Ausencias: Entrevista a Juan Martín Guevara
Entrevista: Lourdes Landeira, Valeria Roig, Estela Colángelo, Gabriela Stoppelman, Pablo Soprano, Eduardo Garea.
Edición: Gabriela Stoppelman

                                                               La ruta fue muy larga y muy grande la carga,/ persiste en mí el aroma de los pasos vagabundos/ y aún en el naufragio de mi ser subterráneo,/ a pesar que se anuncia orillas salvadoras/ nado displicente contra la resaca/ conservando intacta la condición de náufrago
“Autorretrato oscuro”, Che Guevara


Empujar el color más allá de la zona difusa donde él se atreva. Agigantarle el matiz. Alimentarle la intensidad. Extenderlo tan lejos como pueda el abrazo. Y, entonces, sí, sentirlo próximo, advenido, brote en ciernes, cría de futuro a punto de nacer. Tan esperado desde tantas cercanías, tan acunado en los esmeros cotidianos, el color amanece sin nombre y hay que comenzar a palabrear. El siempre recién nacido es demasiado pequeño. Por eso, todas las consonantes le quedan grandes y las vocales resultan pobres ante la derroche de su berrear. Aparte, son muchos los parientes que lo han concebido. Así, algunas madres prepotean sus horizontes sobre la mesa del futuro, mientras otras insisten en resolver su gramática, día a día. No hay acuerdo sobre velocidades y nutriciones. Y, a pesar de los hastiados que merodean, de los desilusionados que miran de reojo, de los flotantes sobre el pantano del apenas bienestar, la cosa viene bien regada. Llega ahora mismo, plena de tinturas perentorias, de reciclaje de astillas y fragmentos de tiempo. 

De cualquier modo, no anuncian buen clima esta semana. La letra sigue borrosa sobre el vidrio de los días. Y no hay más sabios que ciertos hombres alertas, bajo montañas de ambición y deberes.

Para colmo, el abecedario se ha puesto contradictorio. La caligrafía, difusa. Pero eso en nada quita las ganas de nombrar. Hay versos encaramados en los márgenes. Pulsaciones de consignas agarradas con las uñas al aliento. Hay una cadencia que insiste- aunque aún no existe- en mezclar futuro con cercanía.  Insiste en hacer de lo próximo un encuentro entre lo que sigue y lo que ya llega.

“Ya” es un color de lo posible: apenas una orilla de presente, una promesa del deseo, un recuerdo vuelto porvenir. “Ya” es una palabra breve. Como “Che”. Pero cuánto ilusiona. Entre estos colores, conversamos con Juan Martín Guevara. Todo un viaje, todo un nombre.

 Max Enst. "Piedad o la revolución."
Max Ernst. «Piedad o la revolución.»


IMPUROS FRANCESES

 

                                               El quejido de la brisa, un pájaro en el espacio,/ es una palabra francesa que pasa por nuestras bocas./ ¡El avión! Que suba el avión por los aires,/ que planee sobre los montes, que atraviese los mares/ y aún más lejos se pierda.”
“El avión”, Guillaume Apollinaire

 

Nos contás un poco la génesis del libro, “Mi hermano, el Che”.

Sí, claro. Mirá, yo distribuía habanos importados. Me entrevistó Armelle Vincent que, en el 2001, trabajaba en una revista de puros de Francia, “L’Amateur de cigare”. Hablamos y, en un momento, me pidió conversar sobre el Che. No quise, en esa época, no hablaba de mi hermano. Recién en 2009, empecé a hablar de él fuera de Cuba. En general nadie, de la familia hablaba. Por ejemplo, Celia- mi hermana- se negaba sistemáticamente. Bueno, esta periodista estaba casada con un argentino. Años después, me volvió a ubicar por gente amiga, a raíz de que yo había comenzado a dar algunas notas. Entonces, me propuso hacer un libro basado en largas entrevistas, que publicaría una editorial relacionada con Hachette.

Entonces, ¿no son tu muñeca y tu pulso los que escriben, si no los de ella?

Juan Martín Guevara. Fotografía: Valeria Roig y Estela Colángelo.
Juan Martín Guevara. Fotografía: Valeria Roig y Estela Colángelo.

No sólo no es mi muñeca, no es mi cabeza. Ella dio la forma. Yo, el contenido. Ahora, muchas veces, la forma no respetó el contenido. Habrás visto que muchos pasajes son como de telenovela, algunas frases son típicas de francesa reaccionaria. Tuve un quilombo bárbaro con ella, cuando me mandó los originales en francés. Con la ayuda de una piba que me tradujo, me di cuenta que lo escrito no coincidía con mi pensamiento. Así que me planteé qué hacer: o le cortaba el rostro o- como decía un compañero, “lo que sucede conviene”- lo dejaba correr. El planteo de la editorial era que, o salía tal como lo había escrito la mina, o no salía ni en francés ni en ningún otro idioma. “Que salga así”, dije. Entonces, salió en francés y, después, se tradujo al español. El traductor me iba mandando textos y yo le fui cambiando cosas. Eso, el tipo se lo mandaba a la autora. Por supuesto, ella se enojó por la cantidad de cosas que le cambié. Por ejemplo, ella no pone lo que yo dije sobre el mito. Yo sostengo que es imposible destruir un mito porque los mitos son generados por la sociedad, por la gente. Intentar destruir un mito es contraproducente, sería ir contra la gente. Así, pensamos que la presencia expresada en tantos retratos, banderas y aun en remeras o artículos de mercadeo tiene como razón  de ser, la intuición que los pueblos y la sociedad en su mayoría tienen de que el camino marcado por el Che es posible y es necesario.

¿Y qué construye un mito?

Servando Cabrera Moreno.
Servando Cabrera Moreno.

Un ejemplo: cuando yo estuve en Alemania, una productora preparaba un documental y me contactó para filmar algo. En un momento dado me preguntan algo que tenía que ver con la relación del Che, con las mujeres. Yo, la verdad, no sé, porque era muy chico en esa época. Muchos dicen que era buen mozo. Ella, entonces, me dijo. “Yo me hubiera embarazado con él”. Y uno se encuentra con ese tipo de cosas por acá y por allá. Un día, en Valle Grande, Bolivia, donde está el museo, estaba con la periodista japonesa, Ari Hirayama, que  grababa todo lo que yo hacía, hasta los estornudos. El museo está en lo alto. Y, abajo, había como sesenta japoneses. A ella se le ocurrió avisarles que ahí estaba el hermano del Che. ¡Para qué! Me tuve que sacar fotos con los sesenta. Algunos lloraban…Te cuento otra de Alemania: hace unos tres años Mercedes Benz saca un modelo de automóvil que ellos denominan revolucionario. Lo presentan con un enorme retrato del Che que, en la boina, en lugar de tener la estrella, tiene el logo de Mercedes. Se armó un despelote de novela, por derecha y por izquierda. Pero vendió ¡Cuántas camisetas! ¡Cuántas cosas…! Los capitalistas hacen guita y, por otro lado, es una forma de manipularlo y transformarlo en objeto de mercado. Pero, de última, es una ventaja, porque la imagen se conoce. El asunto es darle contenido y discutir sobre eso.

A ver, volvamos al libro. Si no entendí mal, ¿finalmente la versión en francés no tiene mucho que ver con  la versión en español?

Al final tuvieron que ver porque, en un momento, ella cortó la posibilidad de hacer cambios y yo tuve que tomar la decisión de que siguiera como estaba. Hay cosas políticamente jodidas en el libro. Incluso el título. Yo no quería que fuera “Mi hermano, el Che” porque mi viejo escribió “Mi hijo, el Che”, otro “Mi amigo, el Che”, ¡pará…! Pero la editorial me planteó que, sin ese título, no salía porque no iba a vender.

