TIERRA ADENTRO
El encuentro: sobre ciclismo urbano, a través de la mirada de Felipe Garnica.
Por Verónica Pérez Lambrecht

 

En el rodar de la vida tuve un encuentro de esos que, aunque efímero, tuvo la contundencia de darme una perspectiva particular de determinados hábitos de vida. Así, en una circunstancia de la vida laboral, coincidimos Felipe y yo:

–  Tengo que conseguir algún gimnasio por acá cerca- le dije.
–  Hay uno a 10 cuadras, ahí me puedo duchar y dejar la bici- respondió.
–  ¿Cómo es eso?, ¿vas al gimnasio, pero no hacés gimnasia?
–  No, pago lo mínimo para dejar la bici. Si conseguís uno más cerca, por favor, consultá si tienen espacio guarda bicicletas.

No supe de ningún gimnasio que me pareciera adecuado. Excusas para mí. Pero Felipe Garnica no tiene excusas, no hay vientos ni lluvia que lo detengan (bueno, tal vez de tanto en tanto). Me dijo con orgullo:

–  ¡Soy ciclista urbano!

 

…DE LA BICICLETA

¿Qué es un ciclista urbano?

Es una persona que decide usar como medio de transporte la bicicleta para trasladarse de un punto a otro de una ciudad. Es decir, deja de lado el transporte público y medios como un auto o una moto y vuelca su movilidad a una bicicleta.

¿Por qué elegís esta actividad, en relación a otras que podrían darte lo mismo? ¿Qué te motiva?

Decidí ser ciclista urbano porque es la única actividad que brinda una verdadera sensación de libertad en la ciudad y, a la vez, te permite resolver varios aspectos. Entre ellos, hacer deporte o entrenar, trasladarte y ahorrar el tiempo que te implicaría estar sentado en un medio de transporte común y corriente. También te ahorras congestionamientos de tránsito. Generalmente, todos los ciclistas urbanos son en principio ciclistas que copian a otros ciclistas urbanos y se cuestionan “¿por qué yo no voy en bicicleta?”. En ese proceso, cada uno empieza a analizar si tiene lugar, dónde dejar la bicicleta, dónde ducharse y cómo organizar la actividad en relación a lo laboral, por ejemplo. Al que le gusta la bici, le gusta siempre. Y poder ir al trabajo en bicicleta es un beneficio muy importante. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, una legislación obliga a los edificios de determinada envergadura a tener un espacio para guardar las bicicletas. Así es que casi todos los edificios nuevos cuentan con esas instalaciones.

Así de simple: Felipe combina salud, entretenimiento, economía -en varios sentidos- y protección ambiental. Parece una especie de “eureka”. Sin embargo, ¿estamos preparados para sostener tamaña empresa?

 

A BOCINEAR AL CAMPITO

¿Qué no te gusta de ser ciclista urbano? ¿Se puede mejorar alguna condición?

Lo que no me gusta del ciclismo urbano es la actitud -tal vez, ignorancia- de las personas que manejan un auto, moto o un medio de transporte público. Estas personas no son conscientes del daño que le pueden provocar a un ciclista, incluida la muerte. Hay países en los que se entrena a los conductores de colectivos del siguiente modo: se los coloca al costado de una ruta y se los hace montar una bicicleta fija. Cuando comienzan a pedalear, hacen que pase un colectivo por al lado a 40, 50 o 60 km/h y les toque bocina, de manera que se sensibilicen con el efecto, el grado de nerviosismo y el peligro que pueden causar este tipo de accionar.

¿Y creés que los ciclistas, tanto urbanos como ruteros, están preparados para ser cuidadosos al conducir?

Somos cuidadosos. Lo que nos falta es infraestructura adecuada para protegernos y tener más resguardo.

Ser ciclista urbano es una actividad ambientalmente propicia y buena para la salud. Sin embargo, aún es onerosa. ¿Podríamos pensar en un proyecto de ciclismo urbano?

