Rituales: Entrevista a Ezequiel Fernández Moores.
Entrevista: Nicolás Estanislao Sada, Pablo Soprano, Gabriela Stoppelam
Edición: Nicolás Estanislao Sada, Gabriela Stoppelman.
Un dato, una punta de ovillo, una apuesta a un complejo juego: revelar lo confuso, aclarar lo opaco. El dato no se resiste o uno no resiste al dato, vaya a saber. Número, letra o cicatriz de la escritura, un modo de invertir la biografía de la herida, de tornarla horizonte y nueva piel. A nivel del suelo o enredado en las raíces, el dato no busca la altura. Es el trazo que lo escribe quien se obstina en sacarlo de su ser tan al ras. Y atención con las curvas mortales de todo despegue: que no encandile la presencia luminosa del testimonio, que puedas hallar la gramática del contraluz.
Pero, fijate, las cosas no son tan fáciles. Mientras vos, dale que dale, intentas despeinar al dato sin tergiversarlo, el cielo también ha sido tomado por asalto. Hay un maestro de ceremonias que ahueca el horizonte con caparazones de metáforas. Orillea emociones, pero nunca se sumerge en el fragor de sus aguas, nunca se hunde en silencios. Entonces, precavido del fulgor de las postales y los acartonamientos, vos pones al dolor a danzar- simple y suave- alrededor del fogón. El fuego chispea ritual, deviene en formas. Sombras y encuentros. Soltás la mano, la dejás ser crónica de los días y las noches, trovadora de tus insomnios y de tus vigilias. Entonces, la palabra pliega potencias, moldea la sintaxis, vuela bajito. Se echa andar. En el camino, van los nombres. Las ausencias. Y, ahora sí, de tanto en tanto, esas metáforas gordas y pequeñas se atreven y bordean el ritual. Justo en ese sitio, se planta Ezequiel: un cazador sutil y voraz de retazos, de fragmentos de sombras, que se resbalan desde las manos, caen cerca del corazón y se hacen orilla. Entre la falta y el presente, el dato juega en pleno vuelo, contornea las faltas, funda huellas contra el olvido.
AGENTE DE PRECISIÓN
Creo, con toda ingenuidad y firmeza, en el derecho de cualquier ciudadano a divulgar la verdad que conoce, por peligrosa que sea”
Rodolfo Walsh
En las agencias donde trabajé prácticamente no se firmaban los cables, salvo cuando eras un enviado especial. No firmar era un factor menos de narcisismo. Si no se firma, tampoco hay foto. Entonces, es puro profesionalismo. Y también tiene mucho de trabajo artesanal. El desafío está en que vos querés construir un buen copete con velocidad, pero la agencia también exige precisión.
En la época digital, ¿queda desfasado lo artesanal?, ¿vos te vas por esto?
No, yo me voy por el achicamiento brutal. Además, las agencias -el periodismo en general- ya perdieron lo artesanal. No me gusta generalizar, pero ahora cuesta mucho más. En las agencias, había discusiones extraordinarias sobre una palabra, por si estaba bien utilizada o no, qué maravilloso discutir por una palabra.
Más allá del desafío, ¿cómo te llevas con la urgencia en el momento de escribir?
En la agencia tenía – tengo que hablar en pasado, cuesta pero debo hacerlo- tenía un entrenamiento incorporado de hace 41 años. Ahí, el trabajo es como tomar agua. Pero hace un tiempo me había propuesto darle una vuelta de rosca a esa cosa mecánica y hacer copetes de tres líneas. Achicar más, encontrar en la austeridad de la palabra, “la sonrisa perfecta”, cantaba Silvio. La palabra precisa.
POETAS COMO SALVACIÓN
“La poesía me ayuda a llorar”
Yolan de Mukagasana.
¿Y asociarías la palabra precisa con lo poético?
Y sí, la palabra precisa tiene mucho de poético.
Decías en el libro: “Juego, luego existo” que cuando te faltaron las palabras, algunos poemas y poetas te salvaron.
Sí, y eso me pasó.
¿De qué te salvaron?
De falta de palabras.
Pero te dan las palabras que usan ellos.
Yo cito a los poetas. Cuando saco un texto de algún lugar, soy muy respetuoso de citar, yo lo que quiero es compartir, no me interesa si es mío o de Juan o de Pedro.
Bueno, vamos en ese sentido, hoy justamente te escuche crónica de Ruanda.