¿Convino esa decisión?

Decididamente, sí. Está en once idiomas: en árabe, en turco, en coreano y en tantos más. Y este libro permite hablar de las cosas y me ha abierto puertas increíbles.

 

MANUSCRITO HALLADO EN UN MIERDÓFONO

 

“¡Qué voz la de sus venas desangradas!/ ¡Qué ardor el de sus cuerpos ateridos!”
“Angustia cuarta” (momento en García Lorca), Nicolás Guillén

 

Podrías escribir las “Apostillas a Mi hermano el Che”.

Yo fui el fundador de la editorial “Nuestra América”, después se la dejé a Marcelo, que sí quiere publicarlas. No escribo porque tengo muchos quilombos. Para mí, este libro es un medio, me ha servido para poner sobre el tapete algunas cuestiones. Además, el objetivo era sacarlo del mito y mostrar otras facetas de él y la familia. Mostrar al viejo tal como era, no sabés los despelotes que  generó en la familia, pero él era así: un anticomunista que cayó a Cuba cantando La Internacional, ¿viste? Entre otras cosas, él llevó a Cuba a Armando March, que era el Armando Cavalieri de aquella época, del sindicato de Empleados de Comercio. Un tipo recontra jodido. ¿Y por qué? Porque había hecho negocios con él. El edificio de Donizetti y Rivadavia, que es de Empleados de Comercio, fue una transfugueada de mi viejo. Si algo nos enseñó, es que las cosas son como son, pie a tierra.

¿No era también un soñador?

Juan Martín Guevara. Fotografía: Estela Colangelo y Valeria Roig.
Juan Martín Guevara. Fotografía: Estela Colangelo y Valeria Roig.

Sí, pero un soñador especial. En Misiones, se peleó con todo el mundo porque, a los peones, en lugar de darles un bono para que  fueran a ponerse en pedo y a comprar las mercaderías en los negocios de los patrones, les pagaba. Al final tuvo que irse de allí.

¿Se fundió por ese motivo?

Por ese motivo y también porque, a mi viejo, laburar mucho no le iba.

Vuelvo al tema escritura. Tu vida está llena libros ¿por qué no escribir?

Tengo cosas escritas, pero son muy políticas y siempre conflictivas. Hay cosas que escribís para los demás, para el debate, pero no siempre producen lo que vos querías. Está el ejemplo de los “Diarios” de Ernesto, son cuatro mil trescientas páginas. Tres mil son para los demás y mil trescientas, no, aunque al final las publicaron. El diario del Che en Bolivia, el diario del Congo, el diario de Sierra Maestra, el Diario de  motocicleta… esas están escritas para él, para mí. Él escribe un poema ¿para qué? ¿para que la lean los demás? No. O no lo sé pero, en principio, si escribís algo con forma poética, no lo estás haciendo para que otro lo lea, lo estás haciendo porque a vos te gusta. El diario de Bolivia era para él.

Bueno, si uno pone algo en un papel, tiene que estar dispuesto a que eso no quede ahí.

Mirá, yo fui clandestino durante bastantes años, no podía conservar nada escrito. Todo lo escrito había que quemarlo.

Antes de ir en cana

En cana, también, sí. Pero eso iba a un embute, teníamos distintas formas de guardar esas cosas, que eran muy sintéticas y escritas en papeles muy finitos. Al principio, era papel de cigarrillos, después, alisábamos cualquier papel hasta que quedara bien finito y ahí escribíamos. Eso era para comunicarnos entre nosotros porque, durante mucho tiempo, estuvimos en celdas individuales y, en algunos lugares, como en Sierra Chica,  las paredes tenían como un metro de ancho. Entonces, ¿cómo comunicarte?: con golpes en clave Morse y de otros modos.

A ver si entiendo, la escritura, dentro de la cárcel, ¿era como una pequeña liberación?

Sí. Y eso gracias a un compañero que, por haber estado en cana antes, tenía la técnica de fabricar, con un marcador de tamaño típico, varios marcadores en miniatura. Eso iba a un embute y, para la requisa, era prácticamente imposible de encontrar. Además, buscaban sobre todo, facas y cosas que pudieran servir como armas.

Wilfredo Lam.
Wilfredo Lam.

Tampoco consideraban una herramienta o un arma a la escritura.

Claro. En una entrevista que me hice Victoria Ginzberg, de Página/12, conté que, en una requisa- alrededor de Navidad-  los milicos encontraron un pan dulce en una celda. Se volvieron locos. No teníamos visita, ¿cómo podíamos tener pan dulce? Eso nos vino porque, en Devoto, nos comunicábamos hablando por las cañerías de los inodoros, que bajan en una misma línea vertical por todos los pisos. Los llamábamos los mierdófonos. Después, por ahí mismo, los sábados hacíamos lo que llamábamos “la gilada”, que era la joda: el que quería cantar, cantaba. Lo mismo, el que quería recitar. Otro hacía chistes y así. Era nuestra joda de los sábados. En Sierra Chica, ya fue otra la historia porque, ahí estuve después del golpe y había que cuidarse mucho más. Pero igual usamos el mismo método de las cloacas para comunicarnos con el pabellón de enfrente. Ahí teníamos  como una línea con un anzuelo: vos tirabas, enganchabas con el que tiraba otro desde enfrente, y así nos pasábamos escritos y otras cosas. Otra estrategia era inventar una enfermedad para ir a enfermería y pasarnos caramelos, que eran papelitos envueltos en plástico. Nosotros estábamos en el 11, el pabellón de la muerte. El 12 era de castigo y, de ahí en adelante, iba bajando la represión. En el último pabellón, ya tenían visitas. De ahí recibíamos nosotros, solidariamente, cosas, escritos, noticias… y pan dulce.

Resistían con la escritura.

Juan Martín Guevara. Fotografía: Estela Colangelo y Valeria Roig.
Juan Martín Guevara. Fotografía: Estela Colangelo y Valeria Roig.

Totalmente. La escritura, la organización, la comunicación. Yo aprendí Morse en la cárcel. En uno de los tantos castigos que tuve en Sierra Chica, me mandaron a un calabozo. Golpeé a un lado, nadie. Golpeé al otro lado, nadie. Bueno, me dije, a caminar hasta que venga la comida. De pronto, sentí ruidos en la puerta de al lado. Traían a otro preso, así que ya tenía vecino. Cuando siento que se fue el guardia, empecé a golpear el del otro lado contestó. Empezamos a hablar. Dos golpes era que entendías. Tres golpes, que no. En una de esas, yo no entendí algo, así que contesté con tres golpes. De nuevo, intenta decirme algo y yo, otra vez, no entendí. Por eso, nuevos tres golpes. Así varias veces. Yo subía la intensidad de los tres golpes. Entonces, el tipo me cambió el mensaje, ese sí lo entendí. Me dijo: “A mí no me grités”. Después lo encontré. Era un cordobés.

Es llamativo cómo en esas situaciones podías escribir y, afuera, no lo hacés.

Una vez escribí algo más o menos así: La escritura te permite la libertad, sos libre, estás escribiendo. Pero, para el que estuvo todo el tiempo encerrado, ¿la escritura es verdaderamente libertad o lo regresa a la celda? Hay algo ahí, que… Bueno, Gramsci escribió desde la cárcel, pero no sé cómo sería su situación…

 

AGUANTE, LA BANDA

“¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el amor,/ hasta aquí el odio?/ ¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre, hasta aquí no?”
“Límites”, Juan Gelman


¿Por qué pensás que el Che escribía y dejaba todo registrado?

