Lo inesperado: Entrevista a Rita Cortese
Entrevista: Noemí Pomi, Viviana García Arribas, Gabriela Stoppelman
Edición: Gabriela Stoppelman
“En el cielo las estrellas, en el campo las espinas, y en el medio de mi pecho, qué pasó” “¿Qué pasó?”, poema de Alejandro Urdapilleta
“(…) Los milagros ocurren,/ si se tiene el cuidado de llamar milagros a esos
espasmódicos trucos de la luz./ La espera ha vuelto a comenzar./
La larga espera del ángel (…)”
“Corneja negra en tiempo lluvioso”, Sylvia Plath
Justo en el medio de un verso, no viene y se corta la luz. Entonces, en la oscuridad de la sala, las manos del pianista hurgan la piel de otro piano, se alían al reclamo de emergencia y le hacen un guiño a la voz. Que siga, que siga. La voz, por su parte, se reorganiza dentro de un caos inesperado de penumbras. Buena tela la de las sombras, quienes comprenden de inmediato la necesidad de abrazar el fervor de un tango, el denuedo de una presencia que no se rinde. Sin embargo, las cosas no son tan sencillas. De un codazo, vuela la luz de emergencia. El apuro enreda a algunos asistentes entre los cables, los anteojos se quejan del papel lamentable al que han sido relegados, porque, por mucho que agucen el aumento, se ve apenas una filigrana de la letra. ¿Qué pasó? Bueno, en principio, se cortó la luz. “Hay que acostumbrarse”, dice la voz cantante, “esto es lo que nos va a tocar”.
Mientras tanto, arregla los remolinos del escenario y arremete de nuevo. Con lo que tiene, avanza. Porque se cortó solo la luz. Pero el hilo que sostiene la trama busca un atajo para el canto y el poema sigue intacto. Entonces, Rita Cortese arremete. Ariel Polenta sostiene la música en la bella noche del escenario y la celebración continúa, va por una silueta para el tejido, por un cuerpo de todos en la trama de una pregunta, por una entonación colectiva que, en espina acuciante, repite: ¿qué pasó?
UNA BALA EN LA OSCURIDAD
“Creo que el poema/ con dientes y alma/ capaz de andar cien siglos/ con una vuelta de sangre/ vive/ Desnudo/ brutal/ oscuramente humano”
“Soy inmortal”, Miguel Ángel Bustos
La noche de la escena está cribada. Pequeños hoyuelos titilan entre un verso y un acorde. La voz lo advierte y se cubre con el género leal de los cuerpos alertas, de las siluetas que orientan la mirada, apenas, hacia los huecos de sol. El tema de la ausencia es recurrente en tu espectáculo, en las letras que elegís. ¿Cómo es tu relación con las ausencias? Seguramente las exorcizo a través del canto. Las ausencias permanecen con uno, es muy difícil sacarlas, son agujeritos que tiene el alma. Están muy presentes. Retirada y ofrecida, en el oficio de cantante celebra la palabra poética, ¿qué es lo poético para vos y qué potencia singular aparece cuando la poesía de la escritura se junta con la de la música? Mirá, la poética es la síntesis más absoluta del alma, es muy difícil de explicar, no me interesa cerrar las cosas. De la poesía, me interesa esa síntesis, ese punto donde uno se queda como sorprendido. La poesía es como un balazo, por eso es tan peligrosa. Y se potencia inevitablemente con la música. Cuando la música puede comprender y abarcar esa poesía de los autores populares, aparecen temas inolvidables como “Cuñataí”, “Construcción” o “Nada”. Cuánta nieve hay en mi alma/ Qué silencio hay en tu puerta/ Al llegar hasta el umbral/ Un candado de dolor/ Me detuvo el corazón. Nada, nada… (1). Dijiste alguna vez que no escribís, que todo lo que tomás está escrito por otro. Sin embargo, tus versiones son muy especiales, ¿no son una relectura o una reescritura? Sí, son las dos cosas. Pero a mí me da mucho pánico escribir sobre un papel, por eso nunca me metí en ese punto. No soy Leonardo da Vinci ni pretendo serlo.
DE CASA NATAL, EN CASA NATAL
“No me has encontrado, me anduve empapando de rocío. Temprano irisado. Iba cantando, iba contándome, iba abriendo maizales con el canto al canto. Los perros lo toreaban a Dios de tan visible.»
