuelgan desde la altura mayor del techo de la escena y los colores se funden con la imagen de fondo del escenario: en este caso, un mar. La danza completa el cuadro, las manos se muestran etéreas, los dedos forman arcos y curvas muy trabajadas. Estoy en la primera fila y los detalles son maravillosos. Cuando el foco de mi vista se amplía, el cuerpo parece no tener peso. Como si la elevación fuese natural, como si los trucos no forzaran a los músculos y el placer en el rostro fuese cosa de todos los días. La música cierra el círculo, los sonidos envuelven la escena al ritmo del viento. Mi propia respiración se corta ante la inversión de la cabeza. Miro las manos y, al mismo tiempo, las puntas de los pies. Una línea muy pura hace al espectador suspenderse en ese vuelo, que ya no parece ajeno.
El piso de los acróbatas encuentra otro espesor: la tela cae sin prisa desde la altura mayor, los tonos se encuentran con cuerpos armados de trajes elásticos, suben con maestría, las piernas se hinchan, la cabeza queda abajo, las manos parecen mariposas. Ensayan caídas y nudos inexplicables.
TREPAR ES ETERNO
Sin pedir autorización, la imagen se cuela entre las palabras. Las transiciones entre piso y cielo son musicales, las indicaciones de antes ahora proponen seguridad en cada acto del espectáculo. El escenario del “Cine Teatro Sociedad Italiana de Salliqueló” hoy se vistió de equilibristas. El cuerpo de equilibristas en tela es numeroso. Gabriela, quien comanda la batuta, construye la sintonía con tonos de voz pausada. Desde su cuerpo propone el don con piruetas gráciles, con detalles sutiles de trepadas y caídas, de equilibrios inestables y de gestos de placer. El espectáculo es soñado y puesto en acto de manera segura. La música envuelve los músculos, la idea de naturalidad es ensayada. La gracia está presente en cada detalle.
EQUILIBRISTAS, MALABARISTAS Y OTROS ISTAS.
Resiliencia: es la capacidad que tiene una persona o un grupo de recuperarse frente a la adversidad para seguir, para proyectar el futuro. En ocasiones, las circunstancias difíciles o los traumas permiten desarrollar recursos que se encontraban latentes, pero hasta ese momento el individuo los desconocía.
En la acrobacia con telas, el género se estira en fusión perfecta con el cuerpo ¿Cuántas batallas han tenido que atravesar los equilibristas para llegar a semejante armonía? Seguramente, muchas. Habrán pasado por esos combates donde los segundos se eternizan cuando algo no resulta lo esperado, los movimientos se aletargan cuando gana la frustración. Sin embargo, durante el espectáculo, estas luchas se esconden entre los movimientos certeros, el escape de un nudo se vuelve gracia, las caídas ensayadas se perciben sin miedos.
Durante un poco más de una hora el espectáculo del cuerpo, los sueños y la determinación de cada artista asumen el riesgo. Es en vivo. No importa cuántos ensayos hayan hecho. Cuando hay que poner el cuerpo, la certeza se queda en camarines. Pero lo incierto no es flojera. Una afirmación, una contundencia de la vida, de pronto, toma al cuerpo que tanto tiempo ha trabajado, más que para triunfar, para convocar la potencia de un deseo como este. Así, el acróbata da vuelta la ecuación: ahora la quietud y la seguridad no son las metas. El vacío no es el enemigo. Ahora el paso más allá del suelo conocido es la intensidad de un movimiento que concentra toda la vida. Y luego habrá tiempo para desbandes. Y, después, otra vez, nuevos pasos. Equilibristas: penduladores de textos que se escriben en el aire para que el espectador lea. Del mismo modo en que la escritura intenta dar cuenta de lo innombrable, apostar a desmontar toda idea de lo permanente y descubrir piruetas tan impensadas, que necesiten ser fundadas en el vacío para poder ser.