El lado B: Sobre hermanos

Por Alicia Lapidus

«¿Quieres marchar, hermano mío, a la soledad? ¿Quieres buscar el camino que lleva a ti mismo? Detente un poco y escúchame. «El que busca, fácilmente se pierde a sí mismo. Todo irse a la soledad es culpa»: así habla el rebaño. Y tú has formado parte del rebaño durante mucho tiempo.» 

                         “Así habló Zaratustra”, Nietzsche

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LOS ÁRBOLES MUEREN DE PIE

¿Cuándo se trastoca el mundo de amor entre hermanos? ¿Cuándo la fraternidad que es amistad se ve alterada por avaricias y celos? ¿Fue siempre así y sólo era una realidad invisible para los demás?

El árbol crece, sus raíces retuercen curvas, tierra adentro. Oscuras, profundas, enmarañadas. No son bellas; sin embargo, lo sostienen. Sin ellas, el árbol moriría. En sus ramas, los frutos. Algunos, cercanos al tronco. Otros, en lo más lejano, obligan a los cargados tallos a inclinarse hacia el suelo. Desafían su fortaleza, desconocen que, en la ruptura, ellos morirán, mientras el árbol seguirá de pie.

I.

La hermana mayor se sentaba cómodamente en su pupitre de tercer grado. Sus días transcurrían normales. Su mayor preocupación eran sus brazos delgados. Ni brillante ni mala alumna, las maestras la apreciaban como se valora a quien no da problemas.

La menor, de corta estatura, un año más pequeña que sus compañeras. Su hermana le había enseñado a leer y a escribir y la pusieron un grado adelantada a su edad. El pupitre era demasiado alto, así que esa niña pasó su primer año escolar de pie. Nadie se percató ni cambió el asiento. No obstante, la mayor sentía que a ella le faltaba algo. Algún reconocimiento a su mérito, algún agradecimiento en la escuela, en su casa.

La historia, relatada en el Génesis, afirma que Abel se aplicaba a pastorear ovejas y su hermano mayor, a la agricultura. Las ofrendas de Caín no agradaron a Dios, no por su acto o por las ofrendas en sí, sino por su voluntad de ofrendar. Sin embargo, aceptó las del hermano menor. La razón del favor divino hace hincapié en el matiz de generosidad con el que Abel ofrece para destacar que la ofrenda de Caín, nacida de la mera obligación, no era deseable.

 

FRUTOS LEJANOS, RAÍCES NUEVAS

Los frutos lejanos toman rápido contacto con la tierra y se pudren. Los otros, en su madurez, caen cerca de su padre-árbol y aseguran su continuidad en un nuevo individuo. Generan raíces nuevas y frutos frescos.  shutterstock_96695914

II.

Las hermanas se volvieron grandes amigas. Aunque la mayor siempre sentía que le debían algo. Al principio, cuidaba de la menor como si se hubiera tratado de una hija a quien se debía educar. Le impartía estrictas órdenes que la chiquita cumplía, con el amor que reconoce una autoridad y a veces la confunde con un abrazo. Pero la vida tiene esas volteretas imparables. Los niños crecen. La mayor aún sentía que le faltaba algo. Había perdido algo. Su hermanita, entonces adolescente, tenía vida propia. Era el fin de la obediencia. A pesar de eso, siguieron siendo amigas.

 

Luis Kancyper, en “Conferencias de introducción al psicoanálisis” (1916), afirma, entre otras cosas: “El chico puede tomar a la hermana como objeto de amor en sustitución de la madre, infiel (…)Una niñita encuentra en el hermano mayor un sustituto del padre, quien ya no se ocupa de ella con la ternura de los primeros años, o toma a un hermanito menor como sustituto del bebé que en vano deseó del padre (…)Entre varios hermanos que compiten por una hermanita más pequeña ya se presentan las situaciones de rivalidad hostil que cobrarán significación más tarde en la vida”.

 

III.

