La queja: entrevista a Marcelo Valko.
Entrevista: Estela Colángelo, Lourdes Landeira, Gabriela Stoppelman
Fotografía: Ana Blayer
Edición: Gabriela Stoppelman, Lourdes Landeira
«la única oportunidad de los hombres está en el devenir revolucionario, es lo único que puede exorcizar la vergüenza o responder a lo intolerable»
Gilles Deleuze, “Conversaciones, 1972- 1990”
El olor a viejas páginas sahúma el tiempo. Con su aroma, desvela las miradas, ahuyenta al viento blanco y reaviva las ráfagas del amanecer. Venus se acomoda en su sitio, coquetea con los hombres que tempranean el día y salen a dar una vuelta con su perro. Pero algo sucede en los vértices del barrio, en las fronteras de la luz. Algo impropio en la mera sucesión de los días, en el simple deslizarse de hora en hora, al margen de la eternidad. Se trata de una papa. Una papa centenaria con una enorme cabellera enraizada a la tierra. Un tejido que se extiende en superposiciones y vueltas. Un punto indisciplinado que insiste en suceder. Para advertirlo, no hay que detener el paso, sino aguzar el oído y la mirada. Es un sismo en miniatura debajo de las baldosas. O una enorme estatua, que el hábito desaprendió a ver. Si se quiere, es un verso de Neruda: “Vengo a hablar por vuestras bocas muertas”. O una simple insistencia en las vacilaciones del alba. Cauta, la vigilia se suspende, despliega un pasillo entre el día y la noche y, como niña que apenas tienta un juego, sigue el lento desperezarse del tubérculo, busca la vida del revés. Dicen que es la cabeza de Atahualpa, o el poema que aún falta escribir. O la sombra que agita la ladera de la montaña, donde una vez yacieron los muertos por la espalda. Dicen que es el pachacuti, el tiempo iluminado de dar vuelta la tortilla hacia la voz de los nombres desgarrados de su lengua. Y hasta hay quien se atreve a ver en la tormenta subterránea el regreso del tejido desgarrado precozmente, la savia insolentada de un prematuro adiós. Quién sabe si no es espacio lo que regresa. Una ciudad perdida, tal vez. Pero no de la ruinas del pasado, sino en el horizonte del porvenir. Lento, pero viene, repite Marcelo Valko. Una enorme papa agita los fundamentos. De pie, señores: el amanecer.
LA PACIENCIA DE ATAHUALPA
“detrás de los párpados queda la vigilia detenida / en el sueño un haz de luz centellea/ y sospecho/ que un paso más acá están las respuestas”
Liliana Ancalao – poeta mapuche- Detrás de los párpados
Está claro que nuestras miradas están codificadas. Pero, potencialmente, sí son capaces de ver ¿Qué se puede hacer para rescatar ese potencial?, ¿cómo devolverle a la mirada la capacidad de leer lo que tiene frente a los ojos?
Merleau Ponty, en “Fenomenología de la percepción”, dice que el ojo llega a la imagen siempre viejo, cargado de saber. ¿Qué quiere decir? Estamos contaminados con percepciones previas. Sucede, por ejemplo, con la estatuaria. Nos han acostumbrado a que las estatuas están ahí, en el espacio público. Y, al estar ahí, nadie las cuestiona. Algo bueno habrá hecho ese tipo que el monumento recuerda, por algo estará en el pedestal. Y nosotros, claro, lo admiramos desde abajo. Así se domestica la mirada. Pero, en algún momento, se quiebra ese bozal sobre los ojos. Cuando uno percibe las cosas, puede comenzar a difundirlas con libros, con documentales. Fijate, de pronto sucede algo como, por ejemplo, la muerte de George Floyd en Estados Unidos. Muchos ojos que antes no veían comenzaron a ver lo que siempre había estado disponible a la mirada. Y, de Estados Unidos, se extendió a todo el mundo. Por ejemplo, en Liverpool, tenían varias estatuas de esclavistas y nadie les daba importancia. De pronto, las vieron. Y, de pronto, en Bélgica, vieron al rey Leopoldo II, el más carnicero de los carniceros. O, en Chile, el año pasado, no nos olvidemos de la movilización sostenida que allí ocurrió. A Sebastián Piñera lo salvó el coronavirus. Si no, hubiera sido muy complejo lo que hubiese tenido que enfrentar. Los chilenos, a diferencia de nosotros, tienen mucho más presentes a sus conquistadores. Acá no es sencillo encontrar una estatua de Juan Díaz de Solís. Hay una, por ahí, en San Telmo. En cambio, los chilenos tienen un montón de estatuas de conquistadores y, por eso, construyeron un imaginario diferente del nuestro. Por algo toleraron a Pinochet una veintena de años. Sin embargo, los chilenos comenzaron a ver y voltearon esas estatuas. En ese momento, diarios como “El Mercurio”- que es como “La Nación” acá- hablaban de la bestialidad, de la ignorancia contra las obras de arte. Pero, cuando eso sucede en el primer mundo -en Richmond, en Baltimore-, esos diarios no saben bien cómo reaccionar. Como ustedes ya sabrán, hace una veintena de años o un poquito más, Osvaldo Bayer empezó con el tema Roca. Y a Roca lo teníamos en Billiken, lo teníamos en los manuales Kapeluz y Santillana, en las plazas, en los jardines. La única escuela que había en la Antártida se llamaba Roca.
