Versailles, Portón de entrada

La potencia: sobre la serie “Versailles” y el salón de los espejos.
Por Carlos Coll

 

VERSAILLES, LA SERIE

Descubierta en la plataforma Netflix por el comentario de alguien, la serie deslumbra. Una exquisita puesta y dirección con una producción impecable. Cada detalle fue considerado como fundamental.

Para empezar, destaco el ambiente de época, en una puesta que no escatimó en gastos: desde el vestuario hasta los escenarios exquisitos. Filmada, parte en el palacio real y parte en estudios, sobresale en la presentación, la presencia de la fuente con esos caballos poderosos.

«Fuente de Apolo» Versailles

Un capítulo aparte son las actuaciones. Un Luis XIV impecable, interpretado por George Bladgen, delgado y no demasiado alto, que da una imagen de poder absoluto y divino. Lo secundan un Felipe de Orleans, en manos de Alexander Vlahos y, Evans Williams, como Chevalier, amante de Felipe. No puedo dejar de mencionar a Tygh Runyan como Marchall, Jefe de la Guardia de Seguridad, a Anna Brewster como Athenais y a Noemi Schmidt, como Henrietta, una de las mujeres de Luis.

Es notable cómo George Bladgen logra un Luis XIV donde ni la humildad ni el arrepentimiento le impiden llevar a cabo sus objetivos. Por eso vuelvo a destacar la buena elección de un actor sin un cuerpo imponente, trabajado desde la actitud, el porte y la gestualidad. Sobre todo, las miradas.

«Afiche serie Versailles . Luis XIV y Felipe de Orleans

 

EL PABELLÓN DE CAZA

Desde los cuatro años, Luis XIV fue un rey sometido al manejo de su madre. Arisco y solitario, creció entre intrigas y traiciones. La muerte de su madre lo sorprendió joven y no le restó más que asumir su mandato divino. Así, se convenció de que él era el contacto directo con Dios y que su deber consistía en lograr la gloria de Francia. Consciente de la imposibilidad de manejar el reinado desde París, vio ante sí el pabellón de caza de Versailles de su padre. Desde allí ejerció su poder, un lugar diferente al Louvre. Desde allí, impuso su lugar con jardines delirantes, con su propia laguna de dimensiones inimaginables y con su salón de espejos. Lujo desmedido, cámaras y salones para reunir a su corte.

«Caza perros» de Edmund Henry Osthans

 

INTRIGAS PALACIEGAS

El Consejo se resiste y se interpone a sus deseos bajo la forma sutil de la traición. Sin embargo, el Rey Sol avanza en su proyecto y, finalmente, invita a los cortesanos a su palacio en construcción. No confía en nadie excepto en su hermano, Felipe de Orleans, aunque no se lo demuestre. Felipe se siente el segundón, la sombra del enviado de Dios. Su vida, como la del resto de la corte, se desliza en banalidades y solidaridades.

Intrigas, mentiras y abusos decadentes lo rodean. Pero también, el amor y la lealtad.

Luis XIV casa a Felipe con Henrietta, aunque le permite a su hermano mantener a Chevalier como su amante. De gran seducción y, al mismo tiempo, de una perversidad exacerbada, de tanto en tanto Chevalier alienta a Felipe contra su hermano.

Con su aspecto pequeño y casi femenino, contenido su hermano en la posición de aliado, Luis se desplaza en la corte y su poder crece descomunalmente. Su mirada de ojos dulces pero aguda lo hace desplegarse, entre el ejercicio del poder y la satisfacción de sus apetitos sexuales, en relaciones a veces abnegadas y otras violentas hasta el sometimiento. Su objetivo es construir su palacio donde él será el Dios.

«Retrato de Luis XIV de Francia» de Charles Le Brun

 

SOLDADOS EN REBELIÓN

Finalmente, llegan los cortesanos al palacio en construcción. Los soldados han pasado de guerreros a albañiles.

En plena recorrida, lo desafían y su cabecilla se ahorca desde un andamio ante la corte. Luis no se rinde. En contra de la recomendación de su Consejo, invita a entrar al palacio a los obreros y los compromete con su rey. A pesar de un incidente impropio de uno de ellos, logra convencer a su ejército e involucrar a Felipe en la empresa de la construcción de su palacio.