“Libro de las mariposas”, Arnaldo Calveyra (2001)
Tambores que reverberan desde la distancia, una ronda en silencio bailada por el fuego. Un puente súbito entre cada “así sea” y cada blasfemia al cielo. Seguimos sin luz eléctrica. Ya nadie ni se acuerda del incidente. En un momento, en la interpretación, hay como una oración laica. Una mezcla entre declamar, actuar y cantar: Sí, pero las oraciones nunca son laicas. Son religiosas en el sentido de re-ligar. Yo soy profundamente religiosa y absolutamente ecuménica. Creo que la vida es un misterio muy importante, lo es el cuerpo de uno, un enigma muy grande como para que no haya una religiosidad en ese punto. Es algo muy sagrado. ¿Y el arte funciona como puente en ese sentido? Sí, es que el arte también es sagrado, es religioso. Es una ceremonia. La memoria, esa arquitecta que toma argamasa del pasado y ladrillos del futuro, huellas aún no pisadas e hilachas de tiempos ya idos. En una nota contabas: “En mi casa escuchaban tango y mis padres me enseñaron a cantar. Hacía shows en las casas de mis amigos, en los cumpleaños o en reuniones familiares”. Tanto en tus letras como en tus entrevistas, regresa la figura de la casa natal.
Nada, nada queda en tu casa natal/ Solo telarañas que teje el yuyal/ Y el rosal tampoco existe (1) Aparte de la casa donde uno nació, ¿hubo para vos otros orígenes en otros espacios? Toda mi vida. Todo el transcurso de mi vida. Todas mis otras casas natales, que han sido muchas. Metafóricas y concretas.
DESACHICARSE
“abrir dos ojos a la vez/ aunque la cuerda salte/ y algo llore en la noche del ropero”
De “Lugares extraños”, Susana Thenon
Y, entonces, sin que nadie la llame ni la necesite, la media fase más vital del teatro se agranda desde donde no estaba e irrumpe. El pobre piano acústico y solidario, que tan amable ha sido en remontar el bache de la luz, pide que lo dejen- por si acaso-, esta no es noche de confiar en continuidades. Desde el fondo más lejano, inaccesible a la mirada, regresa el exilio del piano eléctrico. Prudente, se queda por atrás del escenario, hacia donde van los cuerpos cargados de voz, letra y melodía. “Qué cosa la vida de uno, eh?” Los cuerpos ahora vacilan, silenciosamente, en el espacio nuevamente iluminado que, de pronto, parece otro, como un sitio a la vuelta de una breve escasez…. Te has referido a la pobreza del lenguaje en la que vivimos, ¿pasa lo mismo con el lenguaje corporal? Creo que hay muchos caminos para poder encontrar el lenguaje corporal, a lo mejor, no son los más conocidos, pero existen. No te olvides que, siendo actriz, trabajo con mi cuerpo. Siento que el cuerpo, en este momento, pasa por una situación complicada. La gente se pasa horas y horas con las computadoras y los teléfonos. El cuerpo está achicado a su mínima expresión. Sólo en casos muy particulares, como en el de los bailarines, donde el cuerpo se trabaja. De todos modos el cuerpo, atado o no, siempre está contando algo, se expresa.