Y le cambiaron el nombre por “Alfonsín”.
Así es. La cosa avanzó y ya tenemos más de treinta y pico de ciudades donde Roca cayó. Pero ¿qué pasaba acá? Todos los que nos decían traidores a la patria, cartoneros de la historia,… ¿les gusta cartoneros de la historia?
Me encanta. Me parece un halago.
Nos decían cartoneros de la historia por el tema de las chapas de las calles, como si nuestro interés fuera- simplemente- arrancar las chapas. También, decían otras cosas, mandaban mensajes, acusándome de ´sembrar la semilla de la subversión´. Eso ya no era “simpático”. Como sea, el tema se corporizó y el mundo le dio el aval al libro “Pedestales y prontuarios”, porque confirma que nada es más peligroso que una estatua en su aparente inmovilidad. La estatua derrama significación, derrocha sentido, no para de hablar en silencio. Nosotros no paramos de escucharla y de verla.
Si vemos y leemos muy poco, ¿cómo ver el movimiento en la quietud? Nosotros te conocimos a través de Víctor Vargas Filgueira, idóneo en cultura yagán, en Ushuaia. Él nos habló mucho de un pensamiento no binario, para el cual quietud y movimiento no serían opuestos…
Los pueblos originarios no tenían estatuas, pero sí estatuaria, que fue mayormente destruida, tanto en la zona andina como en Mesoamérica. Hay un punto que es clave, y se vincula- justamente- con lo que vos estás planteando del movimiento en la quietud. El mito de INKARRY, sintéticamente, dice que, cuando Pizarro mata a Atahualpa, cuando le corta la cabeza, como le tiene miedo, la entierra. Hay distintas mitemas acerca de dónde la enterró: en Barcelona, en Cusco, en Lima. Pero todas las versiones tienen un hilo conductor y es que, una vez enterrada, la cabeza empieza a crecer como tubérculo,como una papa maravillosa. Y cuando Atahualpa tenga la última uña germinada va a emerger. Pero se toma su tiempo. Es como cuando, en el altiplano te dicen “ahorita”. Bueno, no se refieren a ´ya mismo´. Es un tiempo, como del que habla Rodolfo Kusch, es el tiempo del estar. Nosotros somos del tiempo del ser, el tiempo del fluir, del presente perpetuo que se va. En cambio, ellos tienen la temporalidad de la papa, de esa cabeza de Atahualpa que crece hace quinientos años. Es el movimiento de la quietud. Fijate, por ejemplo, cuando asumió Fujimori se visitó de inca, con la peregrina intención de asemejar los incas a él. Cuando subió Alan García se vistió como un INKARRY(1).Por supuesto, no era INKARRI, formaba parte de una manga de ladrones. En el otro extremo, la asunción de Evo Morales fue completamente diferente. Él es un aymara, no dijo que era INKARRY, Pero la gente lo percibió así. Alguien que viene del tiempo y que va a crear el pachacuti, que es -como dirían en la guerra civil los españoles- “que la tortilla se vuelva”. El pachacuti es un cambio de tiempo, es un movimiento en la quietud. Por ejemplo, yo fui muchas veces a trabajar al Alto Perú. Y veía a muchos turistas, sobre todo, argentinos -que son catastróficos-, burlarse abiertamente de los peruanos, de sus tiempos. Claro, no advertían esa temporalidad del estar. Nosotros somos el ser, esa cosa individual, la cosa singular. Lo de ellos es plural. Es tan interesante. Entiendo que nuestro trabajo impone horarios, tenemos que dar la clase, ir y volver. Sin embargo, de cuando en cuando, está bueno darse un baño de otra temporalidad, de otras realidades que nos superan.
