El lecturista

Sobre: “La escena documental”, libro de Sergio Wolf.

MOTORES EN MARCHA

Claudia Casarino - Iluminando la ausencia
Claudia Casarino – Iluminando la ausencia

Una escena se resiste a ser contada. ¿Hay motor más apropiado para un documental? ¿Puede una obra tener un mejor punto de partida, cualquiera sea su género? Sergio Wolf -crítico de cine, docente y cineasta argentino- con seguridad, diría que no. Todas sus películas nacen de una ausencia -la cantante Ada Falcón, recluida en un convento (1), meteoritos inhallables (2) o fragmentos de un film que han perdido el sonido (3)- y no persiguen otra cosa que la falta, lo que se desconoce, lo que desaparece…

Su último trabajo, “Esto no es un golpe”, no es una excepción. Se propone dilucidar lo ocurrido en el encuentro entre Raúl Alfonsín -entonces presidente de la Nación- y Aldo Rico -quien comandaba el alzamiento- durante la rebelión militar de Semana Santa, en el año 1987. ¿Qué sucedió realmente en esa conversación? ¿Qué, más allá de la voz destemplada de Rico, quien lo presentó siempre como un triunfo carapintada? ¿Qué, detrás de las palabras -escasas- del presidente, a su regreso a la plaza: “la casa está en orden”? Para lograrlo, Wolf debía conseguir -además del testimonio de quienes estuvieron cerca de Alfonsín- las palabras de Aldo Rico. Esto último no fue fácil. De esa búsqueda y de una “otra escena”, se trata este libro.

UNA DE DETECTIVES

Después de ver la película, me tiro de cabeza a la lectura del libro. Cada vez que me meto con alguna de las aventuras de Wolf, encuentro un policial, puro y duro. Me apasiona el género. La persecución del misterio, como pretexto para contar otras cosas. El “whodonit”, de Alfred Hitchcock, esa intriga que “(…) suscita una curiosidad

Jorge Gallego - Ausencia V (La silla de José)
Jorge Gallego – Ausencia V (La silla de José)

provista de emoción; y las emociones son un ingrediente necesario del suspense.”(4). ¿Cuándo nace un documental? Cuando hay una pregunta, respondería el autor de “La escena documental”. El camino recorrido, el hallazgo de hechos o lugares desconocidos, la puesta en cuestión de las propias certezas son el incentivo, el tesoro codiciado. ¿En ese camino se logran algunas confirmaciones? A veces, sí, otras, no. Eventualmente, se encuentran sorpresas. En eso reside el placer de la búsqueda.

El punto de partida fue “la escena”, decía. Esa que se transforma en obsesión para el cineasta. Quizá la sospecha de que pudo haber sucedido algo todavía no narrado. De los dos protagonistas de aquel encuentro, con Raúl Alfonsín fallecido, necesariamente, Wolf debía conseguir a Aldo Rico. No podía eludir uno de los extremos de ese contrapunto. Pero Rico se constituyó en un oponente difícil. Coqueteó, ofreció, accedió, se negó. ¿Por qué me apasiona tanto la lectura de las idas y venidas, los intentos de seducción, los berrinches de este personaje, si ya sé cuál fue el resultado?

DORMIR CON EL ENEMIGO

Raúl Alfonsín rodeado de carapintadas
Raúl Alfonsín rodeado de carapintadas

Podría decir que mi búsqueda personal, en este caso, transita los andariveles de la intriga, el rechazo y la fascinación por el enemigo. Como en una novela de detectives, Wolf me puso en el camino en pos de este polémico personaje. Entre las peripecias del director, me impresionó especialmente un encuentro que no pudo ser filmado, pero figura en el libro: una reunión con un grupo carapintada en la cocina de la casa de Rico. Esta escena de suspenso, narrada desde el estricto punto de vista del director, revela la tensión, los reparos y los temores de quienes habían tenido en vilo al país durante cuatro días, ante la posibilidad de la revisión que la película podría hacer de esa historia. Y la percepción, por parte del cineasta, de que algo se le escapa de las manos y nada puede hacer al respecto.

La idea de “escena” -esa que mencionaba en un principio- está sembrada desde el comienzo: abre el capítulo, una puerta de acceso se descorre “como un telón” y da paso al auto que lleva al director y a su equipo a la casa de Aldo Rico. Desde el primer saludo, se percibe la tirantez del líder carapintada. La cuerda se tensa aun más, cuando el anfitrión le indica que pase a la cocina y cierra la puerta detrás de él. Cuatro pares de ojos lo miran. Los militares retirados le pedirán explicaciones sobre la película que piensa hacer. La sospecha se instala. ¿Qué clase de película pretende? ¿Quiénes participarán, además de ellos? Las ideas de estos hombres son diferentes entre sí, pero la decisión es unánime: no van a participar en el film. Una vez más, la ausencia como motor de una búsqueda que pone al cineasta en el difícil camino del negociador. ¿Cómo conseguir esos testimonios que, cinco minutos antes, parecían al alcance de la mano?