¿Qué pasó? ¿Quiénes hablan el teatro y quiénes lo blablablean?, ¿cómo fue que se mezclaron así las cosas?… Hablamos con Bartís y él decía que, desde la época del menemismo, la sobreactuación que hace la política en su espacio genera como una competencia desleal con los actores. Eso, entre otros motivos vuele interrogar a los actores sobre el lenguaje que buscas. Y, por otro lado, trae dificultades para atraer gente al teatro, ¿cuáles serían hoy las dificultades que ves en tal sentido? Muchas, varias. La principal es económica, porque la profusión de obras de teatro, tanto en el circuito céntrico como fuera de él, es enorme en Argentina. Nuestro país, y fundamentalmente Buenos aires, es un lugar insólito por la cantidad de salas teatrales que tiene. Pero cuesta muchísimo llevar a la gente al teatro. No por la calidad del material que se da, sino por los costos. Hoy hay que ser rico para ir al teatro, hay una involución muy grande en ese sentido. Pero es cierto que nos codeamos y empujamos en el subte, nos maltratamos por un lugar en la fila del banco, le damos sin asco al tobillo de la de adelante con el changuito del súper. Tanto mover el atropello, hasta parece que fuéramos conscientes de nuestros cuerpos. No actuamos, nos disfrazamos de clientes en nuestro apuro hacia dónde. Mientras, olvidamos preguntar: ¿Qué pasó?… Algunas amigas de mi hija adolescente parecería que prefieren el cine al teatro, por la mediatización de los cuerpos vía la pantalla antes que los cuerpos en vivo. Tal vez por miedo ¿no? El cuerpo en vivo, al trabajar, emana e irradia, es un arma muy potente. Y, además, estamos con la comunicación a través de la imagen. La imagen filtra al cuerpo y difícilmente interpele. Siempre mantiene una distancia. Eso pasa en el cine, salvo con los grandes artistas que, convengamos, no abundan.
NO APTO PARA PELOTUVIVIENTES
“Si usted toma la punta de un conocimiento/ y empieza a tirar el hilo/ va a sacar una sombra”
“Lo inescrutable”, Jorge Leónidas Escudero
Y, mientras la luz aguante, la escena aprovecha los claroscuros, donde el arriero va y va, “Las penas y las vaquitas se van por la misma senda, las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas”, (2) y la puesta avanza hasta “donde se han dormido las luces del pedregal.”(2) Ay, Rita, cuidado con esas metáforas, justo esta noche de cortes. Pero ella no es de andar con esos reparos. Que se cuide la instalación eléctrica. Brinda, canta. Y va y va, la arriera va. ¿Qué considerás que es ser un gran artista? Alguien que te conmueve, que te interpela. A la última película de Kiarostami que vi, “24 cuadros”, no podré olvidarla. Imágenes e imágenes e imágenes permanentes y ese cuerpo único que aparece al final… Es maravillosa. Es impresionante lo que puede contar un único cuerpo humano. Pero, bueno, estamos hablando de Kiarostami, ¿no? No estamos hablando de actores que se mueven permanentemente porque creen que ese movimiento constante es la acción.
Esto también podría vincularse a lo poético. Por supuesto. Como lo que hace Machin en “El mar de noche”, es una joya teatral. ¿Cuáles son las búsquedas actuales en el teatro que te parecen interesantes? Bartís, por ejemplo, me parece interesantísimo, es uno de los grandes maestros en este momento. La última obra que vi de él me hizo llorar, es la teatralidad pura. Es muy emocionante ver una obra de esa envergadura. Él nos decía que el teatro que le interesa no es el que representa un lenguaje, sino el que lo busca y que, por eso, le parece más importante el ensayo que el estreno. Tiene razón. El trabajo es buscar un lenguaje, ese es el secreto, lo incompleto, lo no terminado. Eso tiene que ver también con lo sagrado. No tuve la suerte de trabajar bajo su dirección, pero he visto todas sus obras. Alguna, incluso junto a él, desde una mesa, por un agujerito de la pared de al lado. Él está presente, dentro de la obra siempre. Sin intensidad, ¿para qué? Con semejante misterio que es la vida, pasarla pelotudamente…
PERDIDOS EN LA NOCHE
“Más celestes que aquellas centelleantes estrellas/
nos parecen los ojos infinitos que abrió la Noche en nosotros.”
“Himnos a la noche”, Novalis
Y no te dije que no tentáramos al diablo con eso de las luces dormidas y cosas por el estilo. Si ni tiempo hubo de dejar que Don Polenta llegara al final de una fabulosa intro, cuando la maldición de la media fase entró otra vez en crisis y nos zampó en la jeta el segundo apagón. “Está bueno Buenos Aires”. Rita no le afloja a encontrarle una salida. Observa el vaso de whisky, como quien le cuenta a un amigo, “mirá lo que me vino a pasar”. Y el vaso le dice, “Seguí nomás”. “Seguimos así, si vuelve la luz, no le damos bola”…” ya no sé qué decir…, si no, cantamos la marcha peronista y nos vamos”. El público, de algún modo, se entusiasma con esta segunda noche del escenario. Plaggeados, unpleaggeados, plagiados o en medio de una plaga, la cosa sigue. Es un misterio, porque ahora continúa con más ímpetu, con una atención que se alía al esfuerzo de los artistas… Y hablando de los misterios, en varias entrevistas hablás de los misterios de la noche y de la posibilidad que da la noche como escenario para perderse, ¿para qué perderse? Ese es el gran secreto. Lo demás ya conocemos. Sin embargo, casi todos los disciplinamientos de la vida hablan de encontrarse.
