El Lado B: Sobre las crisis del capitalismo.
Por Lourdes Cabrera
AIRES PESADOS
Cualquier persona de más de 16 años ya pasó por una. Y, con ésta, serían dos. Las crisis últimas se conforman de una atmósfera hecha de imágenes reales, digitales, televisivas y también de un espíritu que pesa en la calle sobre cada transeúnte. Hay un súbito desbarranque de las pocas certezas que acompañaban al laburante.
Los dueños de los locales en las puertas conversan su falta de trabajo con los otros dueños.
La gente deambula.
Los avisos clasificados que ofrecen empleos son ocultados en un búnker a esperar mejores vientos.
El trabajo chatarra sale a escena vestido con el glamour de las mejores ofertas.
El aire pesa.
Las boletas engordan sus cifras desde los buzones, como si tuvieran la fantasía de llegar más alto y no quedarse tan en el llano.
Los que mucho tienen se sienten en la cima, porque los que poco tienen son tantos, que logran hundir la curva de cualquier valle. Los que mucho tienen se montan al carrusel de los viajes, las joyas y, por fin, pueden recomenzar la bicicleta de venta y alquiler de propiedades. La libertad es para ellos desatarse de toda ley laboral y financiera, de todo límite que les impida explotar a los hombres del valle como satán manda.
En este país, las respuestas sociales a las crisis fueron variadas. Desde movimientos de desempleados a la creación de partidos que pujan por ubicarse más a la izquierda, clubes de trueque y novedosos grupos de Facebook donde se ofrecen servicios y hasta mascotas. Pero, por encima y entre medio de todas estas respuestas, está el obrero, el peón o el asalariado que ha quedado sin su fuente de trabajo. Porque, cuando los dueños del capital ven reducidas sus ganancias, prescinden de quienes han dejado su sudor, les han entregado su plusvalía y se han enajenado durante doce horas diarias para saciar los gustitos del patrón. A la crisis siempre la pagan los que menos tienen. Y otra vez, los términos, rentabilidad, desregulación, flexibilización, comienzan a armar un coctel con sabor amargo: no pago de salarios, conflictos generados en la mesa del directorio y, lenta pero contundente, vaciamiento de las empresas hasta convertirlas en puro envase.
Si de ejemplos se trata, nos remontamos al 2001 y, en la provincia de Neuquén, los obreros de Zanon (cerámicas y porcellanatos) salen a las rutas a explicar que personajes tan distinguidos como el señor Zanon, cual rata, había abandonado el barco, pero sólo después de haber completado la tarea de llevarse todo el dinero y los activos de la fábrica. Y también, por supuesto, se llevó en la volteada la vida y las esperanzas de muchas familias que, para él, no eran más que un simple número de operarios que le “trabajaban” su fábrica. Estos hombres le dijeron sí, a la gestión obrera, decididos a no perder su dignidad. De ese modo, ocuparon el espacio físico, y resistieron las amenazas y los interrogatorios de los defensores del capital por encima de la vida. Se la empezaron a creer. La acción, el colectivo les dio la fuerza del hacer. El objetivo era gestionar la fábrica ellos mismos.
Así se presentan ellos mismos:
En la década del 70, en el Parque Industrial de la ciudad de Neuquén, se comienza a funcionar como Cerámica Zanon S.A contando con cuatro líneas de producción. Ampliando constantemente la capacidad productiva, años más tarde se realiza una nueva inversión destinada exclusivamente a la fabricación de pisos “monococción” y a la primera línea para revestimientos llamada monoporosa. En el año 1993 se convierte en la primera fábrica de pisos de porcellanato de América del Sur. El año 2000 sufre una fuerte crisis, que llevó la fábrica a la quiebra. Con esta sentencia, los operarios decidieron tomar la fábrica y trabajarla por sus propios medios. En el año 2005 se crea una cooperativa de trabajo a la cual denominamos Fa.Sin.Pat, que se encarga de la venta y distribución de los productos Zanon. En Cerámica Zanon hoy, contamos con ocho líneas de producción con una capacidad de 380.000 m2 de cerámicos por mes. El 90% está destinado al mercado dentro del país y el restante 10% a la exportación. Contamos con 430 asociados, integrantes de Fa.Sin.Pat, organizados en niveles estratégicos tácticos y operativos. |
VAMOS POR TODO
La puesta a punto de las máquinas fue un canto al trabajo y en el 2002 comenzaron a trabajar. Y las artes estuvieron presentes en todo el proceso, al punto que la lucha por la recuperación de este espacio se transformó en obra de teatro.
http://www.pts.org.ar/La-lucha-de-Zanon-representada-en-el-teatro
Sabemos que la historia se multiplicó, no sin contradicciones y complicaciones en muchas fábricas y durante la misma época (fines de los noventa y del 2000 hasta nuestros días. Decir que el cooperativismo es el lado B del trabajo es conceder que el Lado A queda de parte del patrón. Mejor ponerlo en claro: el trabajo como espada de Damócles sobre el laburante es siempre el lado B que denuncia las pretensiones de primera clase de los opresores. Derecho al ocio, a viajar, al tiempo libre, al placer estético, al tiempo relajado. Y también claro, comida, vestimenta, salud y educación. Los tiempos han cambiado. Los trabajadores no pueden conformarse con sobrevivir. Es indispensable acceder al resto de los placeres que no pueden quedar en manos de tan poco. Porque para resistir se necesita vuelo, gracia, sentidos que excedan la mera lógica del opresor.