El tiempo: sobre la obra musical de “Los Bicis”.
Por Esteban Massa

 

GARAGES RUIDOSOS

Moreno, allí donde el ferrocarril Sarmiento estira las piernas y se repone para trasladar una y otra vez infinitas historias, que caen de las ventanas del tren, pero son recogidas por melodías para ser canción.

Así, también entre canciones se formó una clase popular que pisó fuerte el oeste del conurbano. Corrían tiempos oscuros a fines de los setenta, pero faltaban pocos años para la llegada de la democracia. Con ella, llegaría un renacer del rock nacional.

“El 38 está cargado
Le puse balas pero no sé si apretar
En el oeste está el agite
El líder manda pero vos, vos te quebras.”
“El 38”, Divididos

 

GÉNESIS

“Yo no quiero ser normal
Eso me angustia tanto
Que no puedo respirar
La rutina es una horca malvada
Que no deja de asfixiar.”
“La rutina”, Millones de dilemas

“Los Bicis” juntaron algunos retazos de notas y melodías sueltas, las arroparon con fuerza y crearon una obra que mezcla estilos. Gotean el tango, el rock nacional de los inicios y el sonido beat setentoso. Así, se consolidan con el álbum “Moreno”. Su música es una capa sutil que nos cobija al salir de chapotear por las aguas barrosas del río Reconquista. Es el abrazo de la vieja. Por los techos de casas bajas de laburantes anónimos, llegan los acordes que trae el rugir de un pedaleo alado inconfundible.

 

BICIS CON RUEDITAS

“Bicivoladores” fue su primer disco de estudio, allá por 2016.

“Las cosas van tomando forma, no hay río que quede estancado, me gusta ver la calle bien desnuda, me gustan las canciones cortas, ponerlas en un plato”, así dice el tema “Blas Parera”. ¿Una canción en un plato? Un plato de sopa caliente, para saborear sin ansiedad. La música se paladea, las melodías llegan, no se estancan en el río de los Bicis. Y acarician.

En 2018, presentan el sencillo “Tu nombre”: “Una pluma se apoya sobre mí, dejo caer todo el vino, gira como un remolino, el águila cristalina se arroja bajo de mí, beso aquel plástico fino, derramo todos mis pergaminos, para besar. Es que no puedo entender que, en esta habitación, en ningún rincón haya un lugar que diga tu nombre.”

Derramar pergaminos por un beso, que caiga el vino cuando el amor se vaya. Pero su nombre permanecerá, aun cuando los últimos días de existencia digan presente.

 

MORENO

En esta obra “Los Bicis” reivindican su terruño. Se ubican como observadores de un imaginario que estigmatiza al conurbano en general y, a Moreno, en particular. Le salen al cruce. Desde las flemas de un discurso injusto, proponen una vuelta a las fuentes: es posible charlar con un vecino acerca de las inclemencias del tiempo. También, hamacar un niño en la plaza un día nublado.

Y, si escuchas con atención, oirás personajes sutiles pero visibles en la masa fina de las letras. Una obra cuidada al detalle, desde las letras y desde lo musical.

 

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