El tiempo: sobre “Las series Infinitas”, de Pablo Farrés.
Por Nicolás Estanislao
MULTINOIDE
“Deschid cartea, cartea geme. Caut vremea, nu e vreme.”
(Abro el libro, el libro llora. Busco el tiempo, pasó la hora.)
Tudor Argheezi
La crónica, quizás, encuentre algunos lugares desconocidos. Lugares donde el tiempo exige detenerse. Observar. Pero no. El tiempo transcurre, curvo, inexorable. Entre los vértices de la madrugada, me desvelo en la lectura digital, de “Solenoide”, de Mircea Cãrtãrescu. [i] Publicado por editorial Impedimenta.
Dicen que se trata de su texto cumbre. Claro, lo tenía de oído y a lo lejos. Y, como las magias literarias siempre aguardan por los lectores desordenados, logré -luego de una búsqueda incesante- hacerme de un ejemplar en físico.
Les decía: está catalogada como una obra monumental. Deslumbrante. Laberíntica. Narra la intensidad de la vida en el mero devenir de los días, de la cotidianidad del presente. Entre muchas cosas, también va de un profesor de rumano en un instituto de barrio, con una carrera literaria fracasada y una profesión que no le interesa. Por otro lado, el profesor compra una casa antigua con forma de barco, “(…) mientras escribo aquí, en esta habitación con telarañas de la casa donde vivo y que tiene forma de barco, en esta penumbra en la que únicamente los marcos de las ventanas antiguas brillan amarillos (…)”, construida por el inventor de un solenoide [ii], que en sus tripas alberga una extraña maquinaria: un sillón de dentista dotado de un tablero de mandos.
El protagonista desgrana su infancia y su adolescencia en los arrabales de una ciudad comunista, devastada, gris y fría: una Bucarest alucinada, atravesada de una melancolía abrumadora: “Bucarest había sido proyectada como un gran museo al aire libre, el museo de la melancolía y de la ruina de todas las cosas (…)”
Con el correr de la lectura fue imposible no relacionar el contexto con el mítico Steaua de Bucarest y, como fichas que se suceden unas tras otras, por supuesto, con George Hagi: “El Diego Rumano”, “El Maradona de los Cárpatos”, considerado el mejor futbolista de aquellos inhóspitos lares, el mejor todos los tiempos e incluso de los mejores de Europa de los años´80 y´90. Entre 1987 y1990, jugó 97 partidos y marcó 76 goles, en el Steaua.
El recuerdo se remonta al mundial 1994, donde la mafia de turno nos “cortaba las piernas” a todos. Ahí, Hagi consagraba su mejor campaña en mundiales. Colocaba a Rumania en cuartos de final por primera vez en la historia mundialista y, por supuesto, era declarado admirador absoluto de Diego.
VIRREY DEL PINO – AFECCIONES ALEGRES: LA MATANZA
“No hay que escribir textos sino encontrar formas para que los textos se escriban solos”
Ariel Luppino
El pasado sábado 10 de septiembre se realizó la presentación de “Las series infinitas”, de Pablo Farrés, publicado en 2022, por la exquisita Editorial Nudista.
Texto bien de los confines del conurbano matancero, “donde el mundo termina y lo que viene ya no es mundo (…)” En tiempos que oscilan entre quienes se obstinan en ser únicos y diferentes -y, así, negar al otro-, y quienes afirman su potencia entre otros, llegó el alivio. Estuvo ahí para agitar el convite, Martin Maigua, editor todoterreno. Orquestó choripanes, cervezas y literatura. La literatura como territorio, como fiesta gitana también.
Así, leer a Farrés, además de ser una experiencia colectiva, es una multiplicación salvaje, caótica, cargada de violencia, sexo y símbolos: “Cuando la putrefacción de la vida entra en el corazón parece al principio un grano de arena: una astilla en el dedo, el malestar de una resaca sin motivo, una puntada en la cabeza. Ocurre sin darnos cuenta, o sin darle mayor importancia porque quizás no la tuvo, o en todo caso llegamos tarde y lo único que registramos son los efectos”. Se trata de un texto que no admite vacilaciones, cuando interpela: “Me voy a comer tu dolor hasta que no quede nada de vos…”
La literatura de Pablo Farrés desata una vorágine, que agita la paradoja de todo limite posible. En ese contexto hipernarrativo, el lenguaje es una maquinaria lisérgica que se ramifica: “… un desborde desquiciado de más de quinientas páginas, (…) “un autor que seguramente se lo había inventado con el fin de ocultarse del mundo…” comenta una de las múltiples voces protagonistas del libro.
Farrés con la potencia de su escritura, transmuta la palabra en acción, mientras intenta alcanzar lo desconocido por medio del desarreglo de todos los sentidos: “… unas palabras demás empujadas por el vaso de whisky que no debimos haber tomado hicieron que los amigos ya no estuvieran por ningún lado, las cosas se desmoronan, pierden sustancia y entonces revelan su composición más íntima: hechas de arena cubren el espacio y nos entierran vivos.”