(1)
Bueno viste que cité un poeta de Ruanda. Sí, yo no tenía ni idea de ese poeta pero hay que buscar. Suelo hacer este tipo de cosas a las dos de la mañana. A veces hasta más tarde aun, recorro la obra de un poeta que, después, posiblemente no utilice ni siquiera en el artículo, ¡pero quién me quita lo bailado! Encontré un poeta que para mí fue una delicia y me quedó para siempre.
¿Qué te da la poesía que no te dé la prosa?
Le encuentro más belleza a la poesía.
Belleza…,¿a qué te referís?
A la belleza de la palabra. A encontrar esa palabra precisa. Como sucede con el dolor, quizás, cuando tengo que transmitir el dolor del otro. Por ejemplo, me pasa que estoy muy cómodo, mientras escribo en mi casa a las tres de la mañana y tengo que trasmitir dolor. Entonces, me digo, ¿cómo hago para ser medianamente auténtico en el texto? Ahí es donde me parece que los poetas tienen un proceso íntimo, intransferible, muy personal, al punto tal que el dolor, en esa creación, lo vuelcan en las cosas maravillosas que te hacen leer.
¿Nunca escribiste poesía?
Me pasó alguna vez.
¿Te pasó?, ¿fue algo que sucedió, como un lapsus?, ¿podemos leer esos poemas?
No, ¡ni loco!
¿Y por qué no sucedió más?
Un verano del 42.
Bue, dejamos pasar. Y experiencias poéticas, fuera de la poesía, ¿podrías citar alguna?
¿Fuera de la poesía?
Sí, como algo de conmoción de sentido, conmoción de lenguaje
Bueno hay cosas de la cancha que son extraordinarias, hay frases que solo las recoges en la cancha. Para mí eso es poesía pura. Mirá, a una vez, me sucedió algo así al hablar con un etnógrafo francés, Cristian Bromberger, un capo. Lo mandaron a Irán a estudiar la sociedad y, en una charla, contó que no lograba definir a la sociedad iraní con una palabra. Eso hasta que fue a la cancha. Entonces, encontró dolor, alegría, expresiones auténticas, espontáneas. Y, en esa espontaneidad, salían las palabras. Ahí había menos mediatización, menos elaboración intelectual y un proceso más concreto de dolor o de alegría.
En esa línea, citas mucho al sociólogo David Goldblatt.
Sí, es extraordinario.
Justamente, él marca la cuestión del ritual, del ejercicio del abrazo. Vincula todo con el contexto, ya sea un gol, un tiro en el palo o, simplemente, un pelotazo al medio de la tribuna.
Todo eso seguramente lo encontramos en el poeta máximo del tablón, que fue el Negro Fontanarrosa. El Negro, con esa picardía, narraba cuentos increíbles, como ese en que la mujer acompañaba al marido a la cancha para ver si por lo menos la abrazaba cuando su equipo hacía un gol. Eso es maravilloso.
RETAZOS DEL LENGUAJE
“Tan poco que decir
tan urgente
decirlo”
Leonard Cohen
¿Cómo usas lo poético en tu prosa?
Intento que salga un texto musical. Lo leo en distintos lugares y en distintos momentos. Una cosa, por supuesto, es a las tres de la mañana en mi casa, solo, con un silencio absoluto y otra cosa es en otro ámbito. Me pasa también de leer en el subte a las tres de la tarde, en un subte bastante poblado. De pronto, necesito ver cómo suena eso ahí, con ese quilombo infernal.
Ezequiel, nosotros no somos periodistas, somos escritores y lectores. Y, a veces, nos preguntamos si el periodismo duro, el del dato, no intenta conquistarlo todo. ¿Cómo luchas contra la hegemonía del dato?
Yo mismo soy un testigo de esa lucha, el origen de mi trabajo es en la agencia y mi esencia es el dato. No hay línea que no contenga datos. Eso es el periodismo de agencia, es información, información, información. Pero siempre hay una inevitable arbitrariedad, ¿por qué use este dato y no otro?
Por otro lado está la falta de dato, el exceso de poesía.
Sí, malas crónicas hay en todos lados, todos los días y a toda hora.
Pero vos, ¿cómo manejas ese equilibrio, dato y narrativa?
Hace unos años largos, empecé a pelear con mis textos porque tenían demasiado dato y les faltaba fluidez, ritmo. En un momento dije- y puede sonar un poco presumido esto-: creo que, quienes leen estos textos tienen que confiar en que no estoy mintiendo, que el dato está correcto. Entonces, empecé a depurar, a mantener las fuentes pero no con excesiva precisión.