Sí, pero a mí ya no me interesa encontrarme. Ya estoy, ya me encontré. Eso de la pérdida es lo mismo que dice Bartís del teatro. Al perderte, también te encontrás, es una manera de abrir caminos. Cuando digo perdernos, digo no transitar los mismos caminos ya conocidos. Y perderse tiene que ver también con la pasión, con lo insondable. Sobre todo, con respecto a la noche, que tiene una vida brutal, generalmente cercenada y juzgada, como el tiempo del peligro: “Un tipo que vive de noche…”, como si la vida fuera entrar a un banco, sacar plata del cajero, ir, volver, hacer las compras trabajar… Si esa es la vida….
DEAMBULAR EL GRITO
“ay vidalita desde el racimo del vaso infausto desde/ el espejillo donde tus ojos me comen desde la última visitación/ desde lo tremebundo de este estar ay vidalita desde la musa extraviada desde el tordillo plateado/ que perdió la querencia desde los soles que me/ hieren porque soy más de las lunas ay vidalita desde la/ sexta que está en un hilo desde esta vihuelada que/ en el final es bermellón ay vidalita desde la codicia/ del chupasangre desde el santiamén del olvido des-/ de la sombra caudalosa desde no sé que, escalofrío y en/ el disturbio de los ojos/ ay vidalita”
“Esa caja amarilla”, Juan Carlos Bustriazo Ortiz
Te juro que lo vi. Miraba el celular y, con medio cuerpo dentro del container y su brazo derecho como caña de pescar, rebuscaba. ¿Qué paso? Te juro que no quise imaginar lo que vendría, no me aguantaba la idea de pensar que la escena continuaría con el hombre- quien no cejaba de alternar su tarea con miraditas a su pantalla- metido de lleno dentro de la basura. Muy poca basura, porque ya otros habían andado antes en eso de revolver la falta. Te juro que, al verlo desaparecer dentro del container, temí que la tapa se cerrara sobre él, en un simulacro de tumba y nadie corriera a socorrerlo. Tan solo el hombre, dentro de ese hueco. ¿Qué pasó? … la soledad es un tema que aparece mucho en tus letras. La Ciudad de Buenos Aires, últimamente, se ha llenado de ambulantes, ¿qué tiene de singular esta nueva soledad que estamos viendo como espectáculo callejero? Dijiste la palabra: la gente está deambulando, balbuceante y con mucho dolor. Hay mucha locura y mucho grito de gente sola en la calle. Mucho silencio que es, justamente, grito. Mucho levantar la tapa de los conteiner y cerrarla, levantar y cerrarla, una cosa como nunca vi. Porque esto que está pasando es diferente a lo del cartonero, que ya conocíamos. Es otra cosa, la gente busca permanentemente algo que no encuentra. Es muy poético lo que pasa, ¿no? y muy terrible. Buscan comida o algo ahí adentro. Pasan, levantan y cierran, todo el tiempo. Es muy fuerte eso…. Y que no vengan a confundirnos con sus volteretas de palabras llenas de aire, que no vengan a invertir los tantos. Que no vengan ahora con la excusa de acusar a quienes no se someten a su culto a la miseria de sentenciosos y amantes de las verdades absolutas. No parloteen más: ni la más pálida idea tienen de la diferencia entre la incertidumbre que pregunta y la falsa incertidumbre que sentencia a muerte… En el espectáculo, hablás de ese senador, quien quería que nos acostumbráramos a la incertidumbre. Y recién hablábamos del misterio ¿cuál es la diferencia entre uno y otra? Él habla de la incertidumbre que produce el hambre, de la incomodidad, que no tiene ninguna incertidumbre, sino una gran certidumbre: la muerte. Este sistema está matando, sin metáfora. Sólo con la decisión de haber bajado al Ministerio de Salud a Secretaría, sólo con lo que hacen con los medicamentos, hay muchísima gente que se está muriendo. Ayer escuché que un médico, muy sabio, lo decía: El sistema está matando. El ex juez Arias nos contaba que, en su barrio, ha muerto gente electrocutada al querer colgarse de la luz, por no poder pagarla. Por supuesto. Y además hay otra cosa: este médico decía que el frío, el hambre y la ausencia de medicamentos, a la gente muy mayor o muy chiquita, les produce enfermedad. La pobreza produce enfermedad, desesperación, locura y muerte. Es así. Todos sabemos que así es. Pero cuando alguien lo dice alguien con tanta claridad y contundencia, pareciera que uno se ilumina en el saber…
DESERTAR Y DAR DE NUEVO
«(…) Mendigaré para vivir/ Por los senderos de Francia
Desde Bretaña hasta Provenza/ Y les diré a las gentes/ No obedezcáis/ No la hagáis
No vayáis a la guerra/ Negaros a partir/ Si hay que dar la sangre/ Id vosotros a dar la vuestra
Usted es buen apóstol/ Señor Presidente/ Si me hace perseguir/ Prevenga a los soldados
Que yo no iré armado/ Y podrán tirar sobre mí.”