GEOMETRÍAS CROMÁTICAS DE LAS ORILLAS
“La palabra poética surge como una forma de resistencia.”
Jacobo Fijman
Atravesé por primera vez la puerta de su mundo con su primer texto, “El punto Idiota”, publicado allá por 2010, por editorial ´Pánico el Pánico´. Una puerta pequeña, pero poderosa, de esas que con el tiempo se abren en múltiples pasillos y “(…) transforman la indiferencia de las cosas en intensidad (…)”, decía Maurau, el protagonista de la historia, en el devenir de querer ser escritor.
Pero volvamos a, “Las series…”, donde la escritura de Pablo Farrés muta, ahoga, colapsa. Un virus atraviesa las páginas de la novela y se dispara en abundantes fatalismos alucinatorios. “…había leído por ahí que la locura era la ausencia de una obra, por mi parte me gustaba pensar que acaso no era más que la imposibilidad de darle nombre a eso que todo el tiempo está transformándose en otra cosa.”
Les comentaba: la presentación se realizó en la biblioteca popular ‘María Teresa de Calcuta’, de Virrey del Pino: un espacio enclavado casi dentro de la propia casa del autor, donde el tiempo se acomodó en la curvatura de una biblioteca pequeña, simple, humilde, obrera. Contaba con una sola antesala, cuadros, afiches, retazos de poemas colgados y un escritorio en el medio, rodeado de estantes desbordados de libros que resisten. ¿Para qué más?
LECTORES CANÍBALES
El ritual de la presentación estuvo a cargo de Matías Raia, mejor conocido como @golosinacanibal, y Omar Genovese.
Acá les comparto distinguidos textos:
Lo que ocurrió en la presentación de las series infinitas // Golosina Caníbal
ARREBATOS DE SUSTANCIA
«aquello que existe por sí mismo y cuyo concepto no necesita de otro concepto ser para ser comprendido»
Baruch Spinoza
Entonces la literatura quizás sea esto: trazar un mapa donde escribir no se reduzca simplemente a narrar, si no que extienda límites, componga cuerpo, sea potencia transformadora: “… nadie puede con su propia memoria, cualquier hombre, yo mismo, todos tendemos al olvido como un modo de sobrevivir a nosotros mismos ¿no es cierto? Necesitamos olvidar para borrar el pasado y poder darnos algún presente.” Así, con un grado virtuoso de potencia sacude el propio centro de infinitos, e interpela: “¿Cómo sería la memoria de una persona que lleva tres, cuatro, cinco identidades diferentes inscriptas en su ADN?”
De este modo y sin pedir permiso, la escritura de Farrés da ese paso hacia el futuro, avanza y se deshace en la relación experiencia – desborde. Las esquirlas raspan una y otra vez, hasta hacerse costra. Lo vital y lo alucinatorio, lo corporal y lo sensible se acoplan en su escritura como respiración: “Salí del hospital saturado de ruido mental, una maquinaria de chirridos industriales iluminaba un sentido todavía no dado. Las puntadas en el cráneo me exigieron detenerme. El ruido era un síntoma ese quejido animal agónico en mi cerebro (…)”. Y no faltan la persistencia, el deseo, los sueños como entidades viajeras, que se mueven empujados por la resonancia entre los seres: “las personas resuenan, cada uno es como una piedra arrojada a un lago formando ondulaciones que se desplazan sobre la superficie aun cuando la piedra haya desaparecido.”
Ahora bien, para regresar al comienzo de esta nota, invito una vez más a leer a Cărtărescu en su ‘Solenoide’: “nuestro destino debería ser la huida, aunque fuera hacia una prisión, más vasta que desemboca en otra más vasta aún en una serie infinita de celdas, pero para ellos las puertas deberían abrirse de repente en la pared amarillenta de nuestro hueso frontal…” quien, infinito y múltiple, parece saludar a las formas Farrés.
NADIE SABE QUÉ PUEDE UN TEXTO
“¿Qué se puede hacer en este tiempo sino leer novelas?”
Francisco Magallanes
Cuando la tarde cayó y la luz natural disminuyó a ojos vista, la conmoción de “Las Series Infinitas” aún flotaba entre los presentes. El contraste entre formas luminosas y oscuras se volvió más intenso, el color al fondo del mundo se transformó en rojizo púrpura. Nadie quiso moverse. Los vasos siguieron brindándose. Los murmullos compusieron únicos, singulares y de infinitos sentidos.
Pablo se detuvo, agradeció jubiloso la sentida presentación, la dedicación y la presencia de todos los que nos habíamos arrimado hasta allí para hacerle el aguante a la literatura, al conurbano y compartir el universo matancero. Al pasar, y ya en la última retirada, nos comentó: “Solenoide”, del rumano, me voló la cabeza”.
[i] (Bucarest, 1 de junio de 1956) poeta, prosista y crítico literario rumano.
[ii] Un solenoide (del griego, «solen», ‘tubo’, ‘conducto’, y «eidos», ‘en forma de’) es cualquier dispositivo físico capaz de crear un campo magnético de gran intensidad sumamente uniforme e intenso en su interior, y muy débil en el exterior.