Bansky.
Banksy.

Bueno, él tenía no sólo la práctica de la lectura y de la escritura, sino también la del pensamiento y la de la acción. Pensar y escribir sobre la acción. Un ida y vuelta, escribir para ordenar, para entender más qué pasó y poder armar una guía de acción futura. Ahora, si se quiere descifrar la clave de los vínculos profundos que el Che Guevara estableció entre literatura y vida, hay que remitirse al papel desempeñado por la lectura en la formación de su personalidad. Tendría que explicarse cómo lo literario estimuló lo vivencial y cómo sus propias experiencias retroalimentaron el quehacer literario, conformando una especie de espiral que lo integró todo en una dimensión humana más enriquecedora. Esta dialéctica, esta espiral que define Llanes- entre la lectura, el análisis y luego la práctica y, cuando la realidad le devuelve el resultado, nueva escritura, nuevo análisis, y así sucesivamente- ha sido la esencia de Ernesto, cuando Ernesto, y del Che, cuando Che. El viajero… En una familia sin ancla territorial, él fue el que rompió amarras con más decisión. Como ejemplo, pongo que los misioneros dicen que es misionero, porque la vieja hizo la panza en Caraguatay. Los rosarinos, que es rosarino, porque allí nació. Los cordobeses se lo atribuyen, porque allí se hizo adulto. Y los cubanos desechan a todos los anteriores y lo han hecho cubano y no aceptan discusión. Pero él ha roto con todas esas amarras y ya no solo es todo lo anterior, no solo es latinoamericano, sino que ya es universal. Y entonces el ancla llegó con los libros, con los sueños y con las realidades. La foto en que está leyendo a Goethe, con un habano y un cachorrito, en la Sierra Maestra, lo define. Un día, haciendo un recuento de sus fotos sobre ruedas, aparecía con un triciclo, después con un monopatín, con una bicicleta, con otra bicicleta, pero ya con motor. Y, después, con la Poderosa II. Ninguno de esos sus vehículos tenía marcha atrás… Él, tampoco.

Vos tuviste bastante acción. Pero parece que, después de cada acción, no tuviste esa necesidad de escribir.

Juan Martín Guevara con el Anartista. Fotografía: Estela Colangelo y Valeria Roig.
Juan Martín Guevara con el Anartista. Fotografía: Estela Colangelo y Valeria Roig.

Por allí me hacías una pregunta sobre qué pienso del kirchnerismo. Antes del gobierno de Macri he ido a distintos lugares, tanto a La Cámpora, a Kolina,  a Nuevo Encuentro, el PCCE y varios más. Era Unidos y Organizados. Y yo decía “Mirá, organizados puede ser. Ahora, unidos olvidate, porque estuve en muchos lugares y no es así.” En fin…Con algunos compañeros como Taiana, con quien estuvimos presos juntos, puedo hablar y decir lo que me parece, pero con muchos otros, no. Creo que el kirchnerismo es un peronismo de otra cepa.

¿Te entusiasmó?

No. Para nada. Yo sigo siendo un extremista. Yo sigo siendo un tipo de la banda de delincuentes subversivos, según nos llamaban los milicos. Ahora, si la lucha armada es la solución, no lo sé. Eso lo tendrán que ver entre las futuras generaciones, cuando tengan que pelear por el poder. Porque el gobierno no es poder. En relación a eso es interesante la génesis de la revolución cubana. Cómo, desde la primera organización en la lucha armada, terminan por lograr el triunfo. Tienen el poder militar. Destruyen la estructura del ejército enemigo, incorporan a algunos de los oficiales para que, de ese ejército rebelde, hagan un ejército regular. Después tienen al presidente y al primer ministro, uno de la CIA y el otro, nada más que pro yanqui. Durante seis meses no tenían el poder político. Cuando terminan de armarse, ¡pum!, saltan estos dos, como tapón de sidra: asumen Fidel y Dorticós. Ahí ya tenían el poder político. Pero no el poder económico. Entonces, hacen la reforma agraria más profunda y lo mandan al Che, que en su vida había entrado a un Banco, al Banco Nacional de Cuba. Lo mandan para que se siente arriba de los dólares y para que los dólares salgan más ¿Qué hace él? Como es un organizador, empieza a buscar tipos que sí sepan de economía y arma un equipo. Cuando vos tomás el gobierno, tomás el gobierno, no quiere decir que ya tomaste el poder. En Bolivia, por ejemplo, Evo no tiene el poder militar. Los militares bolivianos son pro yanquis. Es increíble. La matriz del ejército,  gente un poquito más oscura que nosotros y por eso se parece un poco más a los de los pueblos originarios, es súper reaccionaria. Evo tiene que estar negociando todo el tiempo con la Media Luna, que los necesita. Tienen una producción agraria muy importante. Ahí está una buena parte de la guita. La otra parte está en las minas, donde ha tenido un quilombo muy serio entre las cooperativas y la minería estatal. Otro quilombo es el problema o entre los propios originarios y el tipnis(1), con lo que ha tenido que negociar de nuevo. Para más, tiene un vicepresidente que no cuela como originario, entonces, no es el que puede sucederlo, tiene que ser un aymará.

Basnsky.
Banksy.

Tipos muy reconocidos por su capacidad reflexiva, hoy nos dicen que sólo hay dos opciones: el capitalismo humanizado y el neoliberalismo ¿qué les contestarías?

Si me ponés en la disyuntiva de que estar en el gobierno para ver qué hacer, es una cosa. Si me ponés como Juan Martín, y bueno: para mí es como darle a un perro a que elija qué collar se deja poner. Los reaccionarios de izquierda dicen una cosa que es cierta: nunca hasta ahora se ha hecho una autocrítica de por qué carajo un edificio que decían que estaba muy bien construido y muy sólido, en un tiempito, hizo así y se vino abajo. Yo creo que es porque no se cambió la matriz. Si no cambiás la matriz, siempre te pueden volver para atrás. Entonces, si no cambiás la matriz, en Argentina, podés volver al´76 pero sin milicos, que es lo que pasa hoy. Esto es lo que hicieron: Martínez de Hoz sin milicos. La fuerza militar está, pero no está actuando. Nosotros seremos responsables de muchas cosas. Porque, yo digo, ¿me vas a poner a Fernández, un tipo  que va a negociar con dios y María santísima, que saca a pasear al perrito por Puerto Madero? Dejame de joder

¿Y puesto a votar?, ¿es lo mismo que gane Macri o Fernández?

Bansky. "I am your father."
Banksy. «I am your father.»

El voto no sirve para un carajo. Y no es lo mismo Fernández que Macri. Si este va a ser el tipo que va a dar vuelta la página de la historia… Las arterias y las venas sirven para que la sangre circule. Unas son potentes y llevan oxígeno, las otras son más débiles y viciadas. Ambas son necesarias para la vida. Ahora se da la oportunidad de unir en arterias y venas a CFK con Macri. No son iguales, como no lo son las venas y las arterias, pero son esenciales para que el capitalismo funcione, son parte de él. Pero pasa algo todavía peor. He ido a actividades de compañeros de antes y compañeros de ahora y lo que siento es desilusión. Hablan de traición, ¿qué es traición? Salvador Allende, por ejemplo, no traicionó, murió convencido, como un pequeño burgués, de que es así como tenían que ser las coas. Él quiso torcer a los militares y hacer lo que él quería y lo cagaron a tiros. Es valorable, él defendió su valor, él no es un traidor. El secretario general del Partido Comunista Boliviano es un traidor, porque pactó y aseguró que iba a hacer una cosa que después no quiso hacer. Si yo tengo que ser coherente y tener principios, ser traidor significa meterme los principios en el bolsillo y tirar la coherencia por la borda. En 1967, Arguedas, el ministro del Interior de Bolivia, era doble agente. Ahora salió una entrevista con uno de los tipos que trabajaba con él, que cuenta cómo Arguedas logró sacar una copia de la fotografía del “Diario” del Che y mandarla a Cuba junto con las manos.