“El desertor”, Boris Vian
Decir que no. Ni dar la espalda ni esquivar el bulto. Negarse a girar en el vicio de las profecías ya gastadas. Decir que no: eso no es cobardía. Es retirarse del desgaste y comenzar a gozar el gasto, el derroche de la pregunta a cielo abierto. O apuntalar la canción, a como sea, no dejar que decaiga el territorio del deseo, no mudarnos a donde sopla el viento… Tu espectáculo lleva el nombre del poema de Urdapilleta “¿Qué pasó?” En el escenario agregaste: “esa es la pregunta que hay que hacerse”. ¿Qué otra pregunta considerás urgente hacernos hoy?
Ay, dios mío… Creo que tenemos que evolucionar un poco como condición humana. Sobre eso tenemos que preguntarnos. Y otras preguntas más, ¿dónde está el deseo nuestro? Y poder continuar y hacer posible el deseo, no buscarlo en el container. Yo estoy acribillada de preguntas, ¿estoy en el camino correcto?, ¿hay que seguir por aquí?, ¿hay que irse a la playa y ya?, ¿hay que desertar…? Yo creo que hay que desertar, creo que ahí está la gran resistencia. En el libro, “Imperio”, de de Michael Hardt, un epígrafe dice: “Queremos destruir todos los monumentos ridículos a “aquellos que han muerto por la madre patria” que se nos aparecen en cada pueblo, y erigir en su lugar monumentos a los desertores. Los monumentos a los desertores representarán a todos ellos que murieron en la guerra, pues cada uno de ellos murió maldiciendo la guerra y con envidia a la felicidad del desertor. La resistencia nace de la deserción.” Lo dijo un partisano antifascista, en Venecia, en 1943(4). Es muy interesante porque es un gran cambio de paradigma. Un poner el poema culo para arriba, vaciarlo de los vicios de la literatura, dejarlo gritar… Has dicho que tuviste muchos vicios y que en un momento dijiste “basta, porque se terminó el ciclo”. Pensaba que ahora reaparecieron los vicios y los ciclos del capitalismo, como una explicación posible de la realidad, que se acepta con una naturalidad pasmosa, ¿cómo desertar de ese círculo vicioso? Es interesante, porque desertar es una manera de retar lo cíclico.Tengo sesenta y nueve años. Se dice que la humanidad ha evolucionado. No lo sé, sinceramente. Sí sé que se ha transformado. Si esa transformación implica una evolución, no lo sé. Por ahí estamos siempre en el mismo lugar, pero de otra manera. Y vamos, por lo menos, lento. Vos leés, en tu espectáculo, una frase del presidente de la Sociedad Rural, que podría ser dicha hoy mismo…
[button-orange url=»#» target=»_self»]Esto es lo que contesta la Sociedad rural a Perón, en relación al Estatuto del peón de campo: “El estatuto del peón no hará más que sembrar el germen del desorden social, al incluir en las gentes de limitada cultura aspiraciones irrealizables que, en muchos casos, pretenden colocar al jornalero sobre el mismo patrón en comodidades y remuneraciones. La vida rural ha sido y debe ser como la de un manantial tranquilo y sereno, equilibrado y de prosperidad inagotable. La Sociedad Rural no puede silenciar su protesta ante las expresiones publicadas, en las que se ha comentado el Estatuto del Peón y en las que aparecen los estancieros como seres egoístas y brutales, que satisfacen su inhumano sensualismo, a costa de la miseria y del abandono en que tienen a quienes colaboran con su trabajo. El trabajo del peón de campo, por su propia índole, fue y es acción personal del patrón. Este actúa con frecuencia con los peones en la labor común, lo que acerca a las personas y establece una camaradería de trato, que algunos pueden confundir con la del amo al esclavo cuando, en realidad, más bien se parece a la del padre con sus hijos. En la fijación del salario, es primordial determinar el estándar de vida del peón común. Son, a veces, tan limitadas sus necesidades materiales, que un remanente trae destinos socialmente poco interesantes…” ¿se están poniendo un poco tristes, no? Lectura de Rita Cortese, en su espectáculo, “¿Qué pasó?”[/button-orange]
¿No es genial eso? ¿Y lo de Olegario Víctor Andrade en 1867? Impresionante.
