La potencia: sobre la presencia de las manos en una fotografía.
Por Ana Blayer

 

MUCHO MÁS QUE DOS

En pandemia, los Anartistas nos enfrentamos con la necesidad y los deseos de no hacer ningún alto en relación a la revista. Así es como aunamos ganas y la potencia colectiva para que ello suceda.

En mi caso, mi rol es sacar fotografías a los entrevistados en la sala de zoom. Así, deposito la atención en tocar la tecla “Impr pant Pet Sis”. La concentración se abre paso para observar y saber esperar ese instante preciso y presionar la tecla. Entre otras cosas, el espacio que tiene el entrevistado es bastante limitado, dado que está enmarcado en la pantalla del monitor.

Ari Lijalad

Fabio Morábito

 

 

QUE NO SE ESCAPE LA PRESA

Aproximo la tarea apasionante de fotografiar a la de una cazadora de imágenes. Una catarata de preguntas merodea mi mente, un hilo delgado las enhebra para indagar sobre, ¿qué me sorprende?, ¿cuál es el desafío?, ¿qué me potencia?

Alberto Kornblihtt

La sala de zoom es una herramienta que llega a mis manos para poder hacer fotografía –dejo de lado si me agrada más o menos- simplemente, me conmueve la idea: a una hora determinada, estamos todos los Anartistas listos para dar comienzo a la entrevista.

La singularidad del entrevistado me desafía a tocar una tecla en el momento justo. Tiempo en que se conjuga la toma más el guardado de la imagen. Y acá hago un paréntesis, ya que mientras guardo la fotografía, al mismo tiempo, escucho la voz del entrevistado e imagino si no estará haciendo algún gesto valioso para una imagen. Es un instante sumamente intenso, porque “flasheo” que, al protagonismo de la voz, lo acompañan las manos, en un ademán que, por breves ¡brevísimos! segundos, pierdo. Entonces, una vez guardada la foto vuelvo al rodeo con los ojos en la mira para capturar la siguiente toma.

 

ALGO MÁS QUE UNA SONRISA

Alberto Kornblithtt

Mientras la entrevista transcurre con la dirección de Gabriela y el colectivo Anartista, puedo darme el lujo de observar detenidamente la pantalla: un movimiento, algún gesto típico –que a veces es utilizado como muletilla-, y atender a cómo el entrevistado se planta para escuchar, reflexionar y brindar la respuesta. Una vez más me detengo acá unos instantes. Al realizar estas fotografías, elijo visualmente como protagonistas a las manos. Entiendo que es un recurso que permite potenciar para fortalecer la imagen y, además, enfatizar los dichos.

Sandra Russo

Débora Tajer

 

Entre los entrevistados, hay quienes son sumamente expresivos y hasta hablan con las manos. Ellas son las encargadas de marcar un tiempo verbal, acotar o definir un límite y hasta sostener el rostro para resguardarlo de alguna timidez.

 

UN GESTITO DE IDEA

Al comenzar el encuentro, los primeros minutos, me detengo a seguir lo gestual y a apostar a que esa expresión que advertí volverá a repetirse a lo largo de la entrevista.

Mientras el entrevistado aguarda la pregunta, la mayoría de las veces se acompaña con la caricia protectora de una mano que le sostiene el mentón o una mejilla. En otras ocasiones, la mano rasca la cabeza como si la respuesta fuera a salir por la mollera. También, las manos actúan como metonimia y hacen, del torso superior que vemos a través del monitor, un cuerpo entero.

Martín Rechimuzzi

 

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