Aparte, mucho dato también termina por no informar.
Exacto, esa es la otra cara del asunto. Está esa frase: “estamos informando todo, pero no estamos enterados de nada”. Lo que yo digo es que a mí me preocupa un poco la fluidez del texto. Mi pretensión es que el texto tenga belleza y música y el dato a veces quita eso. Esto fue una necesidad mía, nadie me lo pidió. Y también depende para qué medio escriba. Igual, yo nunca voy a subestimar ni a sobreestimar a nadie, ni en la Nación ni en Página/12. Pero, lo que en definitiva me preocupa es que tenemos que salir de los lugares comunes, pensar en términos un poco más provocativos, provocar con un poco de inteligencia. Apelo a la inteligencia del lector.
Claro, esquivar la chicana barata
Evito el golpe bajo, me gusta salir del lugar común.
NADA SERENA
“Serena,
la eternidad espera en la encrucijada de estrellas”
Jorge Luis Borges.
¿Recordas algún caso en particular?
Hace unos meses escribí una nota sobre Serena Williams donde se enojó mucha gente.
https://www.lanacion.com.ar/deportes/mujer-negra-caderas-anchas-nid2171057
Serena desbarrancó, insultó a un árbitro en pleno partido. Yo me pregunté: ¿qué le habrá pasado?
Encima desbarrancar y llamarse Serena…
La mina lleva 20 años como número 1, siempre fue correcta. Está curtida. ¿Qué le pasó para estallar? Empecé a averiguar. Además de que había sido madre, al mes, tuvieron que internarla porque ella percibió algo en la circulación de la sangre. El médico no le había dado bola y casi tiene un problema de embolia tremendo. Por esa complicación tan seria, ella empezó a preocuparse -no importa la guita que tengas- de cómo atienden los médicos, 95% blancos. a las parturientas negras. Ella misma se preocupó en investigar que la mortalidad de las parturientas negras era mucho mayor. Hay algo cultural. Sin dudas. E instaló un debate sobre ese tema. Ella misma le reclamó al juez: «soy madre, no te voy a mentir». Me pareció muy fuerte. No le dijo “Soy Serena Williams, gané 799 partidos.” Ahí advertí qué potencia había tenido para esa mina haber sido madre. Yo no la quería justificar, pero si quería saber por qué le había pasado todo esto, tan inusual en ella.
¿Suelen interesarte ese tipo de temas?
Sí, la parte humana me interesa mucho. El tema de la raza me preocupa, claro. Evidentemente, los negros sufren más y están más castigados. ”.
Es maravilloso que un hombre antimachirulo se haya ocupado de este tema. A propósito de esto, te iba a preguntar cómo te impacta la cuestión de género.
Yo lo incorporo como movimiento social, me refiero a que veo claramente que va cambiar estructuras anquilosadas. Es lo más interesante que ha sucedido en un tiempo largo. Cuando suceden este tipo de cosas, los sentidos míos se agudizan, estoy mucho más atento porque tengo el privilegio de ser testigo directo de todo esto.
¿Te da admiración?
Si, por supuesto, me da mucha admiración.
Y, más allá de lo admirable- y ya que hablaste de mover estructuras-, ¿qué sentido tiene para vos hoy la palabra revolución?
Bueno, en el feminismo yo percibo una revolución. Revolución, esencialmente, significa que no te podes hacer más el boludo en términos de cosa histórica machista, en los laburos, en la vida cotidiana, en la calle. Por otro lado, no me siento parte de esa cultura machista y nunca me sentí parte. Pensá: vengo de una familia de 7 hermanos varones, crecimos en una casa masculina cien por cien.
Y esto de no poder hacerte el boludo, ¿lo vivís como una liberación, como una relajación o como una pérdida de privilegios?
No, veo lo interesante de ser testigo directo. Esto viene a cambiar claramente las conductas. Sobre todo, en gente de poder y en el espacio que los rodea. En general, el poder en el mundo ha sido masculino.
CORRESPONSAL DEL DOLOR
“Esta espantosa reliquia del dolor: la alucinada memoria.”
Miguel Ángel Bustos
Ya que hablas de poder, ¿cómo diferencias poder de potencia?
Yo soy padre de mellizas, ya tienen 32 años. Te doy un ejemplo: cuando nacieron, yo sentía esa sensación de “todo lo puedo”: bañarlas a las dos juntas, cambiarlas, ponerme a trabajar. Había que ir a comprar pañales, no alcanzaba para comprarlos, pero yo sentía esa sensación de potencia absoluta.