BIEN LAVADITO
“Tocá ese tambor hijo mío, / vuelen sobre él tus manos mestizas, / confluye a tu sangre africana, / confluye a tu sangre india. / Tocá ese tambor hijo mío, / cierra los ojos y vuela, / en las notas temblorosas / ritmo de baile africano, / cante tu boca bembita, / tromponcita y cariñosa”.
María Teresa Ramírez – poeta de Cali-, Toca ese tambor
En tu Facebook, y también en el libro, hay una frase que creo repetís en todos los posteos: “Es lento, pero viene”
Mi trabajo es sobre investigar genocidio. Leo cosas espantosas. Entonces, me lavo con poesía. Por ejemplo, leo mucho a Neruda y se me metió como una tarea una frase suya muy: “Yo vengo a hablar por vuestras bocas muertas”. A todas esas voces que fueron silenciadas, aplastadas, enterradas en el silencio, hay que devolverles la voz. La frase que vos citás, “Es lento, pero viene”, es de Mario Benedetti. Y tiene que ver con ese movimiento lento, pero que está viniendo. Cada vez tenemos más documentales, más libros, más clases, más institutos de formación docente donde nos invitan. Cada vez tenemos más espacios. Tengo un libro que se llama “Desmonumentar a Roca” y está agotado. Un editor me dijo “¿Vos te diste cuenta? Ese libro, hace treinta años, no hubiéramos podido publicarlo”. Yo lo veía hasta en los kioscos del subte y ahora se agotó. En cuanto a la frase, una amiga me dijo una vez “Ay, Marcelo, tu ‘Es lento pero viene’ es tan lento…” Se avanza de a milímetros, bueno, pero los milímetros valen. No es fácil.
Es más visible lo que se retrocede que lo que se avanza. Y lo que se avanza es mucho más silencioso…
No, yo creo que es bien visible el avance. Pasa que la gente quiere acelerar, quiere que ya mismo tiremos a Roca, allá, en la diagonal. Una vez, Filmus, cuando era ministro de Educación, me dijo “es muy difícil mover esto”. A él lo había sorprendido como una dificultad intentar hacer cambios en el ministerio. Sin embargo, nuestros libros han llegado al público de las universidades, a las currículas académicas. Mirá, “Pedagogía de las desmemoria” va por la 4ª edición. Nunca ha salido publicitado en Clarín y, a pesar de ello…esto viene, es lento, pero viene.
¡Qué buena noticia!
Hace cosa de un mes se liberó por una semana la película “Cuatro Lonkos” de Sebastián Díaz y tuvo más de cuarenta mil visitas. Eso quiere decir que hay un público ávido de otras cosas. Entonces, si tuviéramos más difusión, imaginate, ¡se les cae la estantería! Aparte, es evidente que hubo un cambio. Vos pensá que, cuando yo era chiquito, el 12 de octubre hacíamos las carabelas con la cáscara de nuez, los escarbadientes,confeccionábamos las velas con la cruz. Bueno, ahora no se festeja el 12 de octubre, para la escuela es un asunto problemático cómo tratar el tema. Antes era Colón, Colón, y ahora ya no.
PUJE, PUJE
“nace en cada esperma fértil / en cada óvulo fecundo/ en cada palabra que pinto /ni la garra del audaz Ayumpum es tan fuerte /como para callar mi voz”.
María Clara Sharupi – Poeta Shuar, Ecuador
Me alegra mucho tu optimismo.