 

TIKI TIKI O EL HORIZONTE

 

                                                                       Pero en la tierra no hay nadie/ que esté solo si está cantando./ Al árbol lo acompañan las hojas/ y si está seco ya no es árbol;/ al pájaro, el viento, las nubes,/ y si está mudo ya no es pájaro./ Al mar lo acompañan las olas/ y su canto alegres los barcos,/ al fuego, las llamas, las chispas/ y hasta las sombras cuando es alto./ Nada hay solitario en la tierra/ creemos el hombre nuevo cantando.”
“Creemos el hombre nuevo”, Rafael Alberti


¿Qué es ser revolucionario en Cuba, hoy?

Bansky.
Banksy.

Te hablaría de la paciencia. Ser paciente no significa dejar que las cosas pasen. Es seguir un ritmo. Nosotros no tuvimos eso, decíamos “Lucha popular y prolongada” Lucha, sí. Popular, hasta ahí nomás. Prolongada, no. Así fue. O sea, ¿qué es revolución? Hablar de capitalismo humano e inclusivo por un lado y, por el otro, de neoliberalismo, es como hablar de un sindicalismo que está totalmente referenciado con el capitalismo. Si no hay capitalismo, no hay sindicalismo. Son absolutamente funcionales uno al otro. Igualmente, el capitalismo bueno es funcional al neoliberalismo. El pequeño burgués quiere ser burgués. El burgués quiere ser gran burgués y el gran burgués quiere ser monopólico. Es así. Es el camino. La diferencia estaría en cuántas cabezas tenés que pisar. En Cuba, el capitalismo viene ganando espacio de una manera importante. Los cubanos tienen una ventaja. Y es que han hecho una verdadera revolución y la resistencia se da arriba y abajo. Al medio, no. Al medio es donde tienen el problema, donde está eso que llaman cuentapropismo que, en realidad, está formado por el burgués pequeño, que crece en dinero. ¿Cuál es el objetivo del Papa Francisco en esto? Generar un partido demócrata cristiano. Capitalista, por supuesto, pero humano. El problema que tiene Cuba es que los negros quieren una cosa y los otros son evangelistas. En el medio tienen unos católicos que han sido reaccionarios, entonces, no hay espacio para generar masa. Pero, de a poco, la van generando, porque estos nuevos capitalistas necesitan una estructura política. Y los que son empleados de los nuevos capitalistas ya empiezan a necesitar un sindicalismo real, que los represente. Porque, si tienen un problema, ¿a quién le van a chillar?

¿Cómo reacciona el gobierno ante eso?

El gobierno reacciona con controles, leyes de Estado. Ahora están haciendo nuevas cooperativas para lograr, institucionalmente, una estructura distinta ¿por qué nuevas cooperativas? En su momento las cooperativas tabacaleras no funcionaron, porque el tabaco es un cultivo intensivo, no extensivo, y los mejores productos venían de las fincas de propiedad privada, que eran pequeñas fincas. Y nunca se confiscaron, justamente, por su tamaño. Cuando hicieron cooperativas y llevaron en masa a muchachos estudiantes del secundario, fue un desastre, reventaban las plantas, hacían cualquier cosa, menos generar un producto de calidad. Entonces, las cooperativas no lograron reemplazar a la propiedad privada. Hoy están intentando otro modelo de cooperativas.

¿Hay un sostén ideológico en las nuevas generaciones o, como se dice en algunos lados, están muy influenciadas por la cultura capitalista?

Juan Martín Guevara con el Anartista. Fotografía: Estela Colangelo y Valeria Roig.
Juan Martín Guevara con el Anartista. Fotografía: Estela Colangelo y Valeria Roig.

Mirá, la lucha por el wifi es infernal. En La Habana hay cinco o seis lugares, donde tenés buena señal. Están llenos de pibes jóvenes, tiki-tiki, con los celulares. La única estructura popular que yo he visto funcionar, hoy, es la Federación de Mujeres Cubanas. Es imbatible. Impenetrable.

Igual, los cubanos nos aventajan como seres humanos.

Sí, pero como resultado también de aquello. No tienen narcotráfico, no tienen organización delictiva estructurada, podés andar por las calles de noche. Las mujeres y los hombres, todos tienen el mismo nivel universitario, negra, negro, no negra o no negro, no importa. La mujer en Cuba, ¿por qué cosa está peleando? Porque funcione mejor todo, pero no por las cosas que se pelean en los países capitalistas. Y allá no hablamos de patriarcado si no de machismo, que es otra cosa. Es diferente. La Federación de Mujeres Cubanas es lo más estructurado e importante que hay. Los travestis se pueden poner en la 10 de octubre y no hay ningún drama. Ese es su lugar y punto. ¿Sabés lo que era unos años atrás hablar de un travesti en Cuba? Ufff…

¿Considerás que el movimiento feminista es revolucionario?

No lo considero revolucionario, en tanto solo. Porque, si no, sería cuestión de una lucha por reivindicaciones propias de un sector. Tiene que estar incluido dentro de una lucha más amplia. El objetivo de los de arriba es dividirnos, como en todo.

¿Dónde ves brotes de ideas o movimientos que podrían reflotar el sueño revolucionario?

No es un sueño. Cuando me dicen que el comunismo en la Unión Soviética fracasó y en Europa Oriental también, yo digo: el comunismo, efectivamente, no resolvió el problema de la humanidad. El capitalismo, ¿sí? Estamos fenómeno, ¿no? “No”, me dicen. Bueno, entonces, ¿cómo se va a llamar lo próximo, de qué manera va a llegar y quiénes van a ser los que ejecuten la cosa de lo próximo?, ¿quiénes serán los ejecutores sociales de la próxima etapa? Porque es evidente que la va a haber, no hay posibilidad ninguna de que el capitalismo no vaya a parar a la mierda. Entonces, antes de que se llegue a eso, habrá una nueva etapa.

Bansky. "El vacio legal desata la fiebre."
Banksy. «El vacio legal desata la fiebre.»

¿Debería haber un revisionismo sobre el marxismo?

Si la historia y la memoria sólo las tiramos para atrás y nunca para adelante, son sólo un museo. Claro que hay que estudiar pero, a la vez, es para adelante la cosa. Nosotros, en los años aquellos, estudiábamos las revoluciones francesa, la norteamericana, la china, la soviética, todas, y con sus contradicciones. Mirá, hay algunos trotskistas que sí quieren discutir y con ellos he hablado mucho del Che, del foquismo y de la lucha armada. Ellos dicen que eso es un error, pero yo les digo ¿sabés quién fue el guerrillero más importante de la historia? Trotsky. De la nada formó, primero, una guerrilla y, después, un ejército. Entonces, ¿de qué me estás hablando? Sí, formó el Ejército Rojo. Y, aun antes de eso, había un montón de gente del pueblo que ya andaba armada.