Maternidad y paternidad están en todas las anécdotas que elegís para tus respuestas…
Y…, en una casa con tantos hijos, yo le decía a mi padre que iba a esperar para ser papá, que no tenía apuro. Y mirá cómo son las cosas.; cuando nació Tomas, mi primer hijo, mi viejo se estaba muriendo. Es un gran dolor no haberle podido decir que iba a ser padre. Y después, un día en la playa, le dije a mi hijo- educado a cero en religión- mirá, yo tengo siempre un gran dolor, porque no le pude avisar a mi viejo que iba a ser padre… Y Tomy, que tendría 8 o 9 años en la playa, me dijo: él ya lo sabe, ¡ y a mí eso me encantó!
No, eso no pude escribirlo nunca.
¿Y hay alguna crónica donde eso aparezca, de coté?
Y, en alguna crónica puede ser, puede estar, a mí los vínculos me atraen mucho.
¿El dolor?
Y, bueno, ¿qué vínculo no tiene dolor?
Pero no solo hablas del dolor de los vínculos, sino del de los demás: de Serena, de los poetas.
Sí, me conmueven las personas que expresan su vulnerabilidad.
¿Y nunca necesitaste la ficción?
No, no, no, por ahí tengo algunas cosas mías escritas, ¡pero tampoco las voy a mostrar! Ahora, después de mucho tiempo, escribí algo que no es de deporte. En la presentación de mi libro, un amigo – Pablo Perentuano, a cargo del sitio «La agenda» – escuchó que cité a Leonard Cohen, quien ahora cumple 50 años de su segundo álbum. Entonces, Pablo me preguntó si quería escribir algo sobre eso. Y me animé. Creo que es la primera vez que escribo algo que no está relacionado al deporte.
EL GORDO DELIRIO DE ESCRIBIR
“Aunque quede ridículo que lo diga (con simplicidad) uno siempre anda buscando los orígenes, ¡nuestra identidad!
Osvaldo Soriano.
Ya que hablaste de los vínculos, del dolor, de llegar a tiempo, regresemos a la ficción. En tu libro, encontramos la crónica sobre Boby Fischer, donde el dato que contás es tan increíble que no parece cierto
¡Pero es todo cierto!
¿Vos crees que la gente que escribe ficción no escribe a partir de datos? De hecho, el propio dolor del que escribe un poeta es un tremendo dato
Sé lo relativo de esa verdad y me río también. Por ejemplo del mocumental, – que es un falso documental- , ahí sabés que te están engañando y lo hacen como si todo fuese realidad. Mirá, el gordo Soriano tiene un cuento sobre el mundial que no fue: “El penal de más largo del mundo”. Por otra parte, un periodista de una agencia de noticias, en lugar de viajar a Venecia, tomó la gacetilla del relato de un mundial no reconocido por la FIFA. El periodista escribió un cable en serio sobre el documental del mundial no reconocido. Yo me puse a leer y dije ¡pero ese es el cuento del gordo! Empecé a hablar con algunas personas sobre el documental y dije: esto es extraordinario. Voy hacer una crónica, voy a jugar con el gordo Soriano y con los actores. En mi crónica jugué todo el tiempo a que eso sucedía, pero, de verdad, era un delirio inevitable, donde el árbitro era Butch Cassidy que no sabía el reglamento de fútbol pero era rápido con la pistola. Así, escribí jugando, pero cualquier lector mínimamente avispado se da cuenta. Eso se completó un día, cuando Eduardo Galeano vino a casa por un libro que estaba escribiendo y me tiró un dato falso. Eduardo, le dije, ¿quién te dijo que Sanfilipo era máximo goleador del fútbol argentino? eso es mentira. Eduardo miró para arriba y dijo: «El hijo de puta del Gordo Soriano» Yo no paraba de reírme. Fue una maravilla. Por eso tengo que saber jugar. Interpretar los tiempos, saber en qué cancha juego.
Esto instala otro tema, la certeza del dato.
¡Exactamente!
LAS PALABRAS JUEGAN
“El fútbol es la única religión que no tiene ateos”
Eduardo Galeano
Vos recién hablabas del dolor, de acercarte al tipo que le va mal, como en el caso de Bosir Barbosa. Hay varias referencias en tu texto a que los perdedores tienen otra forma de visibilización.