Luis se mueve entre permanentes intrigas y en soledad, pero por algo es el Rey Sol. Su palacio se magnifica y logra dejar una maravilla arquitectónica para el futuro, a pesar de estar basada en la sangre y muerte de su pueblo.

«El albañil herido» de Francisco de Goya

 

LA BASTARDA NEGRA

La lucha es su vida. Nada lo detendrá en su objetivo. La reina, venida desde la lejana España, espera un heredero, mientras Luis se acuesta con su cuñada y con cuanta cortesana que le apetezca lo rodee. Se dice que engendró un sinnúmero de bastardos a lo largo de su vida. De todos modos, la reina se resigna a esta situación. Sin embargo, sufre y busca curvas en el hastío. Vivía rodeada de doncellas y de un enano negro, que divierte su vida de soledad.

A pesar de tantas aventuras de su esposo, la reina no se retacea en el placer y se embaraza.

Un heredero o heredera real se acerca a Versailles. El parto sería presenciado por la corte en su cámara, atendido por el médico de los reyes.

Los preparativos están listos y el día llega. El curador y su ayudante realizan un trabajo detallado y, frente a la corte, la reina gime y puja. A Luis le interesa, únicamente, que sea un varón. Necesita un heredero. Todos esperan expectantes frente al dolor y los gritos de la reina. Finalmente, aparece el esperado. Luis pregunta sobre su sexo, pero la cara del médico lo desconcierta. El tema no es el sexo del bebé -que es una niña-, se trata del color de su piel: negro azabache. Cuando el Rey es informado, toma una decisión inmediata. La niña será sacada del palacio y se dará por muerta a los ojos de la corte y de la madre. La mirada de Luis XIV cae sobre la reina y su bufón. Sin embargo, sonríe y procede a organizar las exequias de su hija.

La niña desaparece y es enviada a un lejano convento. El Rey Sol no se atreve a hacerla matar.

«En la jungla» de Emilio Pettoruti

 

FELIPE Y SUS TRAJES

Felipe desafía permanentemente al Rey. Gasta fortunas y se expone frente a la corte con su amante, Chevalier. A pesar de esta actitud, Luis sabe que Felipe será su aliado para poder lograr su objetivo. Él es el enviado directo de Dios y su palacio será una realidad a pesar de las mentiras, los complots de la corte y las degradaciones de sus súbditos. Versailles emergerá para el mundo.

Felipe, mientras tanto, se pasea en las reuniones vestido de mujer, con el mayor descaro. Luis no ceja. Sabe que su hermano siempre estará de su lado. Él tiene el poder y ha aprendido a ejercerlo.

«La metamorfosis de Narciso» de Salvador Dalí

 

CABALLOS EN LA FUENTE

La guerra, las derrotas y los triunfos no lo agotan. Por su vida pasan mujeres, enemigos, soledad y enfrentamientos. Su refugio es la conexión directa con Dios. Y su sueño se efectiviza. El salón de los espejos emerge en medio de aquel antiguo pabellón de caza junto a la fuente con caballos, los jardines únicos y a la laguna artificial.

Afiche de Luis XIV de la serie Versailles

 

ESPEJOS Y SANGRE

La construcción de un palacio no justifica la muerte y la sangre de un pueblo. Recorro la historia del mundo y veo que existen muchas muestras de espacios considerados como “maravillas” que han resultado de la sangre de inocentes: palacios, pirámides y muchas otras más.

La potencia de aquellos individuos como Luis XIV quienes, para lograr objetivos, no dudaron en masacrar, sería la versión opuesta a la potencia de Spinoza. A la vida le repugna lo que descompone, lo que mata.

En mi caso, he tenido la oportunidad de visitar Versailles y solo me queda un silencio azorado al recorrer los salones y los jardines de este palacio. Siento una lucha interna que no puedo resolver: el deleite de la belleza del salón de los espejos y mi conciencia ante la sensación de los charcos de sangre sobre los que está asentado. El imaginario y la razón se tensan. Como siempre, se trata de una batalla difícil.

«El salón de los espejos» Versailles

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