Yo soy objetivo, soy psicólogo: un buen diagnóstico da un buen pronóstico. Si vos diagnosticás mal, vas a hacer un pronóstico malo. Y acá el diagnóstico es que se logró cambiar el nombre de Roca en muchas ciudades: en la pampa húmeda, donde hubo tantas víctimas de sus masacres; en lugares predominantemente sojeros. ¿Y cómo se cambió? Con votos en el Concejo Deliberante. No rompimos las chapas, no. Logramos éxitos donde están los Unzué, los Pereyra Iraola, toda esa gente. Eso está sucediendo.
Pensaba que, mientras esos logros suceden, también mataron a Rafael Nahuel. Por otra parte, yo recibo información de un Colectivo de mujeres originarias que, cada tres días, me habla de cómo, cada tres día, la policía entra a los golpes a una reserva. Y, cuando estuve en el Sur, así como vi mucha gente que pintaba el monumento a Roca, vi también mucha otra, sobre todo los guías turísticos y su público, muy entusiasmados con Roca y con el Perito Moreno y un montón de gente que uno podría cuestionar. Si una hacía una objeción, se volvía la oveja negra de la excursión.
Los guías de turismo tienen un trabajo, un guión a seguir y están vigilados. A mí, la intendencia de Bariloche, me llevó a hablar sobre Roca, hace unos años. Por supuesto, en el público- aunque no eran mayoría, había roquistas. Fijate qué interesante, adiviná dónde pusieron ese año el arbolito de navidad. Arriba de la estatua de Roca. La estatua quedó adentro del árbol. Y mirá que el Centro Cívico es grande, podrían haber puesto el arbolito en muchos otros sitios. Al ponerlo ahí arriba, a Roca ya no se lo veía. Nos gratificó tanto. Yo había preparado una conferencia con datos, terrible. Y sucede eso en un lugar donde tanta gente defiende al general. Porque, ¿cómo puede ser enemigo el ciudadano que defiende a Roca si en la escuela, aprendieron lo que la señorita les enseño? Mi tarea era acabar con la desmemoria, con el culto al olvido, con la amnesia. Y esto está pasando en Bariloche. No están solo los roquistas. Ya tenemos el otro lado. Acá asistimos a un momento maravilloso que es, justamente, la puja. Porque la historia es eso, no es agarrar el manual y repetir un cantito. No. La historia es apasionante es una puja constante entre paradigmas.
DESVELAR LA MIRADA
“soy el eslabón de un antiguo movimiento / un destello / de inacabada oscuridad”
Sandro Rodríguez -poeta diaguita-, Pacha
Recién dijiste algo que no quiero dejar pasar, que te lavabas con poesía. Más allá del poema y vinculado al momento maravilloso de la puja, ¿qué es para vos lo poético?
Es la belleza en todo sentido. Por ejemplo, poner pruebas contundentes al investigar los genocidios, es para mí un momento de gran belleza. Me tengo que parar, no puedo quedarme sentado, es como un amanecer, es algo maravilloso. Como la belleza de una mujer, como la belleza de la salida del sol. Hace poco murió Ennio Morricone, que tiene algunos temas con los cuales no podés no emocionarte. Tenés que ser muy refractario para que no te perturbe esa belleza. Fui a dar clases a España. Iba hacia Granada y, al ver los olivares, me acordé del poema de Miguel Hernández “Andaluces de Jaén, aceituneros altivos/ decidme en el alma de quién/ de quién son esos olivos. No los levantó la nada/ ni el dinero del señor/ sino la tierra callada/ el trabajo y el sudor”.Eso fue un momento de belleza total. La belleza está cuando termino de escribir y comparto mi trabajo. El ida y vuelta con el editor es bello. Hasta que, finalmente, el texto entra en prensa y, luego, aparece el libro. ¿Vieron el aroma a tinta y papel que tienen los libros nuevos? Después vendrán las interpretaciones, será inservible para alguno,
para otro no, pero el libro se va, se va. Es un momento de una belleza extraña, trágico, porque es como un hijo que se va. Para volver a la pregunta, la belleza está en todas partes, sin embargo, hay gente que no la ve. Por ejemplo, todos los días, a las siete, paseo a mi perro y veo a Venus, soy muy tempranero. Es un momento de belleza. Si ustedes se levantan un poquito antes de las siete de la mañana, hacia el este, van a ver a Venus, un lucero de hermosura perpetua.