Sí, tienen más relato; en un sentido, el perdedor expresa algo más auténtico. Pero, ¡ojo!, tampoco me interesa la épica, sí acercarme a ese dolor. Por ejemplo, en la historia de Moacir Barbosa Nascimento, él dijo que había quemado los postes del Maracaná y nos mintió a todos con eso. Pero para que no lo jodiéramos más. Al tipo le están revolviendo el cuchillo todo el tiempo. Mirá, puedo citar también ese dato tremendo, donde una mujer le comenta a su nena, mientras van por la calle: este señor- en referencia a Moacir Barbosa- hizo llorar a doscientos millones de brasileños. Y luego, cuando Barbosa muere,- EL PAIS de España titula, “la segunda muerte de Barbosa”.
Uff, eso fue tremendo.
Bueno, está también la anécdota de Garrincha.
Yo encontré el dato: Garrincha estaba con chico Buarque en un exilio romano. Chico Buarque era el chofer que lo llevaba a jugar partidos de mala muerte contra obreros de fábricas. Lo llevaba a sindicatos, con estudiantes universitarios. Hacía pocos años, Garrincha había sido una figura del fútbol mundial y esto lo hacía por un pocos dólares. Me enteré del dato, con Garrincha ya muerto. El tema era hablar con Chico, toda la situación me parecía muy delirante. Finalmente, logré dar con Chico. ¡Imaginate qué emoción, que me responda Chico! “Essas histórias do livro estão certas», me responde Buarque, a través de un correo electrónico.
https://www.lanacion.com.ar/deportes/futbol/arte-de-brasil-nid1223844
Y más me conmovió cuando, con el artículo ya publicado, me llamó un amigo por teléfono cuya esposa es brasileña y me dijo: te llamo ahora porque mi mujer está llorando después de leer el artículo…¡Ufff, yo no podía más!
NUNCA CARETA
“Ser como todos es no ser nadie”
Graffiti que se ve desde el 34
¿Escribirías si no tuvieras la posibilidad de publicar?
Supongo que sí. La verdad es que escribo siempre para publicar, desde hace 41 años. No paro de escribir. Pero pará, tengo un libro no publicado del mundial `78. Lo escribí en el `82 – `83, tenía un valor de resistencia escribirlo en ese momento. El problema fue que me demoré mucho, fue justo también durante el proceso de enfermedad de mi viejo y tuve que detener todo eso. Cuando pude retomarlo, ya estaba de moda investigar a los milicos, criticarlos y sentí que pasó, que ya estaba.
¿Qué es lo que no te estimula del libro y sí de la publicación de crónicas?
Hay algo que me incomoda y es ser el centro de escena. Y lo digo con toda sinceridad, naturalmente me corro. Cuando me propusieron hacer un libro con todos esos artículos, dije no, no. Por eso le entregué a Alejandro Wall un bolso con casi mil artículos y le dije que hiciera lo que quisiera con eso. Yo solo quería que sí se incluyeran 4 o 5 artículos, el resto corrió todo por tu cuenta.
Y si no tuvieras que vivir económicamente de esto, ¿qué escribirías?
Cosas parecidas a las que escribo, pero con más tiempo. No con la obligación. Me encantaría ir a un determinado lugar donde sucede algo muy fuerte, entender ese hecho, darle el tiempo que necesita. Me faltaría encontrar ese lugar, pero darme ese tiempo es ir ahí y quedarme.
¿Quién es un enemigo para vos?
En general, el poder, aún cuando empatizás con ese poder. De todos modos, tomo una inevitable distancia del poder. Es un mundo del que me siento muy lejos, no lo necesito. En esas cosas soy cero competitivo.
Pero yo hablo de un enemigo, de alguien que te quiere destruir o que quiera destruir a un colectivo.
Cuando hablo del poder, también hablo del poder económico cada vez más concentrado, cada vez más depredador. Bueno, ¿cómo frenás la depredación que estos tipos hacen ahora?
¿Existe ese tipo de depredador en el periodismo?
El problema es cuando el periodismo se mimetiza con el poder. Aparte, ese poder se dio cuenta de que necesita a los medios. Ya no solo necesita tener a un periodista corrompido, necesita ser directamente dueño del medio. Hoy no sabemos quiénes son los dueños de los medios, justamente, porque no sabemos quiénes son los dueños del dinero.
Y se preocupan para qué no lo sepas….
Exacto. Y, justamente, ellos son quienes más usan la palabra transparencia, son los más opacos. Por eso no creo en la palabra transparencia.