Perseverancia, seducción, insistencia son las herramientas utilizadas por Wolf para intentar lograrlo. Finalmente, les pasa la posta a sus productores. Sentí personalmente su frustración ¿por qué estos personajes se la hacían tan difícil?

LA HISTORIA EN ESCENA

Carlos Cid - Ausencia
Carlos Cid – Ausencia

La escena -esa que había servido de disparador del documental- se tornaba cada vez más elusiva. El grupo carapintada en repliegue (¿o debería decir “ex-carapintada”. No creo. Ciertos actos no se borran con el transcurso del tiempo) dejaba al director sin esa meta apetecida. ¿Cómo seguir adelante? ¿Cómo encarar la tarea de la mejor forma? Porque de eso se trata: “(…) no creo que el cine tenga ningún deber con la Historia mientras que, si el cineasta tiene algún deber, es el de hacer la mejor película que pueda, entendiendo la palabra “mejor” en sus distintos sentidos, y no solo el estético, sino también, y casi equivalente, en el sentido ético.”(5)

La lectura del libro me hizo pensar en la posibilidad de transformar un hecho histórico en un acontecimiento artístico. Sacudirse los vicios del periodismo. Evitar creerse “el dueño de la verdad”. Eludir, en fin, las faltas de ciertos documentales televisivos, que solo pretenden la confirmación de una hipótesis.

OBRA MAESTRA DEL TERROR

Y, en la línea de los mejores policiales, el momento del interrogatorio llega. Al modo de un hábil detective, Wolf se plantea la mejor forma de lograr que su personaje, Aldo Rico, hable. Que diga la “verdad”. Su verdad. Esa que hará que el pez muera por su bocaza.

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Aldo Rico durante el alzamiento

¿Cómo filmar al enemigo?, se pregunta Wolf “Encontrarse con alguien “del otro lado” (dirá en el libro) -los militares, la dictadura, los uniformes- es siempre un acto de pasaje, un cruce a un universo desconocido o fundado en reglas que muchas veces desconocemos.”(6) Hay quienes no se sienten en condiciones de hacerlo y prefieren dejar en otras manos esa tarea. El propio autor, en un pasaje, reconoce el riesgo asumido, ya que la entrevista con Rico podía no desarrollarse de acuerdo a lo esperado. “No lo consentía ni lo desmentía, lo dejaba mostrar sus fauces, ufanarse y poner el punto donde quisiera: lo dejaba expandirse porque en esa expansión veía cómo iban cayendo las gotas de oro. (…) si la estrategia fallaba, corría el riesgo de quedar como el cineasta que no se había animado a discutirle esos exabruptos políticos y éticos bestiales que descerrajaba sin freno.”(7)

Y Alfonsín no estaba. Sin embargo, esa ausencia se había transformado en presencia en una escena de la película que recuerda su paso por Chascomús, durante la crisis. Los pies descalzos sobre el mosaico frío, el mate compartido con sus huéspedes en la mañana helada lo dan a ver a partir del recuerdo.

LOS SOSPECHOSOS DE SIEMPRE

¿Cómo se ejercita la sospecha? ¿Es posible pensarla como un valor positivo? Las peripecias narradas por el director dan cuenta de un estado de suspicacia en el grupo de militares que impidió la participación de alguno de ellos. Sin embargo, el documental persigue la idea de lo ausente y se constituye en un artificio para saltar sobre esa falta. No para ignorarla ni degradarla, sino para hacerla presente y transformarla, con herramientas nobles, en un hecho artístico.

Tal vez, la clave radique en un ejercicio intelectual de la sospecha que dé lugar a la aparición de otras verdades. Avanzar, retroceder, equivocarse, encontrar nuevos caminos. Esas son, en suma, las andanzas de las que nos hace partícipes Sergio Wolf en su libro.

Portada

(1) “Yo no sé que me han hecho tus ojos”, (2003)

(2) “El color que cayó del cielo”, (2014)

(3) “Viviré con tu recuerdo”, (2016)

(4) “El cine según Hitchcock”, François Truffaut

(5) (6) y (7) “La escena documental”, Sergio Wolf

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