Para conmocionarse con esa belleza, también hace falta un ojo que vea.
Nos han domesticado tanto… Ahora estamos con la pandemia, pero recordemos una escena en el tren Roca o en el Sarmiento a la mañana. Los pobres trabajadores ganan un sueldo que no les alcanza y viajan en forma inhumana. A esa gente tan cansada, que viaja dos horas y después otras dos horas más y va hacia un trabajo mal pago, no le podés decir “Che, mirá la belleza de Venus” No tienen tiempo, no tienen músculo, no tienen fuerza porque nos han arrastrado a tener una vida horrible.
La falta del buen tiempo. El tiempo que uno no se ocupa de producir es cada vez menos. Puede ser que los monumentos a Roca también sean cada vez menos, pero la explotación en la que vivimos es cada vez más.
Sí, pero a mí me viene a ver muchísima gente interesada en los temas que trabajo. Nosotros tenemos que trabajar para mejorar la vida. Si los genocidas hicieron un país chiquito y egoísta, de espaldas al interior y a Latinoamérica, nosotros tenemos que construir otra cosa. Lo comunitario es belleza. Vamos a ir despejando todo ese cipayismo mental. No sé si se acuerdan, el año pasado hubo un tornado en Miami y mandaron una banda de periodistas para cubrir evento. ¡De no creer!
PRESENTE PERPETUO Y SIN CONTROL REMOTO
“Me fueron dadas las palabras /como volcán que arde y sangra. Memoria /de alfabetos no aprendidos./Desovaron los pezones del tiempo,/fértiles fueron las tierras hasta el amanecer /
cuando supe /que no era mi mano la escritura”.
Adriana Paredes Pinda -Poeta Mapuche-Hilliche-, Memorias
Da gusto hablar con un optimista.
Lo que digo esta fundamentado. Mirá, el año pasado viajé a más de sesenta lugares del país. En todos ellos, las municipalidades, los institutos de formación docente y los centros culturales se hacen cargo de la estadía, del pasaje aéreo y de otros gastos. Ahora entramos en las ferias del libro, antes no. Al principio veía a mis libros de canto y abajo, por la ´V´ de mi apellido. Ahora estamos en las mesas. Eso quiere decir que algo pasa y yo lo celebro. Lo mismo en la biblioteca de Washington, de pronto, sale un libro mío y me escriben de Estados Unidos. Tienen avidez por cierta bibliografía.
En relación a la mirada velada, pensaba en las imágenes digitales, que se caracterizan por lo efímero. ¿Cómo se insertan en el entramado de la desmemoria? , ¿cómo juegan en este camino de lo que viene, lento pero viene, de quietud y movimiento?
Lo veo al revés. No son efímeras. Las imágenes digitales son como un montón de presentes perpetuos, ahí, a tu disposición. A veces, aunque tuve el gusto de participar en los documentales “Cuatro Lonkos” o “La muralla criolla”, simplemente lo miro como espectador. Lo veo a Osvaldo en acción, recuerdo su casa, «el Tugurio», con el que ya estaba yo tan familiarizado. Él sigue vivo. Sigue vivo. Mi hija más chica toca piano en una escuela municipal de música y, a veces, hablamos sobre Bach o Mozart o Beethoven. ¡Lo que ellos hubieran dado para grabar su música! Apretar un botón y que suene una sinfonía, ¡maravilloso! Ahora, nosotros podemos escuchar el concierto N° 3 de Brandenburgo, sin problemas. Es un presente perpetuo a nuestra disposición.A veces me pasa que me encuentro con gente que asistió a una charla, en un lugar donde hablé hace diez años. No me acuerdo de esa conferencia puntual, pero la persona tiene registrado esa ocasión en video. Y me dice: “¿se acuerda, Valko, cuando estuvo en Pergamino y dijo tal cosa?” Para él, ese momento es el presente puro. Creo que, dentro de todas las porquerías que trajo “el progreso”, lo digital también tiene esos beneficios. Una de las porquerías es que, como todo el mundo mira la pantalla del celular, se mira poco a los ojos. Lo vemos en los bares: las parejas ya no se miran, absortas en sus aparatitos. Pero, bueno, dentro de la locura, está la posibilidad de ese presente perpetuo. Nosotros vamos a ser historia algún día. Esto que hablamos ahora queda grabado y estará en algún lado. Así como antes existían aquellos libros de tapa dura, con esas encuadernaciones tan hermosas que son también una forma de presente perpetuo.