Por otra, parte. Vamos al marxismo. En la historia crítica de la teoría de la plusvalía, Carlos Marx explica, en síntesis, la forma en que los dueños del capital se apropian del excedente o plus social producido por los trabajadores: la plusvalía. De 1848 a la fecha, las cosas en ese sentido no han cambiado. Por el contrario, las tecnologías han acelerado los mecanismos de apropiación. Los Estados siguen siendo la aspiradora. A la plusvalía directa, se le suman formas indirectas de apropiación privada de lo social. Los niveles de concentración hoy son incomparables con los estudiados por Marx. La globalización y financiación del capitalismo funcionan para esa concentración. Entonces, ¿las contradicciones internas del capitalismo llevaran a su muerte? ¿Será el proletariado, el trabajador, el explotado, el sepulturero y partero a la vez de una sociedad socialista, comunista? Marx dice, al discutir a Feuerbach, “los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modo el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.» Aquí entraría Lenin con la introducción de la organización de los actores sociales necesariamente interesados en el cambio, para que esto suceda, “El Partido”. Luego, está la crítica del Che. En los Apéndices, deja en claro que los avances pueden ser seguidos de retrocesos, en la medida en que esos avances no sean en dirección correcta en lo material y no estén acompañados de otros avances que corresponden a la conciencia. Así predice la vuelta de la URSS al capitalismo. Hoy…

Wilfredo Lam.
Wilfredo Lam.

¿Dónde ves hoy algún movimiento que se acerque a la práctica de eso nuevo que vendrá?

Lo nuevo no puede ser algo desvinculado de la historia, tiene que ser una continuidad y eso es lo que han tratado siempre de cortar desde arriba, tanto desde el punto de vista filosófico como ideológico y práctico. Y, por supuesto, mediático. Ahora, yo no puedo echarle la culpa de los cambios a lo mediático, porque es un elemento más del poder para morfarte la cabeza.

 

LAS COSAS QUE PUEDE EL CHE

 

                                                               “Vienes quemando la brisa/ Con soles de primavera/ Para plantar la bandera/ Con la luz de tu sonrisa./ Tu amor revolucionario/ Te conduce a nueva empresa/ Donde esperan la firmeza/ De tu brazo libertario.”
“Hasta Siempre”, Carlos Puebla


¿Cómo ves al peronismo como movimiento histórico?

En el ’74, me metió preso el teniente coronel Navarro que, en Córdoba, era el delegado del teniente general Perón. El primer tipo que genera en el D-2 de Córdoba, la represión, la Triple A y demás. Era un teniente coronel en actividad y dependía del poder militar, cuyo máximo responsable era el teniente general Perón. En Córdoba, ni los peronistas más peronistas podían negar esto.

Juan Martín Guevara con el Anartista. Fotografía: Estela Colangelo y Valeria Roig.
Juan Martín Guevara con el Anartista. Fotografía: Estela Colangelo y Valeria Roig.

Pero el peronismo es muy amplio.

Sí, sí. Pero Perón es uno, ¿eh? En el año ’30, da el primer golpe, que después justifica diciendo que él era muy joven, un tenientito nomás. En el 43, da otro golpe, con los generales Ramírez y Farrell. Y dice “Ah, bueno, pero eran dos tipos de la derecha que ni siquiera eran mussolinistas”. Porque él sí que lo era, era del GOU. Y los otros dos, no. Después se alía con Lanusse, en el Gran Acuerdo Nacional, una alianza entre el poder militar, más o menos derrotado desde el punto de vista político, y que no quiere ser derrotado desde el punto de vista militar. Porque las organizaciones armadas estaban creciendo. Trelew es el punto de inflexión. Cuando los militares se dan cuenta de que las organizaciones unidas pueden tomar un penal, llevarse un avión e irse en dirección a Cuba, dicen “No, pará. Tenemos que cambiar la cosa, así no va”. Entonces, Lanusse, que es el más pícaro, deja que vuelva el peronismo. Perón no, Cámpora. Pero es un acuerdo entre Perón y el partido militar. No con los militares colorados, sino con los azules, los más políticos del partido militar. Y esa alianza es para derrotar las posibilidades revolucionarias y el cambio verdadero, para liquidar a Montoneros, PRT, FAR, FAP y todo lo que venga.

¿Perón traiciona a todo el movimiento de izquierda de esos años?

No. Perón nunca traicionó. Perón fue siempre un fascista, un capitalista de Estado, un defensor de lo que fueron Italia y España como modelo.

Ya veo cuál es la parte que metió la francesa. Cuando te hace decir a vos que repensaste toda la historia del peronismo….

Juan Martín Guevara. Fotografía: Estela Colangelo y Valeria Roig.
Juan Martín Guevara. Fotografía: Estela Colangelo y Valeria Roig.

Sí. Pero el libro tenía que salir. Y fijate vos, el libro ha hecho que estemos acá conversando y que vos quieras que yo me ponga a escribir. Hay posibilidades entonces, uno las tiene que encontrar. Te cuento: un 1° de Mayo, en Pescara, Italia, había un acto en la plaza central y el intendente quería conocerme. Fui. Venían las elecciones y el tipo pensaba que, si presentaba al hermano del Che, ganaba unos cuantos votos. Fuimos a la plaza, había quince o veinte mil personas y una banda de rock, con uno que cantaba y corría de aquí para allá con el micrófono, se tiraba al público y el público lo devolvía. Yo pensaba, “Mamá, ¿de qué voy a hablar acá?” Bueno, empecé a hablar, con una mujer que traducía. En un momento me di cuenta que ella traduce cualquier cosa y le dije “No, no. Yo dije esto otro” Pero era un quilombo todo. Así que agregué cuatro o cinco cosas más y terminé con “Hasta la victoria siempre”, alzando el puño. ¿Sabés qué cantidad de puños se levantaron? Todos. Bajé y, mientras me iba, se me acercaban y, de ahí, saqué contactos de toda clase de gente.  Estas son las cosas que puede el Che, no las puedo yo.

Ahora que comentás esto, recuerdo que en el libro se menciona que los sobrevivientes de la guerrilla en Bolivia dicen que, para tu hermano, vos eras su heredero espiritual ¿esto es verdad o es un invento de la francesa?

Es relativamente verdad y relativamente un invento de la francesa. De la manera en que está puesto, no es. Pero sí es cierto que, de todos los hermanos, él puso las fichas en mí. ¿Por qué? No lo sé.

¿Eso te pesa o es un honor?

Nunca fue una carga. Yo fui militante del PRT, agarré los fierros por la revolución. Cuando digo “derrota” se me enojan y me dicen “No, fue una batalla perdida”, bueno, digamos batalla perdida. Pero en el ’67 no fue una batalla perdida, fue la derrota de la revolución latinoamericana. En todo caso, fue una batalla tan importante que, desde ahí, todavía estamos viendo cómo seguir. Lo que nadie puede dejar de reivindicar es el valor, la coherencia, el haber puesto el cuerpo. Eso lo reivindican, pero todo lo demás no. Incluso la misma izquierda, ¿y de dónde viene eso? De Tamayo, que es el que más yo conocí. En el ’59, cuando estuve en Cuba, había una cantidad de pibes de mi edad o poco más, que después fueron comandantes y generales. Yo no entendía nada, eran pibes de diecisiete años que venían de combatir dos años contra el ejército de Batista. Con ellos nos hicimos amigos, hablábamos de las mismas cosas, más allá de que ellos venían de dos años de guerra y yo tenía mi experiencia de estudiante, luchaba en Buenos Aires con el tema de la educación laica o libre. Yo fui presidente del Centro de Estudiantes del colegio Nicolás Avellaneda y ya, las discusiones internas de ese momento, anticipaban las posteriores con el PC, respecto del reformismo, y las disputas con los Montoneros, respecto del nacionalismo popular.

Bansky.
Banksy.


UNA HIGUERA QUEBRADA

 

                                               Yo sé los nombres extraños/ De las yerbas y las flores,/ Y de mortales engaños,/ Y de sublimes dolores./ Yo he visto en la noche oscura/ Llover sobre mi cabeza/ Los rayos de lumbre pura/ De la divina belleza.”
“Yo soy un hombre sincero”, José Martí

 

¿Qué sentiste cuando llegaste a La Higuera?