La mayor, tenía una vida tranquila. Asegurada en un matrimonio, hijos deseados, buen pasar. Hija ejemplar. La menor transitó divorcios y se reinventó una y otra vez. Se peleó con sus padres y se amigó en el amor con ellos. La díscola inquieta. Sin embargo, la mayor sentía que a ella le faltaba algo.

 

BOSQUE ADENTRO

“La cigüeña, cuando es vieja/pierde la vista y procuran/cuidarla en su edá madura/ todas sus hijas pequeñas:/apriendan de las cigüeñas/este ejemplo de ternura.”
“Martín Fierro”, José Hernández

El árbol envejece, se retuerce, se encoge, se achica. Ya no tiene la fuerza y la presencia de otros días. A su alrededor, esos frutos cercanos devenidos adultos lo sostienen, lo enderezan. Aún lo invitan a pertenecer al bosque. Aquellos otros, lejanos, atraen gusanos desde su podredumbre. Alimañas que atacarán el corazón del viejo.

La protesta fraterna que, para Kancyper (2004), consiste en una agresión franca y un rechazo indignado por parte de un hermano hacia otro (quien, ocuparía injustamente un lugar más favorecido), se puede entender desde la lógica del narcisismo. Es decir, el hermano que se cree damnificado no oculta su hostilidad, sencillamente, porque la presencia del otro es vivida como la de un rival e intruso que atenta contra la legitimidad de sus derechos.

   

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IV.

La ambivalencia signaba el devenir de las hermanas. La mayor se mostraba “orgullosa” de los logros de la menor. Por dentro, siempre se comparaba. Nunca lo toleró. La vida le debía algo inasible, inalcanzable. La menor transcurría su vida sin conocer (quizás sin querer ver) qué se escondía dentro de la otra. La ilusión de la amistad era más fuerte que la verdad.

En una entrevista en “La voz”, Kancyper continúa su reflexión:

“Pero no sólo hay que ver lo malo, en lo fraterno, también hay solidaridad, comprensión. Por eso yo diferencio el complejo fraterno trófico del complejo fraterno tanático, se trata de mostrar las connotaciones tenebrosas y luminosas del complejo fraterno (…) ¿Cómo diferenciar, cómo marcar los límites cuando a veces lo luminoso se mezcla con lo tenebroso? Por caso, el niño que hostiga a su hermano, pero a veces lo cobija.(…) Como toda relación humana, la de hermanos tiene ambivalencia, pero hay que ver los dos aspectos, no sólo lo que resta, lo que quita. Como decía Calderón de la Barca, cada hermano le quita a uno el reinado, pero también aporta compañía, solidaridad, la posibilidad de edificar juntos.  (2015) http://www.lavoz.com.ar/salud/las-raices-tempranas-del-conflicto-fraternal

 

ÁRBOL CABEZA ABAJO

V.

Para la menor, lo luminoso marcaba el vínculo. La palabra hermana no se diferenciaba de amiga, compañera, compinche. Para la mayor, estaban la luz y la sombra, sin poder decidir hacia cuál inclinarse.

El árbol se agrieta. Sus frutos, desde el origen, signaron su apoyo. Yo te contengo, yo te destruyo.

Baranger (1994), por su parte, ha sugerido que el complejo del semejante (Freud, 1895) tiene dos aspectos que no se superponen en su origen. Uno auxilia y previene del desamparo. El otro es la imagen especular que permite al sujeto percibirse como totalidad. Propone que este doble especular, este gemelo, es el punto de partida de lo fraterno. En consecuencia, el hermano sería un semejante demasiado semejante y, a la vez, la primera aparición de lo extraño.

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VI.

Las hermanas se parecían mucho. Tanto que, muchas veces, las confundían. La gente preguntaba si eran gemelas. Motivo de alegría, para una. De desagrado, para la otra. No podía dividir aquello que le faltaba.