En tu trabajo de investigación, ¿encontrar una verdad que te conmueve se constituye en un presente perpetuo?
Claro, como cuando estuve investigando en el Archivo del Arzobispado, en tiempos de Bergoglio. La iglesia es un archivero extraordinario, tiene todo muy prolijamente guardado. Vos estás ante esos libros enormes, con hojas de un gramaje tan especial de un pergamino que, al pasarlas, escuchas cómo crujen. Por ejemplo, hubo sacerdotes que escribieron sobre la viruela en los indios. Yo pensaba “esta tinta fue contemporánea de ese virus terrible”, mucho peor que el covid19. Es impresionante estar frente a esa letra de tipos que estudiaban caligrafía, no como ahora, que ya nadie sabe escribir a mano… Una vez, fui con algunas de mis mejores alumnas para que me ayudasen. Y las chicas, que eran
del siglo XXI,al ver esa fuente documental, ese pedazo de historia, se quedaban impactadas. Y yo les decía “¿Ven? No todo está en internet. ” Es como cuando mis hijas me preguntan, vos antes, para cambiar de canal, ¿te parabas a girar una perilla? No lo pueden concebir.
Esos archivos que fuiste a consultar han demostrado su perpetuidad. En cambio, esto que grabamos ahora, no sabemos si será perpetuo, sobre todo, con la velocidad de los cambios tecnológicos. Yo tengo grabados los cumpleaños de mi hija en VHS y no los puedo ver porque no los convertí. Me parece que allí hay una diferencia entre los libros y lo virtual.
No podemos saber si esto se difundirá o no. Pero la herramienta de ahora permite que los estudiantes puedan entrar y ver una serie de cosas. Si les interesa, la biblioteca Ayacucho tiene digitalizados y disponibles gratuitamente, más o menos quinientos manuscritos de mixtecas, zapotecas, olmecas y otros. Hay textos de Guamán Poma de Ayala, cronista de ascendencia incaica.Para esas cosas sirven los archivos en papel.
NO ME SUEÑE LA BRUJA AJENA
“Aún estaba cerca su parentesco con todas las cosas que los rodeaban, por eso, con solo desearlo, podían volverse parte de ello y así, algunos se convertían en tigres o en cualquier animal, en árboles hermosos y gigantescos, en rayos o en bondadosas estrellas errantes, en culebras y en pequeños insectos; en eso consistía su juego y su estar”.
Leyenda zapoteca
Pensaba que todo lo que recién conversábamos tiene en común la idea de la botella al mar. El libro está ahí para quien lo encuentre, como el material de internet. Puede que lo miren muchos o ninguno, o que algunos lo encuentren realmente y lo atiendan. Vos, por ejemplo, atendés mucho a las leyendas y a los mitos, ¿cuál es la potencia que encontrás en esas leyendas o en esos mitos?
Claude Lévi-Strauss, en “Antropología estructural”, en “El pensamiento salvaje” y en otros libros, habla sobre la potencia de lo mítico. Insiste en que muchas cosas que buscamos, tal vez, estén delante de nosotros, vestidas como mitos. Y está en nuestras manos lograr desarmar ese ropaje para ver qué hay debajo. Por ejemplo, yo trabajé sobre una ciudad perdida y sobre otra ciudad maldita, en La Rioja. Pero se trata de mitos vivos. Si vos vas a Grecia, ni un griego te va a hablar de Edipo, porque es un mito muerto. En cambio, estos mitos le sirven a la comunidad. A la Rioja fui a hacer un relevamiento de sitios arqueológicos con Florencia Kusch, la hija de Rodolfo, arqueóloga especialista en iconografía Aguada. Ahí advertimos cómo, en todas partes, nos hablaban del mito. Y uno tiene que ser receptivo. La chica del hotel, los remiseros, todos nos decían “Ah, van para ahí, adonde está el tesoro”. Otros me advertían acerca de que el mito me iba a matar, que no iba a poder salir de ahí. Iba a venir una cadena y me iba a introducir en la tierra, que el viento blanco me iba a perturbar y no iba a encontrar el camino. Y, por supuesto, iban a venir los fantasmas. La gente lo creía con certeza. Bueno, lo mitos cumplen funciones en una sociedad y, aparte, son bellos. Por ejemplo, cuando mis hijas eran chiquitas, jugábamos con ellas a la antigüedad. Yo apagaba la luz de la cocina y, mientras almorzábamos a la luz de las velas, les contaba historias. Entre ellas, las historias de la ciudad perdida. La vela aportaba atmósfera, con ese movimiento tan bello, tan misterioso y tan antiguo, que es el fuego. Al fin y al cabo, el fuego te retrotrae, te saca de tu dimensión. Y, de pronto, se prendía la luz y se acababa. Volvíamos a esta vida.Pero no importa. Los mitos son bellos, son historias extraordinarias.