La última vez, en octubre de 2017, fue la peor de las tres, porque políticamente me desayuné con cosas de Bolivia que no las tenía claras, cosas actuales. Por ejemplo, cuando se hizo el acto, el Ministerio de Relaciones Exteriores me mandó la invitación, que decía “Homenaje a la presencia en Bolivia de Ernesto Guevara y sus compañeros” ¿Cómo? ¿El 8 de octubre es la presencia o es el asesinato?, ¿cómo es la historia? La presencia fue un año antes, fueron once meses que estuvo allí. Ahí decidí no ir con la invitación, sino con otros compañeros, de ATE, de los de La Pastera del sur, del museo del Che en San Martín de los Andes. Fuimos hasta Valle Grande y, cuando llegamos, empezaron una serie de idas y vueltas, que tenían que ver con que yo subiera al palco. Ahí estaba Ramiro, mi medio hermano, Camilo, Ramiro Valdéz, Atilio Borón y no sé quién más, estaba decidido de antemano que estarían ahí. Dos días antes se había una reunión de la oficialidad superior los militares, en la cual ellos reivindicaron la lucha contra la invasión ideológica y extranjera. No dijeron directamente que estuvo bien asesinar al Che, pero estaba implícito. El 8 de octubre, Evo habló de asesinato en su discurso. Y, dos días más tarde, los condecoran a estos milicos. Cuando vos vas al museo de Valle Grande, es un museo de los milicos. La matriz de los militares bolivianos no está cambiada.

Claro. No hubo juicio y castigo sobre este hecho.

Wifredo Lam.
Wifredo Lam.

Para nada. Además, cuando Tristán logra meterse en el cuartel general y consigue retirar alguna cosa, después le prohíben la entrada. Y Evo no pudo romper ese cerco. Entonces, uno piensa: “Han tenido que negociar”. Yo no subí al palco. Cuando vino el del Ministerio de Relaciones Exteriores a decirme si quería subir le dije “Somos seis. Si subimos los seis, subo” Me contestó: “Es para ti solo” “A los compañeros no se los abandona”. Al final, no subimos.

¿Y qué te pasó las otras veces en la Quebrada de Yuro?

Y… la otra vez que bajé a la Quebrada de Yuro, te puedo asegurar que fue muy duro. Además, me encontré con el hijo del Inti Peredo. No sé exactamente cómo lo puso la francesa.

Que sentiste mucho dolor y que te preguntaste por qué no te estuviste ahí, si también vos eras un militante.

Me pregunté por qué no me quedé en Cuba. Ese fue el momento de ruptura total con mi viejo, con quien la cosa ya venía resquebrajada. Tenía quince años, no sé si hubiera ido con el Che a Bolivia, pero me quería quedar en Cuba.

En el 61, se vieron en Punta del Este, ¿en ese momento pensaste en irte con el Che?

Servando Cabrera Moreno
Servando Cabrera Moreno

Quise hacerlo, pero el Che me dijo que hablara con un Fulano. Pero no hubo caso. No sé tampoco por qué, en el 59, él no decide que yo me quede en Cuba.

Él, que había ya roto un montón de reglas.

Sí, pero romper las reglas familiares con la vieja y el viejo no era lo mismo…

Menos, con el hermano menor, ¿no?

Mirá, yo he tenido la posibilidad de decirle cosas que nadie podía, hablarle no muy bien de su mujer, qué se yo, cosas íntimas. Le decía lo que me daba la gana y punto. Él se cagaba de risa, porque me tomaba como el hermano y como un pibe también.

 

FAMILIA MUY NORMAL, CHARARÁN

 

Y yo no tengo misión ni familia ni otra dialéctica que esos conjuros mortales donde se deshace la espuma de los grandes escrúpulos/ Pero obstinado siempre en el furor de un mundo que silba como una sirena de fuga/ por cada beso hacia el alma/ por cada boca con el pan de las cantáridas/ por cada latido que se precipita y estalla bajo el cautiverio de la tormenta”
“Sentar cabeza”, Enrique Molina


Chichina, ¿vive?

No sé. Cuando Ernesto fue El Che, a ella le hicieron pomada la vida, porque todo el mundo le decía que era una gila de cuarta por la que se había perdido. Pero, bueno, no supe más nada de ella, que además era de una familia muy de mierda. Conocí el ala izquierda de la familia, digamos, al petiso Ferreira, que estuvo en cana y es uno de los que participan en el secuestro del avión de Trelew.

Wifredo Lam. "La mañana verde."
Wifredo Lam. «La mañana verde.»

¿A Tita Infante, su amiga de la facultad, su confidente y corresponsal, la conociste?

A la Tita sí, la debo haber conocido, aunque yo era muy pibe y ni me acuerdo de cómo era. Ella era estudiante, compañera de él y venía a estudiar a casa.

¿Están las cartas entre el Che y ella?

Las debe tener Aleida, que quizás las perdió o las debe haber asucuchado, como hizo con Hildita…

La familia Guevara Lynch que se describe en el libro se parece a los locos Adams…

Y, más o menos. Fijate que se fueron a Misiones dos años y volvieron. Pasan un tiempito en Buenos Aires, y nacen dos hijos. Otro tiempito en Alta Gracia, Córdoba. Otro más, en Buenos Aires… No son los locos Adams, son los locos Guevara. Después, el tío Jorge, que la mujer lo mete en un psiquiátrico para quedarse con un campo que era de él. Jorge, ingeniero agrónomo, era el tipo que se iba a Mar del Plata, se ponía el gorrito blanco y se tiraba a nadar, con bandera roja. Todo el mundo en la playa esperaba que se ahogara. A la segunda o tercera vez que lo hizo, vino la policía y se lo llevó porque era un despelote, y ningún bañero se quería meter. Él le enseñó a nadar a la vieja y a Ernesto en esas aguas, él le hizo hacer vuelos sin motor al Che, él era loco de la moto, el que le eligió la Norton, era el tío loco.

¿Y Carmen?

Carmen era más comunista que el marido, que era del PC.

Wilfredo Lam.
Wilfredo Lam.

Carmen, enamorada de Amado Nervo toda la vida, lo pudo cuidar en sus últimos días. Son tantas historias de familia que parecen de novela…

Si el Che no hubiera sido el Che, estas historias no se conocerían. A lo mejor hay historias como estas en miles de familias y no aparecen en ningún lado. Desde que Juan Martín Guevara dejó de ser Juan Martín Guevara nada más, para ser el hermano del Che, es otra la historia: Bombas y tiros en mi casa, ¿viste?

 

 

LA CONFIANZA EN EL COSTILLAR DE ROCINANTE

 

                                               Pero los verdaderos viajeros son los únicos que parten/ Por partir; corazones ligeros, semejantes a los globos,/ De su fatalidad jamás ellos se apartan / Y, sin saber por qué, dicen siempre: ¡Vamos!”
“El viaje”, Charles Baudelaire

 [button-lightblue url=»#» target=»_self»]Tete-Ernestito-Fuser-Che Un Viaje que comienza en Rosario-Misiones, sigue por Buenos Aires y Córdoba. Pasa otra vez por Buenos Aires y, de ahí, el gran salto a la América Profunda Ya el VIAJE estaba gestado. La moto como medio, casi como excusa para el VIAJE Motociclista. Motorista-Motoquero. De caminos abiertos de rutas sin tiempos de sorpresas esperadas y voluntad de avanzar y llegar. Fragmento enviado por Juan Martín Guevara para “El anartista”[/button-lightblue]

Parece que, en este recorrido, la historia te marcó  para ser un sujeto político.  No sé si lo has podido elegir.