“En la protesta fraterna, uno de los hermanos manifiesta una agresión franca y un rechazo indignado hacia otro que, según él, ostenta un lugar favorecido e injusto. No oculta su hostilidad porque, desde la lógica de su narcisismo, la presencia del otro es vivida como la de un rival e intruso que atenta contra la legitimidad de sus derechos y a la vez resignifica el homo homini lupus (“hombre, lobo para el hombre”) que subyace en la vida anímica.”(Kancyper)

 

ÚLTIMOS DÍAS DEL ÁRBOL

VII

La mayor siempre se sintió desposeída. Su resentimiento creció junto con ella. La frenaba la presencia de los padres, fuertes aglutinadores de la familia. Nunca pudo crecer ni desprenderse de su lugar en esa constelación. Ser adulto.

El árbol, en sus últimos días, maltrecho y sin hojas, bebe a sorbos el agua caída de sus hijos adultos. Los necesita, ya no es más el tronco orgulloso  hacia el sol. Endeble, se sostiene en sus retoños crecidos.

VIII.

Los padres envejecieron. La red que sostenía firme a la familia se agrietó. De esa debilidad, la mayor obtuvo la fuerza para dar rienda suelta a una crueldad acumulada. Y pegó y pegó y pegó. En el afecto, en el cuidado, en el amor. Lo logró, los dobló y los quebró. Les dejó, para sus últimos tiempos, la pregunta, sin respuesta, acerca de qué ser humano habían engendrado. Los dejó entre impotencia y dolor.raices_img

Las raíces, que algún día fueron sostén, se diluyen, se extienden superficiales y profundas, se entremezclan en un baile de contorsiones con otras. Se hacen red, se vuelven rizoma.

“Rizoma”, en botánica, es una raíz que crece a nivel de superficie, en forma de entretejido de raíces. Puede ramificarse y permitir que, desde una parte de ese entramado, surjan otros tallos y permitir así la expansión de la planta, su proliferación, a veces muy rápida.

 

BROTE DE VIDA

La menor despertó con los golpes de la mayor. Comprendió el lado siniestro, la hostilidad, el desamor que nunca quiso ver. Lloró durante muchos días y noches. Se desarmó su fe. Endureció sus entrañas. Y despidió a su hermana de su vida, la sacó de su pecho. Los padres murieron con el dolor incurable, sin una palabra de amor de la hija rencorosa. La menor enterró a los tres.

¿Qué resta después de la devastación? ¿Qué oportunidad hay para los sobrevivientes de la tragedia? Abrir los ojos a la historia imperfecta, a la biografía equivocada, al error original. La supervivencia empuja, el aliento se contiene para exhalarse vibrante hacia adelante, al futuro.

¿Qué ceguedad me trujo a tantos daños?/ ¿Por dónde me llevaron desvaríos, /que no traté mis años como míos, /y traté como propios sus engaños?»  Lope de Vega

El rizoma se expande, bucea hacia otros rumbos, se asocia con otros seres, produce brotes, ya no los mismos, algo igual y algo distinto, lo propio y lo extraño.

La menor salió, creó vida, conoció amores y amistades. Dejó volar a sus padres, los guardó en su memoria y se sumergió en la savia de su propia existencia.taxodiumocipresdelospantanos

2 Comentarios

  1. Leer historias de hermanos ,amores ,odios,idealizaciones, desilusiones,todo esta
    Ese intento de amistad en un vínculo no elegido ,que la vida dispuso,con intensidad de tiempo,con obligación de entorno.
    Con el recurso tan presente de comparar, de compartir.
    Los que tuvimos infancias con hermanos al leer esta recopilación nos encontramos, nos preguntamos,nos justificamos ,tratamos de entender lo que paso algún día.
    Pareciera tanto más fácil definir ese vínculo a través de las plantas,el tronco,las raíces ,los cercanos ,los lejanos,los retorcidos,la muerte,aparece claro lo inevitable.
    Es un texto con emoción. Gracias ,te lleva a pensar en la propia historia

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