LECTURISTA
El miedo: sobre el corto “¿Quieres ser hermosa?”, de Paula Boada, Lorena Lio y Jessica Salom.
Por Gabriela Stoppelman

 

¿QUIERES VER A OTROS?

En una época de pedanterías morigeradas con falsas humildades, de soberbias atenuadas con sonrisas, de tantos que vociferan la solidaridad y la importancia del otro, mientras se atrincheran en su apolillado yo.

En un tiempo que oscila entre quienes se obstinan en ser únicos y diferentes, en negar toda comunidad con lo humano, y quienes se diluyen irremediablemente en los brazos del glamour y las formas instituidas.

En un tiempo donde vale que el discurso sea comunitario y la vida egocéntrica.

En un tiempo donde demasiados ostentan pertenencia a las mayorías, mientras otros presumen de privilegios y apellidos; donde muchísimos suponen que sus deseos, sus cuerpos y sus posibilidades marcan tendencia, al punto de imaginar a quienes dicen no estar interesados en desear, poder o verse como ellos, como envidiosos inconfesos o impotentes camuflados.

En un tiempo así, es un alivio encontrarse con un corto como “¿Quieres ser hermosa?”. Esta realización está en manos de tres audaces jóvenes, a quienes no detuvieron lecturas caprichosas de autoridades supuestamente competentes. Así, ellas arremetieron y, finalmente (o para empezar un recorrido), lograron que su obra fuera elegida para el BAFICI de este año.

 

ESPEJITO, ESPEJITO, ¿NO TE SIENTES RIDÍCULO, DE TANTO SERMONEAR?

Parodia de la escena de Blancanieves o relato invertido de una escena, la narración comienza con una puesta en duda. ¿Es que no vemos cómo todo está en penumbras?, ¿no advertimos la tristeza en mujeres tan iguales, tan sosas? Así, el famoso espejito, espejito, el convalidador más célebre de los modelos de belleza, queda acorralado en su poder pretendidamente mágico, desde el comienzo del corto.

Entonces, se desatan dos orfandades simultáneas. Una es explícita, literal: en un orfanato, al mando de una cuidadora tremendamente fea (alerta del mundo laboral: si no hacemos un pacto con cierta estética, solo nos restará trabajar de buchonas desamoradas), las lindas son “colocadas”. Los buscadores de hijos adoptivos las prefieren mostrables más que queribles, así que a la pequeña Susan parecen quedarle solo dos opciones: la soledad o el pacto con el diablo, esta vez, vestido bajo el eufemístico nombre de “Contrato de la muñeca”.

La otra orfandad es la de los seres lúcidos, la de aquellos que afirman su estilo en este territorio de desenfados y piedras innecesarias, en este espacio llamado planeta tierra, que publicidades e intereses nimios han sabido (des)componer.

Pero, alerta: los “raros”, los que construyen nueva belleza a cada paso, la cofradía persistente y audaz de los que no encajan siempre está al acecho.

 

OTRA VEZ UN FAUSTO

El mundo, como tantas veces, de pronto simula ser un circo. La payasada más temible es la que enjaula a las niñas feas, a las que han suscripto al pacto y han atravesado mundos azules y negros, rojos y negros, a las que han estado dentro y fuera de temibles marcos, a las que se han sometido al binarismo fatal de perecer o pertenecer.

Entonces: jaulas brillantes para las nuevas muñequitas, harapos de humanas, seres en quienes toda aspiración al arte, a la ciencia o al hacer se subsume en mero pender del gancho, en las mejores vidrieras.

 

EN RETIRADA

Pero Susan da el paso. De un golpe, rompe el binarismo y el espejo a la vez. Susan se libera de la burbuja flotante, del mero imaginario, y piensa, conoce, sabe, decide. De ese modo, el presente torna en un enigma, en una pregunta o en una ilusión, pero jamás en una exposición de muñecas en serie con la mirada vítrea, joven y glamorosa del deseo enunciado por otros.

Susan regresa por donde vino, a ser una que nunca fue. Certezas y opciones creadas por los prepotentes quedan atrás. Lo que sigue es el camino de las múltiples opciones, desvíos, errores, aunque nunca la concesión a la impostura.

Claro, eso vendrá, seguramente, en el próximo corto.

 

SINGULARES Y DESCENTRADAS

Un hallazgo poderosísimo de este corto es el trabajo detallado con los marcos: espejos, siluetas de cuadros, contornos de ojos, largos pasadizos en túneles y, finalmente, jaulas. La estructura del corto lo explicita sin tapujos: en el orfanato donde vivía Susan, las paredes estaban cubiertas por extraños marcos, evidentes huellas del final en el transcurso. De este modo, la narración asume la clara forma de un cuento.

Por todo esto, “El Anartista” celebra la apuesta, la realización y el esmero de este trío. Esperamos por más, chicas. ¡Salud!


YAPA
Lectura de Pablo Arahuete, para Cinefreaks, sobre «¿Quieres ser hermosa?»
TEN CUIDADO CON LO QUE DESEAS

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