¿A qué llamarías hoy superstición?
Creer que de Roma salió la Patagonia de los indios salvajes chilenos, creo que es una superstición. Mirá, hace poco escribí sobre un chamán,a quien prendieron fuego en Guatemala, lo rociaron con nafta y, encima, lo filmaron hasta su muerte.
Lo quemó gente que era de iglesias adventistas,lo acusaban de hacer magia negra. Creer que un chamán que sabe de medicina ancestral hace magia negra para matar, ¡eso es superstición!
Y lo que hacen los medios hegemónicos, ¿no podría llamarse también superstición?
Lo vimos en el 9 de Julio, con la manifestación de los anti-cuarentena. Creer que el coronavirus no existe es superstición. Si el virus no hubiera diezmado Italia, España, Estados Unidos, uno podría decir que el gobierno exagera. ¡Pero hemos visto muertos en tantos países! No usar barbijo, no tomar medidas de cuidado, eso es pura superstición. Vos podés ejercer superstición desde cualquier tema: “Mi libro es el mejor libro, con él se acabó el tema tratado. Listo, lean esto y chau”.
O sea, ¿las certezas absolutas son supersticiones?
Es que una superstición, justamente, parte de creer algo con certeza. Acordate de la Inquisición. Leí mucho sobre eso porque tiene que ver con la psicología. Imaginate que la Inquisición te podía acusar de ser bruja por lo que vos hiciste en los sueños de otro. ¡Por lo que hacés en los sueños de otro! Por ejemplo, yo sueño que vos volás en una escoba al aquelarre, y la culpable sos vos, a vos te quemarán. Los inquisidores eran sabios teólogos, habían estudiado mucho. Y, sin embargo… creían en esas cosas. El saber no te exonera. Después, tenían la teoría de la utilidad de la tortura: si el diablo se metió dentro de tu cuerpo hay que torturarte para que el diablo salga con la confesión. Así te hacían un bien. Y, por si fuera poco, te quemaban para que tu alma fuera donde debía ir.
Ahora le están quemando la cabeza a miles de personas. La continuación del fuego por otros medios…
La cabeza te la quemaron siempre. Tengo una crónica de cuando los conquistadores llegaron a América. Por ejemplo, en el Auto de Fe de Maní, acto de la quema de la mayor cantidad de códices mayas, el sacerdote a cargo aseguró: “Hallamos un infernal número de estas sus letras y, como en ninguna había cosa que no fuera del demonio, se las quemamos todas, lo cual sufrieron de maravilla.” El fraile dice que era una maravilla que los originarios sufrieran al ver la quema de sus códices, ¡y él está contento! Está contento y lo escribe. Siempre les digo a mis alumnos que las huellas están. Sólo hay que buscarlas, ¿verdad?
DARWIN, Y UN TRAUMA DE INFANCIA
“Para sobrevivir en la Frontera / debes vivir sin fronteras / ser un cruce de caminos”.
Gloria Anzaldúa –Poeta chicana- La nueva mestiza
El tema de este número anartista es la queja. Lo pensamos como un primer momento de lucidez, si después pasa a la acción. Pero, si uno se instala en él, como un lugar bastante triste y melancólico. ¿Cómo ves hoy a los pueblos originarios en relación a esto?