Hoy en día ser ciclista o ciclista urbano es bastante costoso, una bicicleta con cambios arranca en 50.000 pesos y puede llegar hasta 12.000 dólares -he visto, por Av. Independencia, mountain bikes de 10.000 dólares-. Además, el casco, las luces, la vestimenta son realmente caros. Lo que hay que pensar es, por un lado, en el ahorro del tiempo y, por otro lado, con respecto al auto, el ahorro en combustible, peajes y estacionamiento; el desgaste y la amortización del auto, el ahorro en gimnasio y el valor de 2 horas diarias de la vida durante 5 días a la semana. Además, te permite estar entrenado y relajado. ¿Cuánto valen esas 10 horas semanales en la vida de una persona? Es impagable.

Es menester persistir en el rediseño de ciudades inteligentes y elaboración de políticas en las que no solo se proteja al medioambiente, sino la salud de todos los habitantes.

 

“DESCOMPLICADO, EN UNA BICI QUE TE LLEVE A TODOS LADOS”

Se arman grupos para bicicletear y recorrer diferentes lugares. ¿Cómo se da esto?, ¿qué sitios visitaste?

mtb rutera y fixed y sobre todo amigos

Recorrí toda CABA. También he ido al dique de General Rodríguez, a Cascallares, a Luján, a Carlos Keen, entre otros lugares. Fui como ciclista, no como ciclista urbano, donde lo importante son los beneficios a la hora de llegar a un destino en la ciudad. En tanto, para hacer ciclismo, efectivamente se arman grupos. Nos levantamos los sábados o los domingos alrededor de las 7 de la mañana, con lluvia o sin lluvia. Hacemos unas 3 horas de pedaleo y después paramos y desayunamos. Se generan vínculos de amistad importantes. Es más que pedalear. Inclusive, si un ciclista se cruza con otro desconocido que necesita ayuda, se pone a disposición.

A partir de esta actividad, ¿con qué cosas o personas te has encontrado que hayan implicado un punto de inflexión en tu vida?

Un punto de inflexión fue el encuentro con el grupo con el que actualmente estoy rodando, allí se dio una amistad, más allá de la bici. Nos juntamos para los cumples o, luego de rodar 100 km, a almorzar. Lo máximo que hice son 120 km. Otros grupos pedalean todo el día, almuerzan, vuelven y llegan a hacer unos 170 km. Para mí, esto es un antes y un después. Y espero que el vínculo perdure toda la vida.

Felipe me hizo notar el viento en el rostro arriba de la bici. Después de los varios meses encerrados por la cuarentena, subir a la bici y llenar los pulmones de aire también implicó un re-encuentro con la naturaleza. Un aspecto no menor es que la actividad implica buena hidratación y cuidado de la piel.

 

MARCHE UNA SENDA A LA IZQUIERDA

Hablaste de lo que no te gusta del ciclismo urbano en relación a los riesgos, ¿cómo considerás que se pueden mitigar?

Es riesgoso porque no hay cultura de respeto hacia el ciclista urbano. Aunque éste lleve el cartel de respetar la distancia de 1,5 metros, no se hace efectiva. El conductor no tiene noción del peligro, como decía antes. Entiendo que, a corto o mediano plazo, los requisitos para la obtención de la licencia de conducir van a tener que cambiar en función de estas nuevas necesidades, ya que aún hay vías que no disponen del espacio para circular. Una alternativa es que, en todas las avenidas de la República Argentina de mano izquierda, no se pueda estacionar. Allí se pueden construir carriles para ciclistas. El que necesita estacionar lo puede hacer calles adentro o pagar un estacionamiento. Si se lograra eso, cambiaría la vida. No hace falta ampliar ni invertir en nada.

¿En qué casos no recomendás ser ciclista urbano?

