El encuentro

DESPOJOS AL SUR

Por

domingo, 29 de agosto de 2021

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OJO URBANO
El encuentro: sobre el derecho al goce de nuestra ribera porteña.
Por Isabel D´Amico

COSTANERA SUR

Juan, periodista barrial de la Boca, inspiró su nota en la frase de un colega: «Insólito fallo de un juez porteño»- (3/8/2021). La sorpresa, el absurdo, lo inesperado podría ser una interpretación lógica del fallo en cuestión. Pero el recorrido de los vecinos del barrio, en defensa de su proyecto durante décadas, expone al creador del título, como un abusador más de la venta de tierras del Estado.

La Casa Amarilla es un terreno de La Boca, que perteneció al Almirante Guillermo Brown. Fue el primer almirante irlandés naturalizado argentino de nuestra fuerza naval. Falleció en 1857. Luego, el predio perteneció al Ferrocarril, después fue playa de carga y descarga de mercadería y, actualmente, pertenece al Gobierno de la ciudad de Buenos Aires.

¿QUIÉN DA MÁS?

En 1981 la Comisión Municipal de la vivienda compró al Estado Nacional las tierras llamadas «Casa Amarilla». Se urbanizaron los terrenos, se delinearon las calles y se estableció dónde construir viviendas. Carlos Grosso le cedió una parte al Club Boca Juniors y otra, a Almagro Construcciones. Durante la primera gestión de Aníbal Ibarra el Instituto de la Vivienda de la ciudad proyectó construir 1200 viviendas más, en dos monoblocks de gran escala. Recién en el 2006 fue habilitada.

Con la asunción de Mauricio Macri como jefe de Gobierno, los proyectos de viviendas populares se detuvieron y el destino cambió a «función pública» y se los transfirió gratuitamente a la Corporación Buenos Aires Sur.

Costanera Sur

Pre adjudicatarios de las viviendas planificadas para Casa Amarilla iniciaron acciones legales para que el gobierno retomase los proyectos. Un Plan de Desarrollo, firmado por el presidente de Boca, Daniel Angelici, y una ley (2240) moldeada a gusto permitieron privatizar los terrenos declarados en emergencia urbanística con una beneficiosa modalidad de pago. El Estado porteño tercerizó la adjudicación con dirigentes de la barrabrava de Boca Juniors. Solo el 20% de los que recibieron el beneficio eran del barrio.

Juan acariciaba a su gato Astor mientras recordaba el rechazo de los vecinos a la venta de los terrenos de Casa Amarilla en la Comuna 4 y a aquel pibe militante de la agrupación «Boca es Pueblo», apuñalado en el cuello entre sillazos e insultos. (mayo 2016) * 1-2-3-4

ESCÁNDALO, ES UN ESCÁNDALO

Hace más de tres años, Juan subió al tour de los desalojos y fue testigo del proceso cruel de gentrificación, donde los incendios y las muertes cumplían con una parte inevitable del plan. Una clase social empobrecida se apoderaba del barrio de la Boca, antes plagado de inmigrantes italianos.

«No han podido en estos años aprobar proyectos anteriores porque eran igual de escandalosos que la actual propuesta, con la salvedad de que ahora proponen construir un parque público, en el que nos dejarían habitar, si es que logramos permanecer en nuestros barrios y resistir la expulsión. O si venimos de paseo. Con claridad, decimos que este proyecto desvía el turismo, afecta la economía local, encarece nuestro suelo, atenta contra nuestra identidad, sustituye población, impone nuevos hábitos de consumo, destruye los comercios de proximidad y explota nuestro hábitat. A la vez, hace peligrar nuestro derecho a la ciudad y al acceso a los recursos de todos y todas».

Grupo de Vivienda y Hábitat de «La Boca Resiste y Propone»

DISCUTIR UN PROYECTO

Quien discute, argumenta y acciona a través de la justicia es el pueblo. Su intervención no es un desborde ocasional por un proyecto. Por su parte, el Gobierno de la Ciudad y el Grupo Irsa en Costanera Sur, con su accionar sistemático, traicionan a los barrios toda vez que omiten normas o leyes, toda vez que intentan eludir audiencias públicas, estudios de impacto ambiental del proyecto o toda vez que, efectivamente, destruyen nuestro patrimonio cultural y natural.