La elección tiene que ver con las oportunidades para poder o no elegir. Hay opciones y elecciones. Creo que todo lo que está pasando desde el punto de vista electoral son opciones, no hay elecciones acá. Ahora bien, en otros casos y en otras cosas, podés elegir. Mi elección estuvo clara. Nosotros, por ejemplo, los del PRT, nunca estuvimos de acuerdo en llevar encima una pastilla de cianuro para asegurarnos de no cantar en caso de ser secuestrados. Si canto, canto, pero no voy a tomar cianuro para matarme.

El Che es asociado muchas veces a la idea del sacrificio.

Es una idea que se puede pensar como la de esperanza o la paciencia. La esperanza es esperar, es una cuestión religiosa. Nada que ver con otra cosa en la que sí creo, que es la confianza, la acción en lo que podés construir. La paciencia es esperar el momento, lo contrario del hastío. Porque, si estás harto, chau, se te va a escapar el tren. Ahora, me preguntabas por el sacrificio: el sacrificio es pensar que soy un Cristo y que voy a representar para los demás una especie de simbología. Pues, no. El Che fue a triunfar. Le salió mal. A Fidel lo tuvieron a poca cosa de matarlo en la Sierra. Pero no pudieron. Yo digo que, sin Fidel, no habría Che. Y se me quedan mirando… Pero se topó con Fidel en Méjico y, bueno, hay un Che. Las circunstancias de la historia a veces se articulan con las casualidades.

Me llama la atención la cantidad de veces que el Che menciona en sus escritos la posibilidad de morir.

Escuchá:

[button-lightblue url=»#» target=»_self»]“Queridos viejos: Otra vez siento bajo mis talones el costillar de Rocinante, vuelvo al camino con mi adarga al brazo. Hace de esto casi diez años, les escribí otra carta de despedida. Según recuerdo, me lamentaba de no ser mejor soldado y mejor médico; lo segundo ya no me interesa, soldado no soy tan malo. Nada ha cambiado en esencia, salvo que soy mucho más consciente, mi marxismo está enraizado y depurado. Creo en la lucha armada como única solución para los pueblos que luchan por liberarse y soy consecuente con mis creencias. Muchos me dirán aventurero, y lo soy, solo que de un tipo diferente y de los que ponen el pellejo para demostrar sus verdades. Puede ser que esta sea la definitiva. No lo busco pero está dentro del cálculo lógico de probabilidades. Si es así, va un último abrazo.”[/button-lightblue]

Ahí está lo que vos decís. Cuando salen de la cárcel y van para el Granma, él describe el golpe que significa escuchar, bueno, ¿a quién hay que avisar de la familia si nos liquidan? Cada uno tenía que decirlo. Él dice que ahí siente el primer impacto de lo importante  que iban a hacer.

Y era la angustia de saber que podía morir y de saber que también iba a matar.

La lógica de la guerra es eso ¿viste? Al enemigo hay que destruirlo física, moral y anímicamente.

¿Quién es un enemigo para vos, hoy?

Sigue siendo el capitalismo. En cuanto al concepto de poder y de lo que el dinero y la avaricia logran con el poder. Yo digo que, cuando hay una opinión, detrás hay una posición. Y, detrás de la posición, hay un interés, que puede ser económico, cultural, ideológico, pero hay un interés. En un mundo globalizado como el de hoy, que viene anteriormente de una dominación imperial lograda por la fuerza, ese interés tiene las herramientas como para vaciarte la cabeza y llenártela con otros elementos. Hoy, la desaparición forzosa de personas está reemplazada por la desaparición forzosa de mentes. Y, si no lo logran con eso, también te desaparecen. Si no te convencen, te revientan. Pero van a tratar de quitarte de la cabeza el ideario del triunfo, de la lucha por el poder.

Bansky.
Banksy.

 

UN FRENTE NÓMADE

 

                                                               “De la raíz a la más alta punta/ Con los dedos crecidos por el viento/ Y el terror de los anuncios obscuros regalados/ Humildemente regalados como semillas a la madre/ Así el barco buscado por sus aguas/ Ha de reconocer los fluidos de su acento/ Y será reconocido por las puertas hermanas.”
“Aquí estamos”, Vicente Huidobro


Este número es sobre ausencias. ¿Dónde sentís más la ausencia de tu hermano en este momento?

Wilfredo Lam. "A tres centímetros de la tierra."
Wilfredo Lam. «A tres centímetros de la tierra.»

Creo que el Che no era el político que sí fue, por ejemplo, Fidel. Era un organizador, un pensador, un tipo con una capacidad de ver para adelante- que también tenía Fidel- pero de otra naturaleza, más política. Cuando llega Monje al campamento de Ñancahuazú, a romper con el pacto que había tenido en La Habana y a decirle al Che que él era el jefe y que él iba a comandar este grupo guerrillero armado para la liberación de Bolivia, él sabía que la respuesta iba a ser un no. Ahí, pienso, ¿qué hubiera hecho Fidel? Le hubiera dicho “Sí, tomá la gorra de comandante y decile a toda tu gente que ya está. Vos te quedás acá ¿Qué hacemos ahora, comandante?” ¿Qué hacía el tipo? No se iba a quedar. Se hubiera ido. Creo que Fidel hubiera hecho eso, como hizo con Dorticós y con Miró Cardona, puso a un primer ministro y a un presidente que  no eran ni martianos. Pero vos me preguntabas por la ausencia. Creo que la ausencia está. El tema es poner la presencia, en cómo lograr que esté presente no como una imagen, sino como el referente que es, con sus distintas facetas. Que su presencia nos interpele, diciéndonos: “Sí, este camino fue truncado y me liquidaron, lo cual no quiere decir que no es este el camino. En todo caso, fíjense y no cometan algunos errores, pero el camino es este, es lucha, es conciencia, es revolución”

¿Cuál es tu lucha ahora?

Es la Fundación y es la juventud. Ahora tengo que ir a una secundaria en La Matanza, a otra en el Chaco y a otra en Berazategui. En Europa he estado siempre en actividades con jóvenes. A veces, en colegios. Y, a veces, con jóvenes militantes.

Seguís siendo un poco nómade.

Es que yo creo que la solución de los problemas no va a ser nacional y cerrada. Cuando, en un momento, nosotros planteamos la Junta de Coordinación Revolucionaria, lo hicimos con esta idea. Teníamos que hacer un frente. No un frente amplísimo, no. Un frente antiimperialista y por el socialismo. Internacionalista.

¿Ves a la juventud receptiva del mensaje del Che?

En Italia, directamente, me preguntaban cómo hacer. “Yo no soy el Che”, les dije. Yo te doy las cosas que él escribió y arreglate. No me pongas en la situación de decir qué hacer y cómo hacer.

¿Y cuál es el eje que llevás a las escuelas secundarias acá?

Hay una necesidad de respuestas concretas a lo que pasa y a lo que quieren que pase, mezclada con las realidades de los que les proponen cosas. Vos llegás y les hablás de lucha, de revolución. Les hablás de marxismo, desde un punto de vista histórico. Y, aclarás: si no estudian la historia, se van a volver a equivocar en lo mismo. O, por lo menos, si estudiás la historia, vas a hacer las cosas de acuerdo a lo que creés y querés. Si estudiás al Che, podrás o no estar de acuerdo con él, pero leelo. No estés en desacuerdo por lo que te cuentan. Yo voy, en general, invitado por los centros de estudiantes de toda índole. Es una cosa que tienen los compañeros jóvenes que adhieren a Cristina

¿También te invitan ellos?