Los poetas salvan esa opacidad. Vos citas a Cohen: «hay una grieta en todo. Así es como entra la luz»
¡Claro! todos estamos con la luz apagada. Entonces, ¡bienvenida la grieta! Pero, entendé, boludo, estamos todos a oscuras, no te creas que porque vos está ahí arriba, tenés la luz. No, no es así.
Y vos, ¿cuándo necesitas la metáfora?
No soy muy amigo de las metáforas, me parece que hay que tener mucho talento para eso. Estás en una cornisa en donde, si la usaste mal, caes en la vulgaridad. Y eso es lo que intento evitar. Soy muy pero muy pudoroso con las metáforas.
¿Es un pudor periodístico?
Me siento cien por cien periodista. Entonces, las esquivo mucho. Por más que se me ocurran muchas.
[button-lightblue url=»#» target=»_self»] “En concreto todo lo que gira y acontece alrededor de un partido de fútbol ha sido estudiado por varios especialistas en antropología que han teorizado sobre el mismo y sobre los grupos tribales que defienden lo colores de un equipo, el fútbol como una fiesta, una guerra simbólica y una guerra materializada. El fútbol como espejo de la sociedad, como productor de realidades sociales” Cristiran Bromberger[/button-lightblue]
JUEGO, LUEGO EXISTO.
“mientras haya una esquina y a pesar de todo
una luna y un tiempo y un bolsillo
mientras haya una mano y una calle
y una boca y un grito
una ventana.
Mientras estemos”
Roberto Jorge Santoro
¿Cómo opera el colectivo contra los poderes?, ¿cómo se para ante estas miserias de torneos cada vez más decepcionantes, de sorteos manipulados, de clubes fundidos?
¿Y por qué el fútbol va a ser distinto a lo que sucede en el resto de los escenarios? ¿Por qué voy a pretender que el fútbol sea un mundo virginal, un Peter pan?, ¿por qué?
El fútbol no fue así, pero hoy hay una profunda exacerbación de las miserias
¿Pero qué no está exacerbado? Preguntale a un guionista de Hollywood, a quién le rechazan todo, si no mete sangre, muertes y violaciones.
Vos reflejas el concepto de identidad, de la pujanza barrial, ¿dónde quedó eso?
Sí, hablo de eso, pero tampoco intento detenerme en eso. La nostalgia me parece muy cómoda, muy tentadora. Pero cuando me refugio en ese lugar, rajo como Usain Bolt. El futbol se parece a la vida. Tampoco tiene justicia.
Vos, tan esquivo al poder, justo en el deporte donde hay tanta competencia, ¿cómo te llevas con el espíritu competitivo?
La verdad me importa tres carajos. Ojo, cuando tengo que escribir sobre ese mundo, lo intento comprender, pero tampoco pretendo que sea mi mundo. Sin dudas que la idea de actitud, de superar al otro, de ganarle al otro está instalada en el deporte. La cuestión es saber qué hacemos con eso. Hay algo de una supuesta inutilidad, el mundo no va a cambiar absolutamente en nada, aunque esto ocupe todos los espacios de noticias. Que Argentina sea campeona del mundo no va cambiar nada. Mañana nos tenemos que levantar y llevar a los pibes a la escuela y después ir a trabajar.
Igual el fútbol es algo que se impregna en las subjetividades.
Sin dudas, yo recuerdo el mundial 2002. Argentina tenía un gran equipo en las eliminatorias. De hecho, había logrado una gran eliminatoria, era candidata a ganar el mundial. El país se había incendiado en el 2001, vinieron muchos periodistas del exterior, querían saber cómo es un país que se incendia y que puede ser campeón del mundo. Yo les decía: no sé si esas cosas van tan de la mano, son metáforas muy tentadoras. Finalmente, Argentina perdió, por primera vez, en primera rueda. Más adelante, el país empezó a crecer económicamente ¿y qué hacemos con todo ese inmenso juego que se hizo?
(1) Rwanda: fútbol, masacre, e infierno.
En abril de 1994, hace 25 años, el pequeño país africano ubicado en el corazón del continente, se dividió en dos grupos de personas: los hutus y los tutsis y se desató la matanza más mortífera de la historia de la humanidad. Durante los tres meses en que los hutus intentaron exterminar a machetazos a los tutsis, también la pelota se manchó de sangre.
Crónica contada por Ezequiel Fernandez Moores en “Arqueros, ilusionistas y goleadores” programa de radio que va por FM 94.7 en Radio Gol.