[button-orange url=»#» target=»_self»]“Extranjeras van siendo las propiedades rurales, extranjero el comercio hasta extranjero el idioma. La raza argentina sucumbe. Una raza de exterminados se ha diseminado por todos los ámbitos de la república. Su obra de destrucción no tiene término. La República argentina va quedando desierta. Y la matanza sigue.”, Olegario Víctor Andrade, 13 de marzo de 1867, era presidente Bartolomé Mitre…mirá voz…qué mirada laaaarga, ¿no? Rita Cortese, en su espectáculo, “¿Qué pasó?”[/button-orange]
LA ERRANCIA DEL RASTRO
“Tú me vigilas desde todas partes,/ descorriendo telones, horadando los muros, atisbando entre fardos de penumbra;/ me encuentras y me miras con la mirada del cazador y del testigo,/ mientras descubro en medio de tus altas malezas el esplendor de una ciudad perdida/ o busco en vano el rastro del porvenir en tus encrucijadas.”
“En tu inmensa pupila”, Olga Orozco
Marcas. Fragmentos que llegan desde un poco atrás en el tiempo. Fragmentos que contornean la silueta de su pisada, para delatar nuestro andar en redondo, nuestro creernos nuevos y originales en esa vieja moda de “otra vez sopa”. Trazas, escrituras que insisten para dar existencia a la grieta que abra hacia lo nuevo… Esos discursos de antes tan vigentes hoy son como marcas, cicatrices de la historia en el lenguaje. Mirá, yo tengo que cantar, la semana que viene en el teatro Roma de Avellaneda, con piano, acordeón y guitarra. Y con luz…Y con luz, sí. Pero la no luz también contextualiza ¿no? Sí… Y a nosotros nos vino muy bien, porque el tema de este número es lo inesperado. Y esto, más inesperado no podía ser… Igual, tratamos de pensar lo inesperado no tanto como sorpresa si no como la chance. ¡Sí, como la chance de salida! Sí, y de resistencia, que es lo que todos aplaudimos en ese espectáculo ¿no te dio un placer llegar al final? Por una cuestión que tiene que ver con mi experiencia en el escenario y en la vida, pude contextualizar lo que estaba pasando y entender que un encuentro con el otro, de canciones y actuación, es eso: un encuentro con el otro, algo vivo. Y, desde ahí, la confianza para seguir haciéndolo y saber que algo de esa imperfección tan grande podía llegar a tocar el alma de alguien. ¿Qué pasó?, repetimos, tocados por la infinitud del signo que interroga en la noche. Como dije antes, la noche había comenzado súbitamente cribada. Y así siguió. Pero, de pronto, en la perseverancia del canto, la singularidad de cada improvisada estrella hizo constelación… ¿Qué es un arte militante para vos? La palabra militante la tomo con mucho cuidado. ¿Qué es el arte? El arte siempre está atravesado por lo ideológico, más allá de lo partidario, que es otra cosa. Si no está atravesado por lo ideológico, no es arte. El arte es siempre militante en tanto interpela y muestra algo. Incluso son ideológicas las expresiones pasatistas, tontas y vulgares que hoy tanto abundan, eso también abona alguna formación de sentido y nos ha hecho bastante daño a quienes pensamos que la vida es otra cosa.