Claro. Los que no me invitan son los del FIT. He estado junto a Castillo y a otros en algunos lugares, pero no porque me invitaran ellos. Ya te conté que discutimos muchas veces sobre el foquismo. No tienen argumentos y critican el foquismo… Vos decís “lucha”, sí. “Poner el cuerpo”, sí. “Conciencia”, sí. “Estrategia”, sí. “Unidad”, sí,  “Organización”, sí. Todo eso, sí. Bueno, pero eso es leninismo, es marxismo, es política y es realidad. A ver, ¿el peronismo está unido para eso? No. Por eso pasó lo que pasó en su momento: Montoneros, FAR, los juicios que hubo dentro de Montoneros con la columna Norte… Yo fui testigo directo de una barbaridad: ellos enjuiciaron a un compañero y lo condenaron a muerte dentro de la cárcel. Cuando salíamos al patio, no podíamos juntarnos en grupos de más de tres. A mí me dieron la tarea, junto con otro,  de no dejar solo a este compañero. Pero se suicidó. Jamás le preguntamos si habló o no habló en la tortura ¡estábamos en cana! Y no era un alcahuete, como alguno que me pusieron a mí en la celda. No. Era un tipo que estaba destrozado.

 

LA AURORA DE LOS NIETOS

“y busquemos la aurora/ apasionadamente atentos a su signo./ Porque hay aún un continente verde/ que imanta nuestras brújulas.”
“Apuntes para una declaración de fe”, Rosario Castellanos


¿Qué es lo poético para vos?

A veces me preguntan qué estaría haciendo el Che si viviera. Yo digo que eso es metafórico. O metafísico. O lo que te decía respecto de la escritura, como no siempre liberadora, sobre todo, para los que estuvimos muchos años encerrados. Sigo teniendo presente que el enemigo es el enemigo y no le voy a regalar nada. Sé que mi celular es público para todos los servicios de inteligencia, como fue mi librería. Cuando fui a una charla a la Facultad de Psicología, una de las preguntas era sobre esto de la cárcel y la escritura. Y yo dije: una cosa es cuando un preso común sabe que tiene equis años por delante y otra, cuando vos no sabés si salís en dos, quince, cincuenta años o te matan mañana.

Banksy.
Banksy.

Pero ya saliste.

Claro, pero lo sucedido existe. Todo lo que uno ha incorporado sigue con uno. Nunca perdí de vista que vencer al enemigo era también vencer esa situación en la que estábamos. Nunca nos victimizamos, sabíamos que la cárcel o la muerte eran parte del juego. Tengo la suerte de que no me mataron, de que puedo contarla y, además, seguir luchando.  Hay un chino, Sun Tzu, que escribe sobre el arte de la guerra y habla de la inteligencia y la contrainteligencia. Es increíble. Está hablando del enemigo. No sé si el Che habrá leído a Sun Tzu o a Clausewitz, pero evidentemente tenía claro quién era el enemigo. Y si el enemigo me cuenta las costillas, yo se las tengo que contar. Y, además, decirle que soy un invertebrado. Entonces, sé que mi palabra no es cualquiera. Si no hubiera existido el libro y yo no fuera el hermano del Che, no estaríamos acá hablando. Por sobre el encierro, es el hecho y la responsabilidad de ser hermano del Che lo que hace que tenga estas prevenciones. Porque en el encierro yo era el 449. Pero, cuando venía un milico a la celda, era Guevara, el hermano del Che.

¿Por qué en  “Mi hermano, el Che” se dice tanto que tu hermana Celia se iba a oponer a este libro?

Cuando Tristán Bauer sacó la película, nos invitó a la avant premiere y fue Celia. Empezó la película y se tuvo que ir, no la soportó. La muerte. La muerte es el tema. Ella se hace cargo de la muerte de todos y de cada uno. Pero lo de Ernesto es terrible. No puede con eso.

Es terrible ya que a uno le maten a un hermano, me imagino si, encima, la foto de tu hermano muerto circula por todo el mundo…

Bansky.
Banksy.

Sí, pero yo fui hasta la Quebrada. Ella, ni que la lleven a las patadas. Pero, ¿por qué ella dice que yo no debo hacer lo que hago?  Es una manera de defenderse. Ella sí puede hablar de cosas que yo no puedo, porque lo conoció mucho más íntimamente por la edad. Yo quizás estoy contando son relatos de la familia, no son mis recuerdos puros, digamos. Yo no jugaba con él como jugaba ella. Yo cuento lo que he escuchado. Pero ella no quiere, ya sea por el dolor que le significa y también porque la presionan para que cuente. Entonces, si yo no lo hiciera, quizás ella estaría más libre de hacerlo.

Cuentan que él te mimaba mucho y jugaba con vos.

Él se fue cuando yo tenía diez años. Se pasó dando vueltas por el mundo y era, como cuento en el libro, buenísimo reencontrarlo. Lo que pasa es que yo veo la foto en que estamos los dos, yo subido a babucha de él o en su falda, y me da una cosa que los demás no pueden sentir. Yo era el chiquito, ¿entendés? El juguete. Íbamos a ver fútbol y para mí era una alegría, no por el fútbol, si no por ir con él.

La muerte del Che fue anunciada falsamente tantas veces, que me pregunto si vos lo creíste cuando fue real.

Sí. Porque yo había tenido determinadas reuniones, en las cuales había surgido que el Che estaba en Bolivia, aunque oficialmente no se sabía. Estaba trabajando de repartidor y, muy temprano a la mañana, vi la foto en un puesto de diarios. Ese día nos reunimos y ni mi viejo ni Celia lo creían. Pensaban que era un montaje. Cuando Roberto fue con Gelblung a Bolivia, le preguntaron si él creía que era el Che. Y él dijo que hasta que ver el cuerpo no lo creería. Roberto, que era un abogado y no era militante, pocos días después del asesinato se bancó reunirse con el milico a cargo de la zona y después con el jefe del Ejército, no era joda. Yo, al ver la foto, sí creí que lo habían matado.

Era un desaparecido.

Lo fue hasta que hubo datos concretos de dónde estaba. Entonces, Roberto se jugó. Celia se jugó por los desaparecidos y los presos desde Europa. Pero no le pueden hablar de Ernesto. Del Che, no habla.

Nos debés algo tuyo escrito.

Escuchá este, es del Che:

[button-blue url=»#» target=»_self»]Vas a morir, vieja María. Toma esta mano de hombre que parece de niño entre las tuyas Unidas por al jabón amarillo. Restriega los callos duros y los nudos puros en la suave vergüenza de mis manos de médico. Descansa en paz, vieja María. Descansa en paz, vieja luchadora. Tuis nietos, todos, vivirán la aurora. Lo juro.[/button-blue]

[button-lightblue url=»#» target=»_self»]Las dos imágenes más conocidas en el mundo son Cristo y el Che. Y yo creo que hoy más el Che que Cristo, porque aparece en lugares que uno se pregunta qué hace acá. Muchas veces son trivializaciones, pero lo que hay que preguntarse es por qué trivializan con el Che y no con cualquier otro. Ha habido y sigue habiendo una campaña para minimizar su figura, pero no creo que, después de 50 años, vayan a tener éxito. Gran parte de su pensamiento sigue vigente y, si somos capaces de colocarlo de nuevo en contexto, no podrán nunca trivializarlo. Fragmento enviado por Juan Martín Guevara para “El Anartista”.[/button-lightblue]

 

Juan Martín Guevara con el Anartista. Fotografía: Estela Colangelo y Valeria Roig.
Juan Martín Guevara con el Anartista. Fotografía: Estela Colangelo y Valeria Roig.

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