Están bastante afirmativos, si consideramos las condiciones en que se encuentran y de las que vienen, si consideramos las matanzas por goteo en distintas zonas. Vos habías mencionado a Rafael Nahuel, en el sur. Pero, en el norte, la matanza por goteo es mayor.
Se identifica al sujeto que molesta y se lo atropella por la noche o lo acuchillan. Después, la carátula dice que estaba borracho. Si a eso le sumamos lo que se llama ´chinear´, que es ir a violar a una chinita como sucede en el norte, verás qué panorama tenemos. En ese contexto, las protestas de los pueblos originarios son genuinas. Por ejemplo, por el tema tierra. Hay muchas personas muy famosas que han comprado enormes tierras en el Sur. Con gente adentro, por supuesto. Y, después, andá a litigar en la justicia, andá a pelear por derechos de propiedad que, obviamente, tiene el comprador. Pero quienes tienen enterrado un familiar o ancestros en el sitio -que debería ser un hecho que marque los títulos de propiedad genuinos-, son desalojados o utilizados como caseros. Los dejan estar para que cuiden la tierra del que la compró. A la vez, es evidente que los pueblos originarios cada vez tienen más voz, más presencia, en las festividades, la whipala y el cultrún mapuche, por ejemplo. Esto es algo lento, pero viene. Ya tienen historiadores, hay un montón de bibliografía, leyendas, historias, escrita por gente originaria. Es decir, a medida que pasa el tiempo, ellos asumen cada vez más su palabra, empiezan a dejar de ser hablados para transformarse en hablantes. Que la gente recupere su voz es algo para celebrar. Conozco tantas viejitas a las que, de niñas, sus mamás les decían: “No hables en mapudungún, tenés que parecer argentina, no digas que vos sos una india”. Sin embargo, cada vez hay más orgullo con el idioma, cada vez asumen más su dignidad. Eso lo notábamos con Osvaldo. Cuando nos invitaban a distintos lugares, a la vuelta,conversábamos, siempre tomando algo.
Él, whisky.
Sí, él tomaba su whisky o su Campari y yo mi cerveza. Y veíamos que, con el correr del tiempo, los pueblos originarios fueron asumiendo otra postura. Si vos estás avergonzado de lo que sos, te ninguneás. Fijate que, en el último censo, en 2010, un millón y medio de personas se reconocieron con algún grado de ascendencia indígena. No es poca cosa. Si este año se hiciera otro censo, pienso que el número sería superior. Cuando estuve en Bariloche, me contaron que a las chicas blancas las toman para la recepción y, a las oscuras, para la limpieza. No importa si saben o no saben inglés. Un tipo en un hotel me dijo, “Valko, usted tiene que pensar que la chica de la recepción es la cara del hotel, no vamos a poner una negrita”. Eso va a cambiar.
Tuve una compañera socialista, directora de escuela, que me enseñó mucho. Me decía “Estela, si alguna vez estás en un lugar con un cachito de poder, tenés que darle la voz a los niños, porque son como los pingüinos empetrolados, todos hablan por ellos, pero ellos tienen que hablar por sí mismos.” Hablaste de dar la voz y me hiciste acordar de eso.
Hablaste de los chicos y me hiciste acordar de una anécdota. Cuando era chico, una vez fuimos al jardín zoológico, en cuarto grado. No sé de dónde saqué esto, porque en mi casa no había libros. Mi papá era mecánico. Pero, ante la jaula de los monos, de pronto dije: “Señorita, señorita, el hombre desciende del mono”. Lo dije así, para que la señorita llorase. Y ella dijo, “Chicos, chicos, vengan”. Y, cuando estuvieron todos ahí, agregó: “Chicos, Valko desciende del mono.” Claro, todos me empezaron a decir “Valko mono, Valko mono.” Bueno, a esa señorita, la tengo entre cejas. Aunque, vaya a saber uno, si por esa señorita estoy acá haciendo esto y hablando por esas bocas muertas…
(1)De acuerdo a este mito, se cree que la cabeza decapitada del Inca busca unirse con el resto de su cuerpo descuartizado y desparramado por el territorio andino, para reaparecer como inkarri y restablecer el orden del imperio.