INQUIETADA, SÍ. TERNADA, JAMÁS
“Soy avellave / en el cénit/ ejerciendo mi remolino”
“Cavante, andante”, Amelia Biagioni
En varias entrevistas, hablás acerca de los premios. Decís que nunca llegan a los que hacen arte porque nadie premia la inquietud. ¿Dije eso? Bueno, lo que pasa es que nunca voy a las entregas de premios. Por suerte, casi siempre estoy nominada. Pero no voy. Estar arriba de un escenario para eso. Desde el lugar en que yo lo concibo, no es cómodo. Es un riesgo muy grande, al que tenés que sumar el tener que participar de una terna y que te sometan a juicio, como si esto fuera una competencia. No, mi amor. Cuando me digan “Rita, ganaste un premio. Tal premio te lo otorgamos a vos”…, ahí, a lo mejor, voy. La terna implica comparar cosas no comparables. Es una competencia inevitable, porque el ego lo tenemos todos. Y, entre el ego del otro y el mío, me quedo con el mío. Entrar en esa cosa, no es para mí… Además, siempre llego en pedo a recibir los premios, porque me llaman con las últimas nominaciones. Y, ya en pedo, digo cualquier cosa… Entonces, no dejaste todos los vicios. He dejado los más peligrosos. A esta altura de mi vida, te diría que todo es peligroso, hasta comer tarde se convertiría en un vicio.
OJALÁ HABITES TUS ALAS
“alzarse con unas alas verdes sobre lo seco abisal/ y escaparse ligero sin miedo al sol ardiente.”
“Sin Luz”, Vicente Aleixandre
Y allá la media fase con sus desplomes. La ceremonia siguió con invitados inesperados. Llegó Miguel Hernández a denunciar que “la cebolla es escarcha cerrada y pobre” y se apersonó Urdapilleta, meta acribillar con la pregunta “Qué pasó. /Éramos los dueños señores, teníamos toda plaza Italia…y mucho más/ Y el riachuelo corría para nosotros/ Y cuando la luna se reflejaba en el agua el reflejo también era nuestro/ El mantel de hule/ Qué pasó/ La hora de la siesta/ El simulcop/ Los pitucones Mendafácil/ Qué pasó”. E, imperfectamente se vio al escenario llenarse de memorias, distancias que alargaban la mano sin llegar del todo, aunque, ahí presentes. “Yo no sé qué voy a hacer, pero voy a seguir cantando”, (Rita). Desde las sombras, escuchamos cómo el pianista perforaba lo oscuro y miraba las teclas con su tacto. Vimos al viento contar secretos. En un murmullo, vimos la garúa persistir en los quiebres de sus líneas. El cielo abrazaba a un árbol. Y no era ningún fantasma este viento que acompañaba el final de la ceremonia. Algo del tiempo del reloj ya relajaba su pulso, mientras titilaba cada vez más fuerte el latido de otro tiempo. Otro tiempo… Ojalá. Ojalá, habitemos nuestras alas…. ¿Qué es para vos “habitar tus alas”? Huir. Volar. Tener esa posibilidad de irse. Esas palabras son de Eunice Odio. Una poeta de Costa Rica muy interesante. Está también Sylvia Rexach, intelectual, cantante y escritora portorriqueña que murió borracha, y de amor, a los cuarenta años. Dijiste que el amor inquieta pero la felicidad la dan los amigos. Es así. Yo sufro muchísimo enamorándome, es una porquería estar enamorada, me pongo dependiente, insoportable… Ahora tengo ganas de enamorarme un poco, pero no sé ni cómo sería. Siempre espero que ocurra algo aunque, la verdad, estar enamorado es tremendo. Yo hice un espectáculo vinculado a eso, junto a Claribel Medina: “Ojalá te enamores”, se llamaba que es una maldición árabe. Yo, encima, judía... Parece ser que los árabes le decían eso a los judíos cuando pasaban al lado: “¡Ojalá te enamores!”
(1) “Nada”, Julio Sosa
(2)”El arriero va”, Atahualpa Yupanqui
(3) Imperio, Michel Hardt, Antonio Negri