Costanera Sur

La legislatura de la Ciudad, coordinada con la oligarquía inmobiliaria, se arroga el cumplimiento de la mitad de las normas y, a la otra mitad, las ignora, ya se trate de zonificación, planeamiento urbano o de inmuebles protegidos. Así avanza en toda la ciudad porteña, a pesar de que, en las actuales circunstancias, solo debieran cumplir la Constitución de la ciudad y discutir con sus habitantes las responsabilidades compartidas ante un mundo azotado por la pandemia y el cambio climático.

El 5 de agosto de este año, Juan leyó que el oficialismo porteño, liderado por Larreta, postergó el debate acerca de la autorización para construir torres de hasta 45 pisos en el predio conocido como ex Ciudad Deportiva de Boca.

UN CACHO DE HISTORIA

En 1964, el Congreso de la Nación sancionó la Ley 16.575 por la cual autorizó al Poder Ejecutivo Nacional a donar al Club Atlético Boca Juniors 40 hectáreas de terreno a rellenar en el Río de La Plata, frente a la Costanera Sur. El Club debía destinar la fracción de terreno donada a la construcción de edificios e instalaciones de una «ciudad deportiva», con canchas de tenis, básquetbol, piletas de natación y pistas de patinajes. Boca Juniors rellenó más de lo acordado, lo que aumentó la superficie donada. Hasta podían tener actividades propias de un complejo balneario, náutico, turístico, hotelero. Pero, en 1990 del proyecto de la sede deportiva no quedaba nada.

A Juan le brillaban los ojitos al imaginar el barrio como un semillero de jóvenes deportistas.

En junio de 1997, la empresa IRSA, cuyos principales accionistas eran el magnate estadounidense George Soros y el argentino Eduardo Elsztain, adquirió el predio de 71 hectáreas de la ex Ciudad Deportiva de Boca Junior.

Costanera Sur

En este proceso histórico, el Estado perdió 71 hectáreas a cambio de nada y ni siquiera se respetará el destino por el cual cedió estas tierras estratégicas. La donación y posterior cesión de estas tierras no se realizó para que se desarrolle un complejo inmobiliario suntuoso (Ver Ley N° 23.738).

LA TRAMPA LARGA

En la vereda de enfrente, se aprecia el fenomenal negocio realizado por una empresa, con tierras que pertenecían al estado. El gran problema actual del predio es el uso dispuesto por el Código Urbanístico, que sólo autoriza la ejecución de obras y el desarrollo de actividades propias de un complejo balneario, náutico, turístico, hotelero y/o comercial, con disposición para Centro de Convenciones, Ferias y/o Centro Habitacional.

De cambiarse el uso y de autorizarse un nuevo barrio residencial y comercial, el valor del predio se incrementaría exponencialmente. (Observatorio de la Ciudad)

El Grupo IRSA compró este terreno a US$ 50 millones. Luego de la sanción del convenio, muy de mínima, saldrá US$ 1612 millones.

SALIR DEL RINCÓN

Costanera Sur

El oficialismo porteño finalmente postergó el debate sobre la Costanera Sur. Daniel Malnatti, escribió en TN – Política -3/8/21:

INSÓLITO FALLO DE UN JUEZ PORTEÑO: LE PROHIBIÓ A LA LEGISLATURA DEBATIR UN PROYECTO DE LEY SOBRE LA CONSTRUCCIÓN DE TORRES EN COSTANERA SUR.

En su nota, Malnatti se preocupa por la posición incómoda de la Legislatura debido a la exigencia del juez al solicitar un estudio de impacto ambiental, según el artículo 63 de la Constitución de la Ciudad.

Juan entiende que lo insólito no es el comportamiento del Juez Scheibler, lo insólito es que los legisladores de la ciudad, desde hace mucho más de una década, se desencuentran con la voluntad de los ciudadanos porteños, con la Constitución de la Ciudad, con el Código de planeamiento urbano, con el patrimonio histórico, con la identidad barrial, con el grito de la naturaleza y con los cambios climáticos alarmantes.

Tiene casi finalizada la nota para el diario del barrio. Mientras piensa en el título, se relame al imaginar, en la Costanera Sur, una rivera como la de Rosario o la de Montevideo. El pulso se le acelera y finalmente escribe: :

«¡NI DUBAI, NI NEW YORK, NUESTRA COSTANERA SERÁ PORTEÑA O NO SERÁ!»