El apego: sobre el aya de “Romeo y Julieta”.
Por Carlos Coll
EL BALCÓN Y LA HIEDRA
El siglo XVI llegaba a su fin cuando las calles de Verona se entristecieron. Jóvenes, muy jóvenes, habían sido sacrificados por la rivalidad de dos familias. El amor entrañable entre ellos no pudo destronar la tragedia y los condujo a una muerte prematura. El llanto del aya de la niña inundó las calles de la ciudad e impregnó de moho el balcón de la doncella. He aquí los hechos: fríos, irrefutables y concretos.
LA REITERACIÓN AL INFINITO
Las agujas del tiempo cronológico no descansan, aunque estemos detenidos en un instante eterno. Los siglos corren en vertiginosos movimientos y, sin embargo, no parece haber cambiado demasiado la tendencia a abandonar las alegrías para dirigirnos hacia la tristeza.
LOS RAYOS DEL AMOR
Verla nacer y crecer no nos da el derecho a pensarla propia. Sin embargo, habitualmente lo hacemos. Pretendemos poseer todo aquello que depende de nuestros actos. Por eso la enredadera que sube hasta alcanzar el balcón, permitió esconder al amante de los ojos certeros mientras, en el interior de la casa, revoleamos la pollera en irreverentes mentiras y ocultamientos.
Es una forma de transitar la vida del otro en la suposición de que se trata de la nuestra, mientras el amo descansa tranquilo y sin hacerse cargo de sus responsabilidades. Cuando las sombras se disipan y aparecen los rayos rojizos de la realidad, pareciera que la espada fuera la solución. Mientras tanto, el veneno recorre las calles y se aloja en los rincones más indefensos para desarrollar su poderío en dirección a una tragedia, cuando podría haberse tratado de un resplandeciente drama ante el puro amor.
LA POLLERA IRREVERENTE
Se trata de la mensajera, la celestina que apaña a su niña porque la ve brillar ante la sola mención del nombre amado. Nunca imaginará que su destino será entregarla a una desesperada encrucijada. Su pollera volará y sus enaguas se elevarán, pero será inútil. Nada podrá hacer para alterar el destino de su niña. En el fondo, ella sabe que la ha empujado hacia aquella oscuridad.
En la plaza, es burlada por los jóvenes desafiantes y su pollera permitirá ver sus calzones de vieja criada. Ríe en groseras muecas, mientras se desarrolla y crece la sombra de la muerte en los sótanos de la ciudad. Pareciera inevitable y así está concebida esta tragedia escrita a fines del mil quinientos por el escritor desafiante de los poderes de la época. Aquel, que se plantaba ante los reyes y, en sus propias caras, les presentaba sus bajezas sin que dieran señal alguna de interpretarlo. La pollera del aya es un símbolo de la levedad de aquellos personajes ante la dramática e irreparable situación: el suicidio de dos adolescentes para permanecer unidos en el amor.
VERONA ETERNA
Y los amantes eligen, sí, eligen diluirse ante el odio y la incomprensión por no soportar estar separados. Curiosamente, su elección los lleva a la eterna vivencia, ya nadie podrá desconocer a los “Amantes de Verona”. Años de ser recreados sobre escenarios y en films mudos y sonoros, sin color y en vivos reflejos. Su devenir se ha transformado en un instante infinito y su dolor, en una sonrisa permanente que rescata un sentimiento contra el cual es imposible luchar sin perder. Sabias palabras escritas para eternizar y rescatar el revoleo de una pasión.
Tráiler Romeo y Julieta de Zeffirelli
Y se repite en un ciclo eterno. Sale de la casona y su perfume inunda el jardín. Tacones, pantalones palazos y camisa empuntillada. Camina segura sin mirar hacia atrás, atenta al celular.
Al pasar el taxi, titubea, sonríe y sigue en su caminata larga y acalorada en busca del colectivo que la acercará a su lugar. Nadie podría imaginar el destino final de su recorrido de sábado al mediodía. Esto es lo que, desde la ventana del segundo piso del palacete, irrita al señor de la casa. Nadie podría distinguir si se trata del paseo, bajo el sol florecido en jazmines, de la mucama o de la patrona. Así es el hoy, a muchos les enfurece no poder descubrir los calzones de la vieja criada al andar sobre las veredas de la ciudad.
OPOSICIONES
“Romeo y Julieta” es una de las obras maestras de Williams Shakespeare, escrita en 1597 y revivida hasta el día de hoy en múltiples representaciones. En cada una de ellas se contraponen acciones en disputa: lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto. Lo difícil es discernir si, en realidad, nos deja un sabor amargo o uno de profunda dulzura. Quizás deberíamos preguntarnos si en algo que en primera instancia nos parece terrible, no encontramos, al final de la mirada, un símbolo imborrable y eterno de esperanza. De esto se trata el devenir, de desapegarse de los prejuicios y alcanzar el goce en cada instante.