"Penalty", Mandy Barker.

La potencia: sobre “Los murciélagos”, seleccionado argentino de fútbol para ciegos.
Por Nicolás Estanislao

 

“Y también al placer de ganar y perder,
cuando todo parece jodido es cuando hay que poner”
José Sabia, “La vela Puerca”

 

BORDEAR LA LUZ

Estoy en las últimas y arduas correcciones de “Las revolución de las luces”, texto que quizás, finalmente, pueda publicarse más temprano que tarde:

“La mirada bordea el vacío. Las pupilas se desplazan en el iris del movimiento infinito.
Se contraen los colores. La retina sensible administra las luces curiosas del tiempo de vivir. Afino la puntería, mientras la mañana libera su curso. La luz se presenta ligera, verde, blanda, se filtra por entre las pequeñas rendijas de la persiana.
Afuera, los ruidos se establecen en su propia secuencia. Abro y cierro los ojos dos, tres veces seguidas como para organizar el fluido de colores.”

Detengo la relectura del fragmento, la luz continúa su rumbo incierto. En ese movimiento visual imperceptible, de improviso, de refilón, leo en esta googlesfera:

                                        “el fútbol no se ve, se siente”

Epa. Me detengo, releo. El autor de semejante afirmación es Silvio Velo. ¿Qué otro apellido podría caberle? Silvio fue capitán de la Selección Argentina de Ciegos durante 20 años,  y resultó considerado el mejor futbolista del «mundo» en su disciplina. En estos tiempos de asfixiante híper conexión sideral, decir el mejor jugador del «mundo» es perder la clara noción de ese concepto.

En este mismo universo, Silvio obtuvo infinidad de premios, reconocimientos y menciones, y levantó la Copa del Mundo en dos oportunidades: en Río de Janeiro, en 2002 y, en Buenos Aires, en 2006. También fue subcampeón en otros cuatro mundiales: 1998, 2000, 2014 y 2018.

Claro, no podía fallar: Diego, Lio, Silvio: Tres incomparables cracks, que incluso llegaron a serlo porque el “crack”  solo existe rodeado de cierto dramatismo. Los tres  se unen en una actitud: haber anunciado que no se rendirían ante los desafíos que les presentaron sus cuerpos. Así, supieron construir su propia poética rebelde ante las carencias, ante lo siempre imprevisible.

 

El FÚTBOL A SOL Y A SOMBRA

“Cuando la noche es más oscura se viene el día en tu corazón”
Los redó

 “Qué hermoso día va a ser hoy”, dice Silvio  en una entrevista, cuando escucha el cantar de los pájaros de la primera mañana, “no se necesita ver, a veces, con el simple sentir y la imaginación se puede ser libre”.

Silvio Velo nació ciego. Pero eso nunca lo limitó. Ni cuando, en su infancia, en San Pedro, jugaba en el potrero con sus hermanos y amigos, y le daban ventaja porque no podía ver la pelota; ni cuando decidió seguir su sueño futbolero y tuvo que remarla desde bien abajo, en una época en la que el deporte paraolímpico era considerado más una actividad de inclusión social que competitiva.

Ya que hablamos de competencia, escribo a principios de junio, cuando la devaluadísima Copa América que iba a disputarse en doble sede- Colombia y Argentina- no fue aceptada y tuvo que trasladarse a un Brasil convulsionado. Sin público en los estadios, privados de toda pasión popular. Claro, al negocio del fútbol, nada lo detiene. También es junio y en unos días comienza el recorrido histórico del Mundial que no podremos soltar jamás. Esos partidos que aún hacen ruido y vuelven a colarse entre parpadeos.

Cuando la crónica esté en línea para su lectura, se cumplirán 35 años y 1 día de aquella final contra Alemania, datos que quizás no aportan, datos que no puedo dejar de mencionar.

 

EL MARADONA DE SAN PEDRO

“Hay una rajadura, una rajadura en todo así entra la luz…”
Leonard Cohen

El 29 de mayo Silvio cumplió 50 años. Dejó en claro que es maradoniano, y que vivió las conquistas de Diego igual al resto: No puedo ver y no vi el gol de Diego a los ingleses. Pero el fútbol no se ve, se siente. Con ese concepto, puedo imaginar su gol y cada gambeta. Escuchar el relato de Víctor Hugo me emociona.

GOL DE SILVIO VELO PARA EL TÍTULO MUNDIAL DE LOS MURCIÉLAGOS EN 2006

Así, Silvio jamás sucumbió a la nostalgia,  por el contrario, fue hasta el borde de sus propias posibilidades. Cumplió ese anhelo que tenía de chico: ser futbolista. Y hasta se dio el gusto de ganar dos Mundiales:

«Hoy mi desafío es ayudar a que la gente descubra que todos podemos cumplir nuestros sueños. No solo algunos. Yo nací con una situación totalmente adversa. Nací ciego, pobre, no tenía nada. Pero tenía un sueño, jugar al fútbol. No sabía dónde ni cómo lograrlo. Pero perseguí ese sueño y llegué hasta donde estoy hoy. Por eso creo que soy una voz autorizada para decir que siempre se puede.» Silvio Velo.

 

 CRISTAL DE TRIPLE CARA

 Ahora bien, precisamente esa luz indirecta y difusa es el elemento esencial de la belleza de nuestras residencias.”
Junichiro Tanizaki

 Decía Spinoza que cada uno es lo más perfecto que puede en función a lo que lo afecta. Perfectos, existentes. Lo que nos afecta, nuestras capacidades, las afecciones que podemos dar y recibir. Al mal no corresponde ninguna existencia, es producto de un mal encuentro, de una mala composición. Y también, muchas veces, de un imaginario que se confunde con la verdad. Ser ciego es solo una privación, si el modelo es el vidente. Pero ser ciego es, también, una de las formas en que la naturaleza se expresa, no una imperfección. Si lo pensamos con Spinoza, pensar la ceguera como privación sería tan absurdo como decir que la piedra es imperfecta porque carece de vista.

Ser ciego implica solo que a alguien la vista le fue negada, que no está dentro de sus capacidades. Así, el ciego extrema la potencia de lo que es, de aquello con lo que cuenta, no de aquello que le falta. Una vida libre de opresiones.

 

UNO PARA TODOS

 “Le vieron viento en los ojos/no lo dejaron pasar /ellos no saben que al viento
nadie lo puede atajar, va, va y va…”
Armando Tejada Gomez

Sin embargo, también el lenguaje avanza como gesto y esboza su propia potencia.  Atraviesa, tensiona, marca, trasciende el sentido. Trasmite ideas, imágenes. Deconstruye y recompone con pasión conceptos acabados y corroídos. El lenguaje se desmarca, se desprende en perfecta gambeta y presenta batalla al anacronismo pueril de aquellos términos obsoletos. Las palabras no pueden dejar de significar algo, pero si pueden ser despojadas de intencionalidad.

Igual que el lenguaje, Silvio, expone su pasión como fundamento de vida. Derriba estructuras. Extiende todos los límites posibles. Los potencia en un ir firme para adelante, a pura gambeta, a puro instinto, sin medir ni contemplar las carencias. Sin detenerse. Esa potencia que constituye lucha, primero individual, luego se multiplica más que al doble, cuando se encuentra con el otro, en la conjunción multiplicada de equipo.

 

 

 

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