Para ser ciclista, hace falta tener un completo dominio de la bicicleta. No se puede salir a pedalear en la ciudad sin experiencia. No se puede aprender en medio de los autos. Con lo cual, aquellas personas que no saben y quieren aprender, bajo ningún punto de vista pueden ser ciclistas urbanos -a menos, que solo anden en bicisendas, lo cual también es peligroso-.Ante esta propuesta me surgen varias preguntas, para re-pensarnos: ¿por qué Felipe lo hace parecer tan fácil y finalmente no es simple llevarlo a cabo?, ¿a qué comodidad nos aferramos como individuos?, ¿qué intereses afecta pensar en una reorganización de este tipo?

 

DE ANÉCDOTAS Y OTRAS YERBAS

Seguramente tenés muchas anécdotas de asfalto. ¿Qué episodio considerás oportuno para contarnos?

Sí, muchas. Hace 3 años que soy ciclista urbano. Antes, para moverme de un punto a otro de la ciudad, principalmente para ir y volver al trabajo, tardaba alrededor de 1 hora en recorrer 25 km. La anécdota- que además permite observar el beneficio del uso de la bicicleta- es que, en una ocasión, para hacer esos 25 km desde el centro de la ciudad hasta donde vivo en Ramos Mejía, tardé 2 horas. Si lo traspolo, podría haber ido a Chascomús en auto en ese tiempo. Ahora en la bicicleta, pase lo que pase, siempre tardo exactamente lo mismo: 50 minutos.

¿Hacés todos los días el mismo recorrido?, ¿y qué pasa cuando llueve en la ciudad?

En general sí hago el mismo recorrido para ir volver del trabajo. En pelotón, variamos. En tanto que si llueve cuando estoy a punto de salir en la ciudad, no voy en bici. Si está nublado, salgo igual. A veces, se larga la lluvia a mitad del recorrido, es parte de la regla del juego.

Gracias, Felipe, por contarnos acerca de ciclismo urbano y un poco de ciclismo en general. Conozco algunas personas que hacen la actividad de ciclismo y todas coinciden en que les genera mucho bienestar. ¿Qué quisieras decirnos para cerrar?

Es cuestión de tiempo. Intuyo que, de acá a 5 o 10 años, las cosas van a cambiar radicalmente porque es cada vez más costoso mantener uno o dos vehículos, alquilar cocheras, tan solo para ir a trabajar. Por otro lado, en la actualidad se trata de erradicar la vida sedentaria, y un buen mecanismo es el ciclismo urbano. Hay muchas personas que agarran el auto, manejan 20 minutos y llegan al gimnasio para pedalear en una bicicleta indoor -fija-, pedalean 40 minutos en una clase de spinning, se bajan de la bici, se suben al auto y manejan 20-25 minutos de regreso. Me parece una locura eso, un contrapuesto. Deberíamos poder andar en bicicleta dentro de la ciudad y que el propio sistema proteja al ciclista. Por otro lado, el ciclista no necesita gran infraestructura. Los gobiernos deberían fomentar, incluso subsidiar, la adquisición de bicicletas con el propósito de trasladarse en las ciudades. Hoy en día, que yo sepa, el Banco Ciudad ofrece 18 cuotas para pagar hasta 50.000 pesos. Pero se debería volver a las 60 cuotas que una vez se ofrecían, y se debería proponer a nivel nacional. En la pandemia se fomentó, pero de manera indirecta. Se necesita más estímulo. Nosotros vamos un paso atrás de otros países, pero es posible asumir este cambio, para bien de toda la sociedad y, obviamente, del planeta.

A quienes escuchamos cómo cuenta su experiencia, se nos despierta ese impulso por querer hacer lo mismo. La impresión es que se resuelven varios aspectos de la vida cotidiana a la vez. Por otra parte, implica un esfuerzo, dejar excusas, y no siempre estamos dispuestos. Es probable que se requieran estímulos externos, desde créditos no espurios, hasta espacios dedicados. Pero, sin dudas, nos espolea a pensar en los hábitos de vida que llevamos.

viento que lastimaba

Luján, con la cabeza en otro lado

 

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